Al inicio de cada nuevo año debe imponerse un criterio de reflexión: pasar balance a lo ocurrido en el año que discurrió, no solo de manera personal, sino también toda la sociedad.

Los dominicanos vemos, así también toda Latinoamérica que los problemas socioeconómicos y políticos son los mismos: carestía de la vida, corrupción, líderes políticos mediocres sin ninguna agenda para la nación, en fin problemas que se han convertido en cíclicos.

Sin embargo, con el paso inexorable del tiempo, y la vida sin Dios muchos se han convertido en marionetas del destino creado por los intereses de grupos y personas con autoridad que han hecho lo que han querido, porque no han hecho  el paso reflexivo en la vida que es pasar balance a lo ocurrido.

En el 2016 cada dominicano debe despertar de su aparente letargo y preguntarse, además de reflexionar acerca de sus metas y logros las siguientes preguntas: ¿Es este el país que nos merecemos? ¿Piensan los dirigentes y líderes políticos que detentan funciones públicas, en lo que quiere la gente? ¿En este año electoral qué debo hacer para revertir las cosas que están ocurriendo?

Las preguntas anteriores se inscriben en el marco de una reflexión necesaria para abandonar la inercia social y el desdén por lo que está ocurriendo en nuestra sociedad. La ya gastada y repetida frase "el país que no recuerda su pasado está condenado a repetirlo" que se le atribuye falsamente a Winston Churchill y que en realidad es de el historiador Arnold Joseph Toynbee, revela una gran realidad.

Si hacemos una exhortación filosófica y de pensamiento, podemos decir que si no hacemos nada, o reflexionamos acerca de nuestra situación, los problemas comunes y a los que estamos acostumbrados, simplemente se volverán cíclicos.

La razón es evidente: los problemas creados por los políticos mediocres acostumbrados a la corrupción siempre serán los mismos, situaciones creadas que les convienen.

Por ejemplo, my pocos políticos se preocupan por no tener una ley de partidos políticos.  El transfuguismo, el uso irracional de fondos públicos para la reelección y el despilfarro, además del clientelismo político, serían ilegítimos.

Por ese motivo es que pasar balance a lo ocurrido y sopesar lo que ocurre para motivar cambios es la premisa para el 2016. El filósofo ateo Jean Paul Sartre decía en su obra “El ser y la nada” que contemplar sin hacer nada es el equivalente a tener “un pasado infinito”.

Despertemos.  El discurrir del tiempo no puede pasar sin que hagamos nada para cambiar nuestro entorno y nuestro país.