Continuando con nuestra serie sobre Passivhaus, volveremos a los valores que alguna vez ya hemos compartido en nuestro escrito sobre el tema, y que sirven como parámetros para la justificación del estándar pasivo como medida de eficiencia energética.

Recordemos que aun no hemos entrado en la parte que corresponde a la transposición (si vale el termino) de lo que se sería el estándar Passivhaus a los climas cálidos. De momento seguiremos exponiendo -siempre a modo de suerte de crónica- los criterios de diseño establecidos para cumplir con los niveles demandados en cuanto a optimización de la energía en el edificio.

Condiciones para la certificación

Las condiciones para certificación del referido estándar son:

  • Que la demanda de energía para la calefacción del edificio son supere los 15 kWh/m2
  • Que la demanda de energía para la refrigeración no supere los 15kWh/m2
  • Que el consumo de energía primaria para calefacción y refrigeración, agua caliente sanitaria y electricidad no supere los 120 kWh/m2/año
  • Que el nivel de estanqueidad, al intercambio de aire no sobrepase del valor máximo de n50 = 0,6/h

Puestos en blanco, estos valores, para un profano en la materia, no suponen más que datos a cumplir en términos de magnitudes medibles desde un punto de vista técnico.

Si traemos estos valores a la realidad del usuario, es decir traducidos a un idioma que sea más manejable por el gran público y no solamente por los técnicos, (arquitectos e ingenieros) que proyectan estos edificios eficientes; estaríamos diciendo que para cumplir una demanda de calefacción que garantice un espacio confortable para los que lo habitan, harían falta manejar  unos 20ºC en invierno y unos 26ºC en verano (para calefacción y refrigeración, respectivamente).

En ese mismo orden de ideas, los 120 kWh/m2/año supondrían la demanda de energía que es multiplicada por la eficiencia de los sistemas instalados, tomando en consideración factores tan variados como las perdidas energéticas, tanto en la generación como en la distribución, hasta el propio almacenamiento de la energía. Todo esto envuelve otros factores que se encaminan a una gestión de la energía más compleja, pero absolutamente abordable para los técnicos dedicados al sector que insistimos, con los arquitectos y las ingenierías.

Continuaremos la próxima semana…