La comunidad dominicana de New York, tiene que reflexionar profundamente sobre en manos de quienes esta su  alta política en esta urbe. Se debe cuestionar a quiénes le rinden cuentas, quiénes los manipulan,  y cuáles intereses representan lejos del interés general de la pujante comunidad criolla con mayor influencia y representación en los condados de Manhattan y el Bronx.

Si bien todos sabemos, que aquí los funcionarios electos no se eligen para servirle a una comunidad en especifico, sino a todos, pero también sabemos que todos empujan para su lado. Lo hacen los puertorriqueños, los afroamericanos, los judíos, los italianos, los anglosajones y otros, menos los dominicanos que por falta de personalidad, identidad o peso especifico no se sabe de qué lado están ni cuáles son sus principios.

Y eso es por falta de una plataforma y un concepto que defina el "empoderamiento"  más allá de los discursos de barricada que en cada elección vacían sobre los constituyentes. Los "políticos" de nuestros barrios, le venden sueños pasados por agua a la gente que no entiende la dimensión del privilegio que es votar por un representante en la legislatura municipal, estatal o federal.  Históricamente estos han ido hacia donde sopla el viento, manipulados como títeres y usados como  bisagras.

En ellos no existe, ni ha existido una agenda común para procurar una base sólida que genere logros y poder como sucede con otros grupos, los nuestros son bocinas y vedettes hábiles, eficientes para meterse en los lentes de las cámaras, mientras otros determinan lo que dicen y lo que hacen.  Esto lo hemos visto ahora con el debate que ha generado la nominación de Jenny Rivera para jueza de la Corte Suprema del Estado y que este lunes podría ser confirmada en el Senado.

A Rivera le cuestionan que no tiene méritos suficientes para desempeñar esa función, sin embargo entre los dominicanos hay varios con méritos superiores que debieron ser impulsados o tomados en consideración, como son los casos de los jueces, Fabiola Soto y Rolando Acosta por solo mencionar dos.

Y cabe preguntarse ¿Qué hicieron  Adriano Espaillat, José Peralta, Nelson Castro, Gabriela Rosa, Ydanis Rodríguez y Diana Reyna, para que Soto o Acosta fueran nominados? De ellos, cuatro sí estuvieron activados como resortes por los hilos invisibles del poder apoyando la nominación de Rivera  en las escalinatas de la alcaldía,  Adriano Espaillat, José Peralta, Ydanis Rodríguez  y Gabriela Rosa.

La comunidad dominicana debe entender que es  más importante tener un juez en la Corte Suprema  del Estado, que un senador o un asambleísta y esa posibilidad ya fue arruinada. Es bueno que conozcamos a nuestros Judas.