Ni Haití ni República Dominicana necesitan fuerzas armadas. ¿Para qué o para pelear con quién?  Los enemigos no son haitianos y dominicanos o un invasor que venga de fuera de la isla,  la amenaza es la pobreza que genera la corrupción en ambos países. Necesitamos un nuevo ejército, pero de funcionarios honrados que le duela a Haití y no usen la crisis para enriquecerse.

Necesita un poderoso ejército, pero de médicos e ingenieros para que construyan los hospitales.  El sistema sanitario dominicano es precario, en razón de que ofrece el servicio a las dos naciones.  Fue el doctor Héctor Quezada, cuando dirigía el Hospital Darío Contreras, que me aclaró que además de atender a los que viven en el país, a diario los haitianos cruzan la frontera para recibir atención en los hospitales dominicanos  y regresan de nuevo.

Merece un eficiente ejército, pero de educadores que tengan como cuarteles las escuelas en todo el país. Antes de pensar en fuerzas armadas que le consuman el poco presupuesto estatal, construyan escuelas. La única herramienta de progreso es la educación. El mejor ejemplo es Costa Rica, que luego de una guerra civil en 1948, eliminó sus fuerzas armadas y ese presupuesto lo destinó a educación, salud, ecología; a la organización de su país en sentido general.

No nos hablen de crear dizque fuerzas armadas, con “marina de guerra y fuerza aérea”, sino tienen adecuados puertos y aeropuertos,  usan los de República Dominicana para exportar e importar.

Reto a cualquiera a un debate a través de este diario (acento.com.do) para que me expliquen en que se ha beneficiado Haití y RD de sus militares. Al contrario, han sido la retranca para el desarrollo: dictaduras, golpes de estado a gobiernos progresistas, secuelas de crímenes políticos, contrabandos de armas, drogas y demás.

Para los que plantean revivir las fuerzas militares en el país más hambriento del hemisferio, es más fácil invertir en balas, metralletas, tanques de guerra que comprar leche a los niños desnutridos, curar los enfermos, educar los ignorantes.  Hasta el debate del tema es imprudente, pues ninguna de las dos naciones necesita fuerzas armadas. ¿Para qué?