Hace algunos años conocí en México a Laura Bretón, destacada feminista santiaguera e integrante del Plan International de Igualdad de Género; era la época en que diputados y asesores trabajábamos intensamente sobre la reforma política de la capital de la República mexicana, previamente al inicio del proceso electoral de las icónicas elecciones del año 2018.

En aquella ocasión, le platiqué a Laura lo complejo que resultaba redactar, por mandato de la Constitución local, las reformas necesarias para alcanzar la conformación paritaria del Congreso de la Ciudad de México, pues adaptar las leyes electorales para lograr que el Congreso citadino estuviera integrado por 33 hombres y 33 mujeres podría conculcar el principio electoral de certeza.

Nuestro debate fue muy breve pero sustancioso, a grado tal que Laura cambió radicalmente mi errática perspectiva de género pues me hizo ver que las mujeres han sido relegadas a través de los siglos sin que hasta ahora existan medidas efectivas para garantizar sumáxima participación en espacios públicos estratégicos.

Para reforzar lo discutido en aquella charla, Laura me envió amablemente el “Análisis de resultados sobre la aplicación del principio de paridad y del mecanismo de alternancia para las elecciones cantonales y nacionales (periodo 2010-2016)”.

Desde aquella ocasión, coincido plenamente en que los Estados deben combatir a toda costa las prácticas discriminatorias adoptando las medidas afirmativas necesarias para garantizar el acceso de las mujeres a cargos de representación popular, así como para asegurar su presencia en la dirección y conducción de todas las estructuras públicas y políticas.

En República Dominicana, resulta imperioso hablar de paridad, y más aún en esta coyuntura de su historia política, pues el Senado cuenta con todas las condiciones para dar el gran paso hacia la paridad sustantiva de género en la conformación de la Junta Central Electoral (JCE), cuestión de la que hice énfasis del tema en mi pasado artículo “De naipes y elecciones”.

Es muy importante aclarar, para todas aquellas personas a quienes les incomoda o agravia este tema, que, si bien es cierto que la integración de la JCE es impar, también es cierto que es posible llevar a cabo las acciones tendientes a compensar cualquier tipo de desigualdad entre hombres y mujeres.

Así, la paridad no solo debe pensarse en términos cuantitativos, sino también de forma cualitativa. Como comentábamos en el artículo anterior, la conformaciòn de la JCE se puede articular utilizando fórmulas donde las mujeres conformen la mayoría, o bien, sea una mujer quien funja como presidenta.

No obstante, existe una variedad de fórmulas para remediar la desigualdad histórica entre mujeres y hombres a la hora de conformar los órganos autónomos. Por ejemplo, si tomamos en cuenta que los senadores deben seleccionar a cinco titulares y cinco suplentes para integrar la JCE, se puede optar por la selección de tres mujeres titulares y dos suplentes del mismo género, así como de dos hombres titulares y tres suplentes, con lo cual se  garantiza un equilibrio cuantitativo y además cualitativo en la conformación de ese órgano.

Es con este cambio de paradigmas que la nación dominicana habrá de desarrollar y regir, tanto en fondo como en forma, sus políticas y directrices de gobierno, tal y como lo demuestra el trabajo político de mujeres como la vicepresidenta Raquel Peña así como de la Senadora Faride Raful, quienes personifican en esta época de cambio el ejemplo de trabajo ejemplar de la mujer política dominicana, desde la base hasta la cúspide.

No me extraña que al hablar de acciones afirmativas en materia de igualdad surjan reacciones polarizadas entre quienes conciben la oportunidad de incluir y dar voz a aquellas que históricamente han sido relegadas a un plano secundario de la cosa pública y quienes ven estas medidas como un atentando a los principios democráticos, por ello consideré indispensable precisar como corolario a mi artículo anterior que la democracia moderna requiere de la participación efectiva de la mujer en la esfera pública.

El Senado dominicano, tiene en sus manos la posibilidad de ir más allá de un discurso teórico haciendo posible esta nueva realidad democrática en la que es impostergable la presencia de las mujeres en los cargos más relevantes de gobierno. Siempre existen nuevas alternativas para transformar a la política en algo positivo.

Aprovecho este espacio para rendir un modesto homenaje a las mujeres y los hombres que le dieron libertad a esa suave patria, y en honor a quienes se encuentran lejos de nuestro México lindo, en este día en que se conmemoran 210 años de su independencia.  ¡Viva México!