La delincuencia política y los cleptómanos en la política, actúan en plena libertad, reinciden en el delito del robo de lo público, se registran amplias denuncias de sus inconductas, el pueblo es consciente de sus acciones y prácticas, asimismo la población lo identifica con facilidad, porque habitualmente forman partes de los Partidos Tóxicos.

Los cleptómanos en la política buscan la sustracción de los fondos públicos, con  premeditación, alevosía y acechanza, planifican sus acciones delictivas, se asocian con otros/as, buscan lealtades, compran impunidad, complicidad y silencio, para garantizar su irresistible impulso de apropiarse de los recursos públicos de manera permanente.

Los cleptómanos en la política, convierten los esfuerzos de construcción de una democracia real, en una cleptocracia, gobernando y dirigiendo instituciones del Estado, desde donde ejecutan sus fechorías, sin sentir ningún sentimiento de culpa, todo lo contrario se defienden, argumentan y justifican sus acciones, de manera que parece una práctica común entre sus iguales. Estos amorales están conscientes que han cometido un acto delictivo.

La cleptomanía en la política, es una desviación de los actores del sistema de partidos que inician sus prácticas de robo de lo público de forma esporádica, los cuales se van convirtiendo y realizando de manera más frecuente, que puede continuar y  convertirse en una práctica habitual y permanente de la delincuencia política, en ese momento se da paso a la cleptocracia convirtiendose en un problema de toda la sociedad.

Además, los cleptómanos en la política actúan despreocupados de las consecuencias, sanciones o principios que puedan violentar, estos no sienten arrepentimiento por el dolo, todo lo contrario, buscan perfeccionarlo, profundizarlo, e involucrar otros, convirtiéndose en  su  mayor satisfacción contagiar a otros/as e involucrarlos como actores directos e indirectos de la depredación de los recursos públicos.

Los cleptómanos en la política emparentan con otros males frecuentes como la ludopatía  por eso identificamos altos dirigentes políticos vinculados a los juegos de azar como una adicción. Se vinculan a los casinos, a los juegos de gallos, banca de apuestas, carrera de caballos, situación que nos pone a reflexionar sobre nuestra dirigencia y las acciones que desarrollan.

En el sistema de partidos identificamos cleptómanos sistemáticos y frecuentes de los recursos públicos, en algunos casos descubiertos y señalados in fraganti, pero sin ninguna sanción ejemplar del sistema de justicia.

La mayoría de los cleptómanos políticos roban en lugares públicos (Ministerios, Direcciones, Congreso Nacional, etc.) pero también pueden hacerlo en sus propios partidos, en otros partidos o en los propios procesos electorales, muchas veces el modo de operar tiene característica similares, pero siempre con astucia para tratar de reinventar nuevas formas y modalidades. En algunos casos tratando de no violar una norma o diseñan leyes para robar sobre la base de la “legalidad”, su fin es acumular la mayor cantidad de riqueza para sí mismo y para sus allegados políticos u agrupación y en la medida que muestra la capacidad de recuperar grandes volúmenes de recursos públicos, en esa misma media aumenta su cuota de poder y permanencia en la organización política.

La cleptomanía en la política se diagnostica cuando los sujetos u actores políticos, planifican y trabajan arduamente para llegar a una posición pública y poder así administrar recursos públicos, para satisfacer su impulso de robar, también poco le importa que lo señale la opinión pública y la ciudadanía como ladrón y corrupto. Regularmente siente placer acumulando riqueza pública robada e involucrando a otros, no siente culpa o vergüenza, se convierten en sinvergüenzas y amorales.

Los cleptómanos políticos tienen guías, maestros, líderes y han logrado apropiarse del Estado, de los servicios públicos, del agua, energía, recursos naturales, en contubernio con las transnacionales, además de los casos de desvíos de fondos públicos o de aumentos escandalosos de la deuda pública.

En el país tenemos imputados de corrupción en el pasado reciente y en el presente, estos delincuentes en la política se encuentran en las filas de los partidos políticos, algunos identificados claramente con fortunas ilícitas, otros de presunto desfalco, o de uso indebido de  los  cargos públicos o de abuso de autoridad.

La mayoría ya han sido condenados por la vox populi que condena los escandalosos casos de corrupción, el reino de la impunidad y la complicidad que protege a los cleptómanos en la política. Una sociedad cuando se advierten estos síntomas puede ser considerada una “sociedad enferma”, en el caso nuestro requiere de una intervención quirúrgica, cuyo tratamiento por su profundidad elimine esta condición cancerígena del tejido social dominicano.