La película Parasite nominada a mejor filme en esta temporada de Oscars 2020, además de ser un must see para cualquier amante del séptimo arte y sobre todo aquellos que trabajan en temas de desarrollo económico, es una obra que resalta lo difícil que puede ser la vida para familias pobres. Retrata la vida de dos familias, una rica y una pobre. Pero mayormente se concentra en un joven que ha terminado la secundaria y todavía a pesar de su talento y sus ganas, no rinde los exámenes para entrar a la universidad, por cuestiones monetarias, más que por cualquier otra cosa. En contraste, su amigo sí ha logrado entrar a la universidad y es tutor de una adolescente que evidentemente pertenece a la clase alta de Corea del Sur. Por cuestiones de conveniencia, el que nunca ha ido a la universidad, se convierte en el nuevo tutor de la adolescente.
Pero esto no sucedió a la ligera. Sucedió porque 1) fue recomendado por el tutor previo y 2) falsificó un título universitario. Estos dos factores fueron suficientes para que la familia de clase alta, lo contrate para ser el nuevo tutor. Y así este se adentra a un mundo que para él solo existía en su imaginación, tal vez. En un mundo donde el wifi tiene señal en toda la casa, donde cada rincón tiene una obra de arte, donde no hace calor ni frío, donde no hay mosquitos ni parásitos, donde el refrigerador está repleto de comida y donde la escasez, no existe. Mientras que, en su casa, es sencillamente todo lo contrario.
Analizando la película desde la perspectiva educacional me pregunto dos cosas. Primero ¿por qué este joven no ha logrado entrar a la universidad? Según la literatura académica, para las familias de clase baja, entrar a la universidad (o a una institución de educación superior) es algo que a veces parece inalcanzable pues representa un costo grande, aunque es usualmente considerado como uno de los medios para salir de la pobreza o una de las satisfacciones de la vida y representa retornos tangibles, especialmente para títulos universitarios selectivos como por ejemplo dentro del área de salud, ingeniería o ciencias sociales. Segundo ¿por qué este joven si no ha ido a la universidad, fue seleccionado por esta familia de élite para ser el tutor de su hija? Bueno, por dos razones. La primera es que tenía la red social adecuada que le habló y recomendó la oportunidad. Algunas investigaciones establecen que las redes sociales de una persona pueden ayudar a cerrar brechas de oportunidades educacionales y laborales, sobre todo entre diferentes clases. Y la segunda es porque el mercado valora los títulos profesionales de universidades conocidas o de Ivy League como el que falsificó. Aunque, esto no significa que solamente las personas “inteligentes” van a las universidades Ivy League ni que sólo este tipo de títulos sean valorados. Usualmente las personas que asisten a Ivy Leagues han tenido mejores oportunidades y su poder adquisitivo (o de postular/obtener una beca) es mayor. Aunque existe población de menor poder adquisitivo que alcanza ser aceptado en Ivy Leagues, pero por cuestiones monetarias no pueden asistir, así que deciden asistir a una de menor costo y más conveniente para ell@s. En alguna literatura esto se llama “undermatching” pero yo lo llamo “estar ubicado en la vida y ser racional”.
Parasite representa la lucha de clases que ha estado presente desde inicios de la humanidad. Y aunque a veces creamos que esta desigualdad y diferencia de clases está lejos, basta con echar un vistazo profundo a nuestros alrededores para ver que, en nuestras casas, lugares de trabajo, restaurantes donde comemos, entre otros, está ahí, sutil pero bien presente. Y sobre todo en términos de acceso a oportunidades educacionales. El final de la película es algo estilo la tragicomedia de Shakespeare. Me sorprendió y en cierto modo, me dio mucha nostalgia. Nos muestra crudamente la marginalidad y el empeño para lograr el ascenso social a cualquier costo.
Referencias utilizadas:
Sobre acceso a educación superior: https://doi.org/10.3386/w19053 y https://doi.org/10.3386/w19241
Sobre redes sociales: https://doi.org/ 10.2307/2960487
Sobre undermatching: https://doi.org/10.1111/1467-9752.12091