Nuestra Academia Dominicana de la Lengua (ADL), necesita una renovación urgente para que la misma pueda servirle a su sociedad en el marco de las nuevas perspectivas de la investigación lingüística, literaria y cultural, sobre todo en este siglo XXI que comienza.

Un inventario de los últimos boletines publicados por la dirección,  demuestra que en nuestro espacio de aportes académicos liberales, carecemos de unidades especializadas oportunas en nuestra narrativa de trabajo interno.  Por  ejemplo: carecemos de una Unidad de Análisis Cualitativo y Cuantitativo del discurso; una Unidad de Lengua y Género; una Unidad especializada de hablas rurales, urbanas y de márgenes; una Unidad de defensa de los derechos de los hablantes, así como una Unidad de participación sociodialectal dinámica que sirva para ofrecer y discriminar datos útiles sobre el habla o los hablares dominicanos actuales.  Continuar la propuesta de enriquecimiento de nuestro Diccionario del Español Dominicano ayuda a reforzar y a desarrollar, corregir lagunas y contribuir de una manera participativa en dicho diccionario recientemente publicado.

En efecto, dicho Diccionario, debidamente reforzado, reactivado y orientado al espacio de nuestra esfera pública, contribuiría a los derechos de nuestros hablantes y al conocimiento diasincrónico de los mismos.

Sin embargo, una renovación en cuanto a equipos profesionales conformados por una unidad de léxicos especiales que acoja idiolectos, sociolectos y tecnolectos, podría contribuir a un mejor conocimiento del Español de la República Dominicana,  tanto en habla-hablar, texto y contexto, así como en acción, creación y participación.  Todo esto contribuye al fortalecimiento interno de nuestra ADL y, desde luego,  a desarrollar un marco de confianza de nuestra ciudadanía, sabiendo la misma que tiene un apoyo científico, institucional y verdaderamente humanístico en nuestra ADL.

En efecto, lo anterior contribuye también a que en el marco de una propuesta de renovación como la presente, nuestros miembros de número, correspondientes y correspondientes extranjeros, se integren a un trabajo disciplinario areal, interdisciplinario y transdisciplinario, que sirva para reorientar el conocimiento dinámico de la lengua española de la República Dominicana registrada como Español Dominicano.

Todo esto nos llevaría a una práctica dialógica de estudio y aporte del Español dominicano, reconocido como un campo de estudio y rescate permanente de hablares locales, urbanos y rurales que hacen de nuestro acervo lingüístico un espacio de la cultura-movimiento y la lengua-en-movimiento conocida y activada como patrimonio nacional.

Así las cosas, entrar al siglo XXI con una consciencia institucional, crítica y autocrítica, ayuda a que las instituciones de la República Dominicana sepan que la ADL le va a servir a su sociedad y no solamente a un grupo reducido de eruditos, literatos, hombres cultos o especialistas “elitistas” para que sólo ellos exhiban sus conocimientos lingüísticos.

La calidad y orientación de los datos relativos al Español dominicano, adquiere más valor si los llamados datos y metadatos se afirman científicamente por equipos o unidades areales que también dialoguen en el proceso de renovación institucional, rescate y funcionamiento de nuestros saberes lingüísticos, literarios  y culturales.

Nuestros aportes están ahí, en el trabajo institucional de académicos y académicas vinculados por una práctica de trabajo al interior mismo de lo social, lo cultural, lo lingüístico y lo literario.

Entendemos, con el permiso y el debido respeto a nuestro director y a los demás miembros de nuestra ADL, que esta propuesta o llamado se tome en cuenta    para lo que debe ser   hoy nuestra Academia.  Invitamos a nuestros colegas y a nuestras colegas a que ayuden en esta etapa de renovación de nuestra ADL, para que la misma pueda cumplir con sus compromisos y propósitos ciudadanos, científicos y socioculturales.