La libertad engendra la anarquía;
La anarquía conduce al despotismo y,
El despotismo lleva otra vez
A la libertad.
J. Benavente.-
Dónde y cuando nos encontraremos con el punto de inflexión; cuando ocurra ese hecho, quienes estarán seguros y después de esto, cómo ocurrirá el cambio; quienes sobrevivirán al caos y quienes serán los que no permitirán, como siempre, que los cangrejos, es decir, la indelicada claque política se encueve. Quizás nada de esto ocurra pero, quizás nos pueda sorprender a todos su llegada. Porque no es lo mismo –como está sucediendo-, llamar al diablo que verlo venir.
La gran mayoría de las personas se forman de manera permanente en base a su pasado, hasta tanto ocurra un hecho impactante que le haga cambiar, como los políticos actuales –por ejemplo-, que han sido formados dentro de un ambiente engañoso, hostil, lleno de mentiras y artimañas fraudulentas; de indelicadezas y una brutal ambición material y de poder, donde ya es difícil que solo con palabras puedan cambiar su proceder. De ahí, que las gentes malas hacen cosas terribles, como las que padece impunemente este país y le corresponde a los hombres buenos, ponerles un alto.
Pero, para que ocurran los cambios tenemos que dejarnos de buscar individuos que se quieran casar con la gloria; dejar de buscar y no permitir ser utilizados como carne de cañón y que cada uno de los dominicanos deje de creer en cuentos de hadas, en el discurso rancio, ramplón de que todo es por Patria, si, por esa que ellos mismos pervirtieron convirtiéndola en una ramera cualquiera y que ante el descredito de la misma, buscaron a Nación, la cual ya es peor que la primera; dejar de soñar en un predestinado o solo quizás, dejar simplemente de soñar, porque eso solo es: “el alivio de las miserias para los que las sufren despiertos”. Somos todos o somos ninguno.
Necesitamos con urgencia que se nos gobierne pero, con la ley en las manos e igual para todos. Que los actos circenses se acaben, como ese de elegir las altas, medianas y enanas cortes; la junta central electoral; la cámara de “cuentas” y demás yerbas. Que si examinaron equis cantidad y sin importar que cientos califiquen para los puestos, todos, absolutamente todos, sean incluidos en una gran tómbola desde donde salgan los que van a ocupar las posiciones… ¿les gusta?… ¡No, me parece que no!
Necesitamos que se acabe la impunidad y el blindaje. De que cualquier come yuca, que hace tan solo unos pocos años pedía para comprar una chatica de “romo” y hoy, se explayen pregonando disponer de miles de millones –y así lo gastan- para hacer una campaña electoral; que aquellos hacedores de leyes –inmorales por demás-, sean los primeros en violarlas sin consecuencia alguna en base a su bien estructurado sistema de blindaje. Que se acabe con permitir la inclusión en política hasta de aquellos “jugadores”, cuya fortuna todo el mundo conoce de donde proviene y, los llamados a defender el pueblo y así se autoproclaman, se hagan los ciegos, sordos y mudos.
Existe la posibilidad de que haya llegado el momento de expresar y llevar a cabo, las palabras que Don Miguel de Cervantes puso en boca del señor Don Quijote de la Mancha: “…El esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos y, sobre todo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que estén”. Porque la realidad en la cual están viviendo miles de dominicanos, debido –entre otras cosas- a los fenómenos naturales, simplemente, parte el alma. Pretender que con funditas y colchoncitos se resuelve ese gran problema es un absurdo. Por igual, que abriendo las puertas para hacer “compras de emergencia”, aun exista una ley para esto, por igual es un absurdo, es abrir camino a las indelicadezas que nos tienen jodidos. No señor, eso es politiquería vergonzosa, donde hasta la “ayuda” que por segunda vez y por miedo se han destinado para Haití, avergüenza hasta nuestra pobreza.
Cuantas edificaciones decentes se pueden hacer para que esto no vuelva a ocurrir, utilizando desde ya lo que se destina al populismo dantesco siendo ¿solidario? Por eso, el paradigma político-ramplón y paternalista es nuestro mayor y más perjudicial ciclón. ¡Sí señor!