El pasado 1 de junio el Congreso de los Diputados de España despojó a Mariano Rajoy del cargo de presidente del Gobierno, reemplazándole en la función por quien impulsó su remoción: el líder socialista Pedro Sánchez. El mecanismo utilizado por el parlamento del país ibérico para desvincular a Rajoy fue la moción de censura prevista en la Constitución que regula la convivencia pacífica en España desde 1978.

Para poder comprender en su justa dimensión este importante acontecimiento hay que tener en cuenta que, tras la muerte del dictador Francisco Franco y la consecuente transición democrática, el constituyente español, además de restablecer el sistema monárquico como forma de jefatura de Estado, optó por incorporar el sistema parlamentario como modelo de jefatura de Gobierno. De este modo España se puso en sintonía con las demás democracias parlamentarias de Europa, en las que el jefe de Gobierno, dígase, el presidente del Gobierno (Primer Ministro), tiene su legitimidad en la mayoría absoluta de los escaños o curules del Parlamento (Congreso), máximo representante de la voluntad popular. Por lo tanto, en España un candidato a presidente del Gobierno no logra el cargo simplemente alcanzando más votos que sus adversarios, sino consiguiendo como mínimo el respaldo de 176 de los 350 miembros del Congreso de los Diputados, es decir, la mayoría absoluta.

Es importante resaltar que en los 40 años de democracia española se ha dado el caso en el que un candidato a presidente ha obtenido mayoría de votos pero no de escaños, situación que le ha obligado a recurrir a la celebración de pactos con otras fuerzas políticas, para de este modo sumar la anhelada mayoría absoluta que le permita ser investido presidente del Gobierno. El caso más reciente lo fue el del propio Mariano Rajoy, quien en las elecciones generales del 26 de junio de 2016 obtuvo 137 escaños, lo cual le obligó a pactar con la organización política Ciudadanos y a gestionar la abstención del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Por otro lado, en el modelo parlamentario entre las causales de cese del gobernante de turno es destacable una que jamás veríamos en un sistema presidencialista, y lo es el hecho de que un conjunto de diputados, organizados en un grupo parlamentario, puede impulsar en el Congreso la remoción a destiempo del jefe de Gobierno. A este instrumento se le denomina moción de censura.

En el caso español la moción de censura está prevista en el artículo 113 de la Carta Magna. La disposición constitucional condiciona la iniciativa al respaldo por lo menos de la décima parte de los integrantes del Congreso de los Diputados. La aprobación de moción requiere el voto favorable de la mayoría absoluta de los parlamentarios, es decir, 176 de 350. Además, la propuesta de moción debe de incluir un candidato para sustituir al presidente del Gobierno en caso de esta ser aprobada. Como se puede apreciar, la moción de censura no solo permite tramitar la destitución exprés de un presidente del Gobierno, sino también investir a un nuevo gobernante.

En base a lo anterior, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) presentó la moción de censura contra Rajoy e hizo acompañar esta iniciativa con la propuesta de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Para lograr ser investido, el líder socialista contó con el apoyo de los diputados del izquierdista Podemos y de los nacionalistas e independentistas del País Vasco y Cataluña.

Como el lector podrá inferir, en el sistema parlamentario español existen dos vías para acceder a la jefatura del Gobierno: una ordinaria y otra extraordinaria. La ordinaria la representan las elecciones generales que traen consigo la renovación del Ejecutivo. Por su parte, la vía extraordinaria la constituye la moción de censura, la cual, por su carácter excepcional, como hemos visto, esta condiciona a varios requisitos de apoyo. Al respecto, en la historia democrática de España el referido mecanismo parlamentario ha sido presentado en cuatro ocasiones, siendo la tramitada la semana pasada la única que ha podido prosperar.

La aprobación de una moción de censura por primera vez en cuatro décadas de democracia española agrega un nuevo componente al novedoso escenario político que desde 2014 vive la nación hispánica. El Gobierno de Sánchez, al ser el producto de la moción de censura, tendrá que encarar grandes retos, que van desde el desafío independentista en la comunidad autónoma de Cataluña y los estragos de la crisis que años atrás sacudió los cimientos de una de las principales economías de la Unión Europea.