El 12 de febrero de 1974, a menos de dos meses de haberse fundado el Partido de la Liberación Dominicana, se celebraba la "Conferencia Nacional Salvador Allende", en cuyo discurso de clausura el Prof. Juan Bosch,  Presidente y Líder Histórico del nuevo partido, trazaba las líneas maestras de organización y disciplina que habrían de pautar el crecimiento y desarrollo futuro del PLD durante los siguientes 25 años: Un partido de organismos en el cual los individuos que lo componen se mantendrían unidos en todas las circunstancias, porque realizarían su practica política a través de métodos de trabajo unificados, con lo que se frenaría la tendencia natural al individualismo que promueven los partidos de la vieja cultura populista.

De allí surgió la primera estructuración orgánica del PLD, con una rígida organización piramidal encabezada por un Comité Central de 25 miembros, del cual derivaban todos los poderes hacia el Comité Político, de solo 5 integrantes, liderados por el prof. Juan Bosch. La estructura media de dirección la constituían los organismos municipales y de los diferentes barrios de la capital y de Santiago, así como de las seccionales integradas por núcleos de peledeístas en el exterior; luego estaban los comités de base integrados por 5 a 7 miembros, y finalmente los círculos de estudios, la gran apuesta a futuro del boschismo en la construcción de un partido nuevo llamado a formar conciencia política y consistencia ideológica en sus militantes; una opción tercerista frente al bipartidismo que hacia pendular el futuro de la Republica entre lo malo y lo peor; una fuerza popular emergente que estaría dispuesta a transitar un nuevo camino en el quehacer político nacional, comprometido a replantear los métodos y la forma de hacer política en la Republica Dominicana. En definitiva, lo que estaba planteando el Prof. Juan Bosch en aquel entonces era el advenimiento de una nueva cultura política fundamentada en los valores de patriotismo, honestidad, orden, disciplina y servicio al pueblo, en oposición a los antivalores  de una cultura del poder, autoritaria y neotrujillista, y una cultura populista proclive al caos y el desorden cobijada bajo banderas de rebeldía y resistencia popular.

Cuanta sabiduría y visión de futuro exhibió el gran maestro en sus palabras finales,  al despedir a los cientos de militantes y dirigentes reunidos en la vieja sala del cine Max en la av. Duarte de la capital, rebosantes de entusiasmo y seguros de una victoria que tardaría mas de veinte años en llegar. Las palabras del prof. Bosch fueron las siguientes: "…Las estructuras orgánicas que nos demos ahora deben ser consideradas como pasajeras porque solamente la practica diaria nos dirá si esas estructuras serán buenas o serán malas, serán apropiadas o no lo serán para las etapas posteriores, las que tendremos por delante después que hayamos cumplido la tarea de desarrollar al Partido".

Durante el VI Congreso prof. Juan Bosch, celebrado a inicios del 2001, el PLD pasó la prueba de fuego  de su transformación orgánica en ausencia del liderazgo boschista, y en un  escenario nacional adverso, luego de su primera experiencia de gobierno y su tránsito a la oposición en condiciones de asedio político e intentos de aniquilación moral.

Desde el principio de los debates de aquel histórico congreso estuvo claro para todos, dentro y fuera del PLD, la necesidad impostergable de un proceso de apertura que permitiera el ingreso al partido de los miles y miles de dominicanos y dominicanas que habían asumido el discurso y los propósitos esbozados en las campañas electorales recientes e hicieron posible  un crecimiento sostenido del porcentaje de apoyo electoral al PLD, desde aquel pírrico 1% alcanzado en las elecciones de 1978 hasta el robusto 25% logrado en las elecciones nacionales del año 2000.

El quid de la discusión debió haber sido entonces el cuánto, cómo y hacia dónde debía abrirse y crecer el Partido de la Liberación Dominicana, sobre la base de considerar que un partido político siempre será el depositario de las aspiraciones de una parte de la sociedad que busca extenderlas al dominio ideológico del conjunto en procura de una mayoría legitimadora para alcanzar el poder mediante el sufragio universal.

