¿Qué significa el término translingüismo? Implica, básicamente, y de modo bastante general, la pertenencia a varias lenguas. Haría falta diseccionar este término compuesto, para calar más hondo, así que “vayamos por partes”, literalmente. El prefijo trans (muy al uso en estos tiempos para amplificar el género –lo transexual–, los genes –lo transgénico–, la cultura –transculturalismo–) según indica la Real Academia Española en su Diccionario Panhispánico de Dudas, en esencia significa “detrás de, al otro lado de, a través de”. Así que translingüismo “lleva [intrínseca] la idea de atravesamiento, pasaje, viaje. Podemos decir que señala un cambio de ubicación, de localización.”[i] En términos estéticos, de arte producido, estaríamos hablando de quiebre de fronteras, desaparición de límites, desborde[ii]. Derivemos, pues, hacia una posible definición más amplia, que coadyuve a darle síntesis a nuestro objeto: la translingualidad vendría a ser la confluencia de varias lenguas en una escritura o habla, constituyendo su propio y nuevo código, por naturaleza inasible, difícil de regular a no ser a través de una gramática difusa.

Translingüismo es, en definitiva, algo más que bilingüismo, multilingüismo, uso de más de dos lenguas distintas, pero en hibridación, no tanto cultural, a lo García Canclini –la que conlleva acaso una superposición[iii]–, sino según las ciencias –donde se habla de uniones, mezclas, creación. Tenemos actualmente casos espectaculares de bilingüismo nacional, así consignado constitucionalmente, como acontece en la República del Paraguay. Sus idiomas oficiales son el español y el guaraní, lengua esta última incluso regulada también por una Academia de la Lengua. En el ámbito coloquial persiste como habla dominante el yopará o jopará, término guaraní que significa “mezclado” y que en la práctica resulta exactamente eso: mixtura indiscriminada (y sin embargo comunicativa) del español que trajo consigo el invasor-conquistador y el guaraní nativo. Otro nombre –menos feliz– para esta habla es “’guarañol”. Tan contundente realidad bilingüe, trasladada al terreno de la poesía, resulta un tanto distinta en resultados: basta pensar que en vez de procurar “entendimiento”, comunicabilidad, lo que produce es una realidad verbal con mucho mayor sentido, ritmo, movimiento.

El Paraguay es, además, uno de los 44 países del planeta de condición mediterránea, compartiendo esta problemática característica, en el continente americano, con Bolivia. El Paraguay, empero, a diferencia de este último país, consigue salida al mar sobre todo a través del río Paraná, que uniéndose con el río Uruguay conforman el de La Plata, y que transcurre, además de por su propio territorio, por Argentina y Brasil, fronterizos entre los tres. Esa mediterraneidad del río Paraná ha de servirnos para fluir, fluvialmente viajar a través de la poesía, mezclando aguas y lenguas.

La poesía guaraní, la poesía indígena mbya, presente desde siempre y cuyo remonte alcanza cantos míticos originales como los del Ayvu Rapyta, hace eclosión a mediados del siglo XX, gracias a poetas como Martínez Gamba, Susy Delgado o Miguelángel Meza –para mencionar algunos–, por lo regular manifestándose en terreno bilingüe, con un interfaz de traducción entre una lengua y otra, no siempre con simbiosis, o solo parcialmente. La poesía contemporánea escrita en guaraní es sumamente importante, por sus implicaciones con el propio ser paraguayo y por el corolario lingüístico del hecho, trascendental.

Pero, por otro lado, existe una escritura (¿poética?) que excede la alternabilidad guaraní-español traduciéndose entre sí, proponiéndose más bien como una especie de yopará poético, si me permiten la invención. Para ejemplificarlo, basten por ahora los casos medulares de Mar paraguayo  de Wilson Bueno, el concepto y desarrollo del “portuñol salvaje” de Douglas Diegues y el Ysypó-paraguay-rembó de Cristino Bogado, salvando para otro espacio experiencias de escritura radicalmente translingüística de nuestro ámbito, como las Galaxias  de Haroldo de Campos y Larva  de Julián Ríos, además de las inmersiones en el portuñol, sus visos, en la poesía de Néstor Perlongher. Esta escritura translingüística de la que hablo parte desde el Paraguay, transformando su condición de triple frontera topográfica (Paraguay-Brasil-Argentina) en triple frontera poética (español-portugués-guaraní).

