La democracia, en tanto que forma de gobierno, que se caracteriza por hacer que el poder recaiga sobre el pueblo, se beneficia de la existencia de los partidos políticos, no obstante ser la democracia, primera que los partidos políticos en aparecer y ser puesta en práctica; para certificarlo, sólo recordemos los regímenes democráticos de la antigüedad en Grecia, y la República, en Roma, en que aún no existía la idea de partidos políticos. Sin embargo, allí donde prevalecen los sistemas políticos democráticos, los partidos políticos han venido a convertirse en el instrumento de participación política de principalía, la vía mediante la cual se expresa el pluralismo social para desembocar en pluralismo político.

El símbolo que identifica la democracia es el sufragio del pueblo, mediante el cual, este último elige a quienes llevarán las riendas de los poderes gobernantes, entre las candidaturas presentadas por los partidos que pretenden obtener representación, para poder realizar su proyecto político; por lo tanto, democracia significa una voluntad ciudadana mediante la cual se respeta la diversidad de opinión, la decisión mayoritaria y la búsqueda del consenso por medio de la mediación que ejercen los partidos políticos entre la sociedad civil y el Estado.

Los partidos políticos son asociaciones de individuos con intereses coincidentes entre ellos, que sirven de instrumento para canalizar las ideas, valores e intereses de la parte de la sociedad que representan. La organización de aquellos se establece, para vincular a todos sus miembros de las distintas localidades y sectores donde el partido tiene representación, es decir, que se hace distinción entre quienes son, por un lado, y los que no son miembros, por otro. Los partidos políticos dotan de pluralismo ciudadano una sociedad en la que de manera natural se crean intereses diversos o encontrados, que estos organismos habrán de representar, siempre que sean intereses legítimos.

Pero ocurre, que al interior de los partidos, muchas veces el control democrático sufre de debilidad, por lo que el liderazgo adquiere una gran libertad de acción en las tomas de decisiones políticas y estratégicas. En la República Dominicana, la mayor parte de los partidos políticos, han dejado mucho que desear en su histórico accionar democrático, tanto dentro como fuera de estas instituciones; por eso no extraña que sean de las instituciones de mayor rechazo ante la sociedad; pues, es patente la falta de transparencia de la elección de sus autoridades, la oscuridad con que se manejan sus finanzas, la falta de equidad en el reparto de cargos dentro de la entidad, como en el Gobierno, cuando estos llegan al poder.

Todo esto crea grandes taras a la democracia, en el entendido de que la existencia de los partidos políticos, viene a ser a la democracia, parte fundamental, pues a través de estos, participa la población de manera cívica en los asuntos que a ella interesan, participación que puede ser de manera directa o indirecta.

La democracia y la transparencia internas de los partidos, en las que se manifiesten la inclusión y el compromiso con los militantes, no pueden estar en entredicho, pues esto aleja a estas organizaciones, cada vez más, de la ciudadanía; por lo que la mejora de tales valores, es un desafío que tienen que enfrentar los partidos políticos en la República Dominicana, de manera que redunde en el reforzamiento del Sistema Democrático. ¿De que vale realizar elecciones internas de candidatos a posiciones, si todo el mundo sabe que son realizadas sólo para legitimar decisiones tomadas imperativamente de antemano? o ¿para qué hacer elecciones internas de candidatos o autoridades si el partido se maneja de manera oligárquica?

Los partidos, mediante sus procesos de elección de candidatos, demuestran claramente el tipo de relaciones que se vive al interior del mismo y la sanidad o no de la democracia y transparencia internas que se vive en el mismo. Es decir, que cuando vemos al interior de los partidos pocos cambios de autoridades en el tiempo, las mismas caras por largos períodos, y reelecciones constantes de dirigentes en los cargos partidarios, o de relacionados y adeptos; de inmediato tenemos una idea del exiguo carácter democrático de la organización política de que se trate.

Siendo así, no debe extrañar que la democracia interna en los partidos políticos, redunde en la democracia como tal. La importancia de estos estriba en ser elementos de gran universalidad y de gran significación para la sociedad y el proceso democrático, hasta constituirse, según el eminente catedrático español fallecido hace 8 años, Xosé Vila Nogueira, en “la más importante forma colectiva de participación en el proceso político de nuestros días”[1]; por lo que, por más que elevemos críticas sobre los partidos políticos, estos constituyen la articulación de la pluralidad y facilitan la participación democrática haciendo de vigía contra las imposiciones de una visión única a la sociedad; además de mediar ante las instituciones por las demandas ciudadanas.

Por ultimo, en todos sus procesos, los partidos políticos deben sujetarse a la Constitución de la República en sus disposiciones contenidas en su Artículo 216 relativas a la libertad de organización de estos. De igual manera, deben observar y cumplir las disposiciones constitucionales sobre su conformación, funcionamiento y respeto a la democracia interna y la transparencia.

 

1 Vilas Nogueira, Xosé.- “Un esquema de conceptualización de los partidos                                                           politicos P.145”