El repentinismo político como operación mental ocurrente, es la mejor manifestación de la indigencia doctrinaria de nuestro liderazgo político; este tipo de ejercicio político dominicano es recurrente en las salidas estrafalarias, descabelladas y desconcertantes.
Tenemos un liderazgo con una pasión subliminal propensa al espectáculo teórico y al embrollo ideológico. Mientras esto sucede como forma y manifestación del nivel más bajo de la sociedad política dominicana, la modernidad y la implosión de las ciencias informáticas arrojan sobre la humanidad procesos cada vez más complejos y transcendentes. La comunidad científica hace transitar la humanidad hacia planos impensables, el conocimiento y las tecnologías producen cambios vertiginosos y significativos en la sociedad humana, elevándola a su más alta expresión en siglos.
Esto es lo que acontece e impacta la comunidad científica global; en cambio, la comunidad política dirigente, nacional; llamada a establecer relaciones partidarias fundamentadas en doctrinas, ideologías y pensamientos que tengan como marcos, instrumentos apoyados en el derecho, el respeto y la justicia; se degrada y desciende a los planos más bajos de la existencia política.
La Partidocracia constituye la tecnología con la que se ha de dirigir y administrar de forma inteligente el Estado, es la forma mejor pensada y concebida por las ciencias políticas, es el instrumento eficazmente mejor desarrollado por la comunidad política.
La Partidocracia no es un signo decadente o un síndrome degradante de la vida política, como ha señalado el Dr. Leonel Fernández, lo que es degradante, lastimoso y preocupante es el fenómeno que ha operado a su interior como germen destructivo y alienante: las filarquías nepotistas.
El mando de una Tribu (filargeo=grupo). La tribu de Leonel, Hipólito, Danilo, Eduardo Estrella, Milagros, Amable Aristy y Miguel Vargas, tiene perfectamente calculado como repartir el botín y el pastel del Estado. Después del show electoral todo será repartido según la filarquía nepotista hegemónica, no según el interés partidario.
Los partidos como comunidades políticas en su dinámica interna han sido corroídos por conexiones y relaciones de subordinación y coordinación de filarquías que destruyen su naturaleza y razón de ser. El problema que se le plantea hoy al Estado democrático , y a los que creemos en él, para garantizar una participación por meritos y pertinencia a sus ciudadanos, no es de Partidocracia como obstáculos, más bien; es la tiranía grupal y el imperio de las filarquías lo que le anula esta posibilidad.
Los partidos han dejado de ser el espacio ideal para el sueño, el debate de las ideas, búsqueda de nuevos paradigmas sociales. Se acabó la búsqueda de nuevos estadios de justicia social, equidad y solidaridad. El personalismo, el deseo fantasioso de grandeza y la egolatría han hecho de los partidos cunas filárquicas, que imponen una cultura política apoyada en el mercantilismo, el nepotismo y el arribismo. Los llamados nuevos líderes, gestores de estos nuevos paradigmas, son imagen y representación del mayor plano de degradación social y moral, que haya conocido la cultura política dominicana.
*”Al reiterar la publicación que usted acaba de leer, publicación hecha el miércoles 14 de noviembre de 2007 por primera vez, en el periódico hoy, bajo el título: Partidocracia o filarquía nepocrática”. Llego al pleno convencimiento de que, la gran angustia que ocupó la mente de algunos analistas políticos, frente a lo que se entendía como el peligroso vacío de poder, ante la desaparición de los tres grande lideres: Juan Bosch, Balaguer y Peña Gómez; ha sido llenada exitosamente por una generación de dirigentes, incoherentes, mediocres, mercantilistas; y más que todo, carentes de ideales y principios de moralidad política.