Estaba muy claro para todos qué éramos y qué buscábamos cuando el prof. Juan Bosch fundó el PLD a finales del año 1973; de lo que se trataría ahora, a la vuelta de casi tres décadas, era de examinar cómo las circunstancias nacionales e internacionales habrían modelado un nuevo escenario y qué papel le correspondería a los nuevos actores y protagonistas del drama político dominicano en ausencia de los grandes lideres que jalonaron los últimos 40 años de vida democrática.

¿Qué tan bueno para el PLD fue el proceso de apertura y transformación orgánica experimentado a partir del VI Congreso prof. Juan Bosch?

Es algo que salta a la vista con la simple observación de los hechos recientes. Hoy el PLD es inequívocamente el partido mayoritario en términos de simpatías electorales y, bajo el liderato de su presidente Leonel Fernández, avanza con paso firme en su tercera experiencia de gobierno, sorteando exitosamente todo el cúmulo de infortunios heredados de la administración 2000-2004 y que casi hacen colapsar los cimientos de la República.

El PLD que recibió el VI Congreso prof. Juan Bosch era un partido de 33 mil miembros distribuidos en poco más de 5 mil organismos de base, con un Comité Central de 150 miembros y un Comité Político de 15 integrantes. Cuatro años después el VII Congreso Rafael Kasse Acta ha entregado un partido con más de un millón de miembros empadronados en 40 mil comités de base, con un Comité Central de 404 miembros y un Comité Político de 25 integrantes. Estaría por verse que efecto podrá tener en una estructura orgánica adulterada bajo los efectos de un proceso de sindicalización grupal la nueva moción de re-clasificar los miembros del partido en dos categorías según su grado de militancia.

Hoy habría que preguntarse ¿que tan alto ha de ser el precio a pagar por el extraordinario éxito alcanzado como partido de masas?¿ a cuanto boschismo habría de renunciarse y cuanto populismo habría de tolerarse en aras de adecuar estatutariamente las nuevas estructuras de la masificacion como única garantía de victorias electorales futuras?.

En la búsqueda de un nuevo destino para el PLD seria bueno hacer conciencia de que el éxito temporal no puede ser considerado como  medida adecuada de la razón histórica.

Luego de concluido su VII Congreso, en el PLD algunas preguntas todavía  quedaron sin respuestas:

¿Deberán los Comités de Base seguir siendo un feudo unipersonal del militante, o por el contrario volverán a ser organismos de dirección colegiada en contacto directo con la masa electoral organizada?

¿Deberá el PLD configurarse bajo el esquema actual de una dirigencia masificada y una estructura orgánica fragmentada, o debería constituirse bajo el criterio de masificacion electoral con estructura orgánica de dirigentes?

¿ Deberá prevalecer la actual tendencia hacia el sindicalismo interno y  el agrupamiento de dirigentes en procura de  cuotas de poder y ventajas personales, o debería reglamentarse estatutariamente la existencia de corrientes de opinión propulsoras de nuevos liderazgos sin desmedro de la unidad interna del partido?

Estas son preguntas cuyas respuestas debería ser parte de la agenda del VIII Congreso, más allá de una simple consulta acomodaticia a las bases  sobre la permanencia o no de la actual dirección del partido por cinco años más.

La respuesta a esta consulta debería ser un rotundo ¡NO!

Pero las demás preguntas requerirían  respuestas mucho más ponderadas.

Solo una cosa debería permanecer inalterable: En busca de su destino el PLD  no debería renunciar jamás a su objetivo de alcanzar y hacer perdurar los ideales de libertad, progreso y justicia social.  en disfrute pleno de la democracia como forma de convivencia armoniosa de los hombres y mujeres que conforman la sociedad dominicana.

Esta y no otra debe ser la razón histórica de su existencia como partido político.