Calificando a Mar paraguayo[iv]  de amalgama lingual que acaso inventa el portuñol, y ya mechado de guaraní, Néstor Perlongher amplía que este “no se estructura como un código predeterminado de significación […], no tiene estructura […], es indeciso, intempestivo, mutante, no mantiene fidelidad sino a su propio antojo, desvío o error.” Y continúa, a seguidas: “El efecto del portuñol es inmediatamente poético. Hay entre las dos lenguas una vacilación, una tensión, una oscilación permanente: una es el error de la otra, su devenir posible, incierto e improbable.”[v]. Wilson Bueno, nacido en el Estado de Paraná en 1949 (donde también murió en el 2010), amplifica su estética a través de una:

notícia

Un aviso: el guaraní es tan esencial en nesto relato quanto el vuelo del párraro, lo cisco en la ventana, los arrulhos del português ô los derramados nerudas en cascata num solo só suicidio de palabras anchas. Una el error dela outra. Queriendo-me talvez acabe aspirando, en este zoo de signos, a la urdidura esencial del afecto que se vá en la cola del escorpión. Isto: yo desaria alcançar todo que vibre e tine abaixo, mucho abaixo de la línea del silêncio. No hay idiomas aí. Solo la vertigem de la linguagem.[vi]

Al afirmar que “no hay idiomas ahí”, en ese silencio dicente, Wilson Bueno formula una paradoja sígnica, un error en el sistema: el omelette de lenguas, el batido de lenguajes en el vórtice, en el vértigo, pretende decirlo todo callando al mismo tiempo desde una lengua fronteriza.

Catatau  es el inmediato precedente de Wilson Bueno. Paulo Leminski (1944-1989), también natural del Paraná, amalgamó en su libro, “una escritura que se disuelve apenas se la lee”[vii]. Desarrollado en lengua elastilingüe,  Catatau  abrió compuertas al caudal del Paraná:

Destílogos perdiéronse en la mudanza, metálogos: ¡queda el nodo górdico por el polo nuestro en los pórticos del golfo pérsico! ¿Ellos, no, sino él, no es? ¿De nosotros dos, vos es que nois y yo que soy nido? Por copia presta y pronto pretexto. ¡Aura zeferina, zendavestal en mis cachos, una palanca al alcance de todos los calcañares, de la caravana no se escaracrespa ni una barbachiva! Saque nulo: no hay me llegue que no me mate, ¡nadie me sinegura! Comenzando lo oscuro a ser, nunca más dextrimina de oscurecer:
¡saco sea maleta, es sólo título que se conserva! ¡Minuluscofúsculo!
¡Donde el lustro fosco busca, bifurca y se disturba, trisurque el sólito,
la troglo dita! ¿Antro? Unaltro. ¡Leprosiento! ¡Quienquierquiera nos
guarde de que se dunquerque! ¡Lopessostesso![viii]

Luego fue sólo seguir la profusión de neologismos, la proliferación tan vasta de sentidos provista por el uso de vocablos de lenguas muy distintas.

La referencia en el estudio introductorio a una antología de poesía paraguaya al brasileño Douglas Diegues (1965) como “un poeta de frontera”, de “una experiencia infrecuente, que integra el portugués, el castellano y el guaraní”[ix], da pie para incitar una cuestión: ¿decimos aquí frontera pero para hablar de topos, tierra, geografía (aunque Diegues naciera en Río de Janeiro vive en Mato Grosso del Sur)? ¿O queremos decir: la frontera boscosa, el matorral salvaje, espeso, grosso, del lenguaje horadada por los topos del poema? Fuera lo que fuera, Diegues prefiere escribir en un “portuñol salvaje”, y así lo explica:

U portunhol salvaje es la língua falada en la frontera du Brasil com u Paraguai por la gente simples que increíblemente sobrevive de teimosia, brisa, amor al imposible, mandioca, vento y carne de vaca. Es la lengua de las putas que de noite vendem seus sexos en la linha de la frontera. Brota como flor de la bosta de las vakas. Es una lengua bizarra, transfronteriza, rupestre, feia, bella, diferente. Pero tiene una graça salvaje que impacta. Es la lengua de mis abuelos. Porque ellos sempre falaram em portunhol salvaje comigo. Us poetas de vanguarda primitivos, ancestrales de los poetas contemporáneos de vanguarda primitiva, non conocían u lenguaje poético, justamente porque ellos solo conocían un lenguaje, el lenguaje poético. Con los habitantes de las fronteras du Brasil com u Paraguay acontece mais ou menos la misma coisa. Ellos solo conocen u lenguaje poético, porque ellos no conocen, non conhecem, otro lenguaje. El portunhol salvaje es una música diferente, feita de ruídos, rimas nunca vistas, amor, agua, sangre, árboles, piedras, sol, ventos, fuego, esperma.[x]

Se evidencia en este texto la tentativa de igualar –percibo, creo ver–, la poesía naturalmente manifiesta del yopará del mundo oral con la poesía escrita de este modo explosivo, mixturado, translingüístico, desde ese Mato Grosso mojado por ahí por el río Paraguay, por el río Paraná. Vertido ya en la práctica poética, el portuñol salvaje en Diegues suena así:

las carnicerias fronterizas parecem museus de arte do futuro –

pedazos de carne crua enormes pendurados em ganchos

cavernosos de hierro –

moscas de todos los colores tamanhos zumbidos –

museus de carne – carne muorta – mas ainda viva –

carne bermelha que depois de dois dias en la sombra

começa a dar vermes brancos que brotam como hongos de la

putrefação –

para compensar toda essa lamentação –

arte legítima

como que non se falsifica –

los açougueiros como uma nova estirpe de artistas –

vagundeando pelo ar

u cheiro de la carne morta te delizia ou te faz vomitar

aquí –en la selva–en la ciudad–en el mundo de la lua–

por que será que u horror tem color de carne crua

 

Valga la mención final del título de uno de los más recientes libros de Douglas Diegues: El astronauta paraguayo, publicado en Asunción en 2007. Otros brasileños practicantes del portuñol son Joca Reiners Terrón, Ronaldo Bressane y Xico Sá.

