Nació en un hueco de olvido
pudiendo nacer con fama:
fue recostado en la grama,
porque ni apero tenía;
Pudo ser reina su mama,
pero fue mama María.”
Del “Evangelio criollo”

No eran buenas las noticias que llegaban a Nazaret y en el campo de María y José las cosas no mejoraban mucho,a pesar del recién inaugurado gobierno de Herodes. Herodes se las traía y, como se sabe, nadie lo recuerda por el gasto social en su reinado.La orden de Augusto de un nuevo Censo (en aquel tiempo también los resultados tardaban años), presagiaba el nuevo protagonismo de Zaqueo, el pequeño. Se había filtrado que el déficit se estaba tornando inmanejable y los invasores romanos eran como romanos para gastar y como romanos para cobrar impuestos.

Las protestas, aunque esporádicas, mantenían a los opresores en lo que mejor saben hacer yser: intolerantes, violentos, ignorantes y arrogantes (la frugalidad es una creación post-moderna).

Todos esperaban al Mesías (no confundir con el 2016) recordando aquello de Isaías: “El pueblo que caminaba en la noche divisó una luz grande;habitaban el oscuro país de la muerte, pero fueron iluminados.”

Así estaban las cosas cuando –eran tiempos sin internet- Dios envió al Ángel Gabriel a darle el notición directamente a la interesada, que por supuesto lo aceptó feliz, aunque sorprendida, y se fue a visitar a una prima.

José también aceptó la voluntad de Dios sin mayores cuestionamientos. Por esos días la carpintería era una actividad como de clase media a la que Augusto y Quirino (Gobernador de Galilea) querían formalizar. Es decir: José con su tallercito a una esquina de su casa pasaría a tener responsabilidad fiscal, o lo que es lo mismo, tendría que trabajar unas buenas horas diarias para financiar la juerga romana.

Con María a pocos días de dar a luz y para cumplir sus obligaciones cívicas, o sea inscribirse en el Censo, debieron iniciar su viaje desde Nazaret a Belén. La Doña recriminaba durante el viaje al pobre José por no haber escuchado y seguido el consejo de los parientes más “tígueres” que, cuando se enteraron del embarazo le rogaron que aprovechara el tiempo en que las caravanas paseaban a los falsos profetas para registrarse en el SENASA. José respondía que ése era un derecho y que como él era carpintero informal,  iría a inscribirse en el Plan Subsidiado cuando los falsos profetas hubiesen acabado con el dinero del presupuesto.  Sabía que Zaqueo lo tenía entre “ceja y ceja” y que le debería pagar mensualmente un impuesto imposible de calcular, complicado de cobrar y muy difícil de pagar, sobre todo ahora con un hijo.

A las complicaciones del viaje (los caminos y las calles estaban imposibles, porque aunque todavía no existía la Navidad ya se habían inventado los hoyos) se sumó que no había lugar para María en la sala común porquea los hospitales a fin de año ya no les queda un “chele”.  Les recomendaron buscar un alojamiento donde les harían una rebaja si mostraban ‘la tarjeta’. “Te dije -le increpó María nuevamente- que eso tuyo de respetar la fila nos dejó sin ‘la tarjeta’ porque los fariseos se las quedaron todas.”

No habíaotros alojamientos disponibles pues por esos días se celebraban en Galilea unos extraños sorteos a los que llegaban muchos extranjeros en camellos todo terreno y en los que los ganadores se hacían de puentes, salones de clases o vendían el premio obtenido. Todo estaba ‘full’.

María, ya rendida, le dijo algo así como ‘Ya José, vamos para el pesebre,  no más.”

“Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado…”

Y al pesebre llegaron a adorarlo, primero los pastores del campo, los pobres de la comarca. Los demás estaban en lo suyo.

Lo que nunca se ha podido conocer en detalle (igual que no logramos saber si fueron reyes o sabios) es la cara del pobre Baltazar cuando vio la dirección que llevaba la estrella. Les dijo inmediatamente a Melchor y a Gaspar: “Hasta aquí no más llegamos” y ante la sorpresa de sus compañeros de viaje, se bajó del camello y con una angustia indescriptible les preguntó “¿Creen ustedes que,camino de adorar al Mesías, este moreno no serádetenido por migración y puesto en la frontera?” Lograron convencerlo de que todo iría bien cuando le aseguraron que tenían el teléfono del Centro Bonó y una entrevista con Juanus Bolivarianus.  Llegaron por fin con sus delicados regalos (mangú, queso de freír y conconete), a conocer al recién nacido.  Luego -como ha ocurrido tantas veces, a tanta gente y en tantos lugares- no les quedó de otra que “coger yola” para salvar la vida en el exilio.

Cuando el bebé aprendió hablar, entre otras cosas bendijo a los pobres, advirtió sobre el Reino, la aguja, el rico y el camello y… pero esa es otra historia.

Por ahora… Feliz Navidad y cuidado, que enero viene caro…