“Pasión de los fuertes”, se trata de la obra cinematográfica dirigida  por  John Ford, que fue considerada una de las obras maestras de la historia.  Una forma de tratamiento de un hecho histórico narrado por uno de los que participaron en el mismo,  el personaje  del viejo oeste de estados unidos  llamado Wyatt Earp.

Earp es una personalidad norteamericana de la vida real, en el viejo oeste en la mitad del siglo XIX. Un acontecimiento que lo introdujo en la historia fue  el famoso tiroteo llamado "O. K. Corral".

Cien años después de aquel famoso encuentro entre personajes importantes de  aquel pueblito  del estado de Arizona,  tuvo lugar en el Santiago de nuestro país  aquello que los productores cinematográfico llamaron  duelo de titanes.

El cine, cuando es  arte,  nos sirve para la evocación de situaciones que se nos  dan en la vida colectiva. Hoy  nos viene a la mente el -tira y jala- que se les presentó a los habitantes de la ciudad   en los años inmediatamente posteriores a los acontecimientos de  la segunda invasión americana.

La catedral de Santiago que como todas es la que guarda la silla cuya función es el asiento  del obispo para las ceremonias rituales especiales.

Tradición a la que se incorporó de manera tardía nuestro templo dado que la designación de la diócesis no fue sino hasta la mitad del siglo pasado.

Aunque el edificio como tal sufrió las mismas vicisitudes que las de la ciudad desde  que está en donde hoy  la encontramos. Como fueron plagas de insectos de la madera cuando fue  construida con  este material, y  las consecuencias de  varios terremotos, como el sufrido dos años antes de la independencia, o como el  llamado terremoto de Lilís  ocurrido dos años después de la inauguración del actual edificio.

Aunque los  hechos que nos  hace  volver a la memoria aquel film protagonizado por John Ford se refieren a los trabajos de remodelación del edificio que se  ejecutaron ya en el inicio de los años setenta. Hasta donde conocemos aquellas remodelaciones llegaron a coincidir con un proyecto de convertir el conjunto arquitectónico del entorno de la catedral en una plaza de la cultura que al final no sabemos en que fue a parar.

Si sabemos de la remodelación y reconstrucción  del antiguo edificio que albergaba la escuela de enseñanza primaria que está al frente de la fachada principal de la catedral.

Así como la elevación del nivel del tramo correspondiente a la fachada norte  de  la calle 16 de Agosto lo que permitió que el nivel del edificio de la catedral  -que de por si no es alto, de acuerdo a las pretensiones,  descendiera lo suficiente para restarle altura a las pretensiones.

Lo cierto es que en el plan de remodelación de aquel histórico edificio estaba la ejecución de una serie de murales pintado en los paños que están intercalados entre columnas que muy bien pueden ser los contrafuertes que apreciamos desde el exterior.

En un principio, uno de los contendientes en aquel duelo de titanes  en función de la remodelación, escogió al autor del presente escrito. Y el pintor escogido no tenía ni edad ni formación para emprender semejante proyecto.  Fue entonces que apareció en escena el pintor Jacinto Domínguez.

Este artista experimentado que ya era desde hacía mucho tiempo profesor de la escuela de Bellas Artes de Santiago, provenía del taller de José Vela, el español  que transmitió todos sus conocimientos y habilidades a Domínguez.

Vela fue el pintor que realizo las obras murales que adornan las acciones de la dictadura. Es posible que aquel pintor español sea quien más capacidad de trabajo ha demostrado en todo el curso del ejercicio del arte en nuestro país.

No sabemos de ningún otro discípulo que de seguro estuvo en el taller de aquel maestro, aunque el caso de Domínguez es importante desde dos puntos de vista, uno la capacidad de ejecución de este importante artista de Santiago y la capacidad que han mostrado nuestros críticos para elogiar a cualquier “muchacho”, mientras se ignora olímpicamente durante décadas a este artista merecedor de  reconocimientos por quienes pretenden juzgar colocándose por encima del bien y del mal.

Vi la ejecución de de algunos de esos murales. Recuerdo vivamente uno cuyo tema era la repartición de los peces y panes como  recreación de aquella imagen bíblica.

El retrato en un  mural de uno de los contendientes en aquel duelo de titanes mereció que en un momento dado aquella pintura mural, que quizás estaba a nivel de boceto fuera objeto de un maltrato por algún desconocido.

Después, cuando se realizaban trabajos del proyecto de la plaza de la cultura, proyecto que al parecer quedó inconcluso, no volvimos a ver aquellas pinturas.

En la mitad de los años cincuenta se realizo en Estados Unidos una obra cinematográfica con el mismo tema – la pasión de los fuertes-  con el título “Duelo de titanes”. La crítica de entonces consideró que era una nueva forma de ver el tema de aquel tiroteo en el Corral.

Con uno de los  contendientes fallecido hace algunos años,  presenciamos en la catedral de Santiago la cripta de los obispos, coronada con aquella réplica de la Piedad de Miguel Ángel, la que originalmente fue importada para  ser colocada en el  edificio del ayuntamiento de Santiago.

Nos enteramos después  que los restos del primer obispo de la diócesis  fueron llevados a la basílica de la Altagracia.