Tal vez a algunos dominicanos no les llegan demasiadas las noticias sobre una persona, o mejor dicho un animal, una pura bestia, Abubakar Shekau, a quien se le conoce también como Boko Haram y cuyo nombre irónicamente tiene un significado aproximado a "el iluminado". Es un dirigente cabecilla de una rama de la yihadista musulmana que actúa preferentemente en el norte de Nigeria y en las cercanías del lago Chad atacando a comunidades cristianas y otras no afines a las creencias musulmanas.

Nigeria es uno de los estados africanos más poblados, junto con Etiopía, que supera los cien millones de personas, una cantidad notoria para ese frecuente asolado continente por guerras, hambrunas, enfermedades y otras desgracias tipo sequías o inundaciones. Tiene una enorme riqueza en petróleo si bien más de la mitad de sus habitantes están en una pobreza absoluta como suele serlo la pobreza africana.

Boko Haram y sus guerrillas, pues dispone de soldados regulares e irregulares, armas y pertrechos que les permiten hacer toda clase de tropelías hasta el momento, han causado más de treinta mil muertos en la zona geográfica referida y más de tres millones de desplazados por los horrores y el terror de sus acciones. Unas cifras escalofriantes para que la comunidad internacional se mantenga sin reaccionar como entendemos que debería.

Tal vez algunos recuerden que hace cuatro años, en un golpe de efecto de los que parece gustarle a este personaje siniestro de Boko Haram secuestró unas trescientas estudiantes, jóvenes, muy jóvenes, de un colegio y se las llevó a su territorio para casarlas con sus soldados, utilizarlas como objetos sexuales, o simplemente asesinarlas o ponerlas como escudos humanos ante posibles ataques enemigos.

En ese ya largo periodo apenas algunas de ellas han podido retornar a sus hogares bien porque tuvieron suerte y pudieron escapar. La acción, propagada con muchos aspavientos y altavoces por todo el mundo no tuvo repercusión punitiva alguna en su contra, y el bokón del Boko ha seguido campando a sus anchas, como el Juancito caminador, pero en lugar de brindar whisky lo ha hecho con sangre, y mucha.

Boko Haram ha seguido eliminado aldeas enteras, sin un dejar solo superviviente o las ha dejado en la pura agonía existencial. Hace solo un par semanas más o menos volvió por sus fueros y se llevó de otro colegio de la región norteña más de trescientos estudiantes -parece que es débil con estos colectivos vulnerables- que han sido por fortuna rescatados por las autoridades sin pagar rescate alguno -dicen, pero lo dudamos ante la catadura del individuo- y devueltos a sus familiares. Un verdadero milagro si es así.

Uno se pregunta cómo un tipo de esta naturaleza criminal puede operar junto a docenas o cientos de sus tropas sin ser capturado durante años y años cuando hay tantos aparatos buscadores sofisticados, y satélites por todos los lados vigilando desde cientos de kilómetros hasta la marca de cátchup que está comiendo una patrulla enemiga en estos momentos. Dónde se meten los bandidos que no los encuentran ¿tienen cuevas, fortalezas, castillos, casas fortificadas, o se esconden hábilmente en las barrigas de los camellos de los nómadas?

Es curioso que las potencias occidentales lideradas siempre por los USA no hayan decidido acabar con esta lacra humana. Se "lambieron" en buen dominicano al Ozama bin Laden con lo escurridizo que era,  ayudaron a colgar los tenis a Saddam Hussein, igual hicieron recientemente volando en mil pedazos al general iraní que tanto les molestaba  y vayamos usted y yo a saber cuántos más de segunda o tercera clase que no sabemos.

Tal vez sea porque el Boko Haram tiene el cuidado o la inteligencia suficiente dentro de su brutalidad para no atentar o volar ninguna institución gringa en Nigeria que pueda afectarle directamente, y servirles a los del Pentágono como excusa perfecta para enviarle un misil de esos tan lindos y precisos que tienen, entre ceja y ceja. O por que de vez en cuando se necesita tener un "malo" en la palestra para diseñar estrategias de mayores alcances.

Por si acaso sugerimos que los gringos consulten a sus amigos del Mosad israelí, expertísimos en ejecuciones selectivas sumarias. A quién sea, dónde sea, cómo sea y cuándo sea… y por lo que sea. Tienen un servicio de liquidación por delivery en especial, dos por uno los martes y jueves, que les resuelven el problema en menos que se dice berenjena enajenada.

Bokazas como el bokazas de Boko Haram están demás en esta tan compleja faz de la tierra. Uno menos de esta clase sí se notará… y mucho. ¡Y por favor, no me digan que están pensando en un reformatorio o alguna institución por el estilo para que se corrija el pobrecito muchacho descarriado!