Los profesionales más reconocidos de las relaciones internacionales plantean que la historicidad de un Estado frente a sus pares constituye un factor clave a su favor o en su contra para la ejecución de su política exterior.
En cuanto a Haití, es sin duda un factor clave a su favor.
Las olas de reacciones internacionales para condenar los comentarios injuriosos atribuidos al presidente estadounidense Donald Trump la semana pasada sobre Haití, África y el Salvador es una prueba fehaciente. Han sido un refuerzo decisivo para el Embajador haitiano en Washington y la Cancillería haitiana.
Haití es una nación que ha hecho grandes aportes a la humanidad.
El mundo no puede hablar de la libertad sin tomar en cuenta la revolución haitiana y sus aportes en las luchas independistas a lo largo de varios continentes. El libertador Simón Bolívar lo reconoció en su carta dirigida al presidente haitiano Alexandre Pétion en fecha de 29 de enero de 1816. Fue acogido y hospedado en la ciudad de Jacmel, Haití; le fueron entregadas ayudas financieras, de artillería y militar. Por su lado, Hugo Chávez Frías y Fidel Castro no dejaron de reconocer los legados haitianos a su Estado respectivo.
A nivel del continente europeo, Haití tuvo una participación activa en la lucha independista de Grecia en 1822. Vendimos 20 toneladas de café en ese momento para proveerle armas a Grecia y 100 soldados haitianos tuvieron la muerta en la guerra.
De su lado, los Estados Unidos de América que se independizó 28 años antes que Haití, tuvo que inspirarse de Haití para lograr la abolición de la esclavitud en su suelo. Incluso, hemos contribuido en su lucha independentista, precisamente en la famosa batalla de Savannah. Además, la ciudad de Chicago fue fundada por un inmigrante haitiano.
La lista es larga…
Haití, Primera República negra independiente, ha estado siempre presente en los momentos más decisivos de la historia de la humanidad. Es uno de los Estados fundadores de la Sociedad de Naciones; de la Organización de las Naciones Unidas, de la Organización de los Estados Americanos, entre otras instancias que trabajan en pro de la paz en el mundo.
En síntesis, nuestro pasado glorioso es una herramienta esencial al servicio de la diplomacia haitiana. Nos proporciona voz y respaldo tanto en los foros internacionales como en las relaciones bilaterales.
Sin embargo, no es capaz de funcionar por si solo y traer beneficios al país. No es más que una herramienta.
Es tiempo que el Estado haitiano se dé cuenta de la enorme potencialidad de esta herramienta al servicio de su diplomacia en un mundo cada vez más globalizado y así potencializar el desarrollo del país, hasta ahora rico, pero pobremente administrado.
Para lograr tal cometido, necesitamos un cambio de paradigma de tres elementos:
- Un Estado visionario y responsable. Digo bien. No es de un Presidente, sino de un Estado visionario y responsable en su conjunto bajo el liderazgo de un Presidente que esté a la altura de la magistratura suprema del Estado;
- Una política exterior bien definida que toma en cuenta los intereses de la nación frente al resto del mundo; y
- Un personal diplomático y consular competente.
Como nación estamos compelidos a usar nuestro pasado glorioso legado por nuestros ancestros para realizar nuestras propias conquistas en el siglo 21; con las cuales salvaguardaremos nuestra historicidad gloriosa y lograr la refundición de nuestra nación.