El delta de este Paraná poético desemboca por necesidad, de nuevo, en el propio Paraguay, donde un poeta nativo, Cristino Bogado (Asunción, 1967), hace implosionar, detona desde dentro la retórica imperante, inventándose su propio translingüismo:

Kurupí, último bicho pilingüe y velvet-maká-urbanizado ke hala y fala en este blog su secreción lingüística, ese poro´unhol (portugués 10% español 70% guaraní pikante 20%) sería en el fondo definible como un san culot-tismo poétiko, grito a calzón kitado, pene erectismo full time, una falange anarko-para-militar de la letra, una alucinazione paranoikia-krítica del das kapital yankee, y su mayo del 68 un tsunami-yiyismo sin bombacha pra xuxu, un baile de san vito tevinandí paguasu!!![xi]

Bogado, crítico, cítrico, autocrítico y en crisis, hace avanzar la oruga de su panzer incluso sobre el propio portuñol:

Ella es

la reina de los albañiles

del mañana inconsútil

He’ë

digámoslo de una buena bez

toda la poesía yamada del poro’uñol salvaje

del kartonerismo vya asunceño

no es más ke la vieja puellarum kantica:

poesía empollada bajo las cálidas polleras de las yiyis,

poesía kalidá de exaltación de las yiyis pollerudas[xii]

 

Todo ello sin dejar de confirmarnos que su Yo es un yopará:

 

Mi Yo es un jopará de española balbuceante y guaraní guarango

Una mancha colorida un mix nutritivo

chillido de chillida astillazo de estados anarkos

My Yo es un jopará de locro y poroto translaticios post-tizianos postizos

Es una mancha pará en la piel de la española y su lengua lectoleprosa

(una prosa atiborrada de os)

Es un río Paraná de flujos no deseantes ni pulsionales

Es una comida verbal una oración gastronómica

Un reloj de gases y espíritus

Gagá

gagaku

Basado en apenas Nada

Mau lágrima[xiii]

Los también paraguayos Edgar Pou y Jorge Kanese son poetas adláteres al portuñol salvaje, de una manera u otra.

[i] Kuky Mildiner, La época Trans, http://www.nel-mexico.org/articulos/seccion/radar/edicion/91/522/La-epoca-Trans.

[ii] “Así el morfema trans implica postular una nueva territorialidad, un campo de facticidades complejas en las cuales dejan de tener vigencia las oposiciones binarias, los contenidos determinados, lo fijo y establecido, de modo tal que los límites planteados por los diferentes lenguajes dejan de tener validez. El borroneamiento, la mezcla, la disolución de fronteras entre ellos quedan transmutadas en una totalidad otra diferente y distinta de la resultante de una simple suma de elementos.”, “Acontecimientos translingüísticos” blog Publicado por Mariana Pozo 12 de marzo de 2011, citada por Mildiner.

[iii] Ver Culturas híbridas, Néstor García Canclini, Paidós, Buenos Aires, 2001.

[iv] La primera edición es de Iluminuras, Brasil (1992), la segunda por Intemperie en Chile (2001), la tercera por Tsé-Tsé en Buenos Aires (2005) y una cuarta por Bonobos, México, 2006.

[v] Sopa paraguaya, prólogo a la edición de Mar paraguayo publicada por la editorial Tsé-Tsé en Buenos Aires, 2005, Colección Archipiélago #17. Pag. 8.

[vi] Op. Cit, pag. 11.

[vii] Reynaldo Jiménez, “Del endês y su demasíada”, postfacio a Catatau, Editorial Descierto, Buenos Aires, 2014, traducción del propio Jiménez.

[viii] Op. Cit.

[ix] Poesía del Paraguay, selección de Miguel Ángel Fernández, Susy Delgado y Fredi Casco; prólogo de Miguel Ángel Fernández, Editorial Arte y Literatura del Instituto Cubano del Libro, La Habana, Cuba, 2010. Pag. 11.

[x] Texto introductorio en Uma flor na solapa da miseria, poemas de Douglas Diegues, Eloísa Cartonera, Buenos Aires, 2005. Pag. 3.

[xi] Presentación de su blog, Kurupí.

[xii] En Amor Karaíva, Milena Caserola, Buenos Aires, 2009. Pag. 71.

[xiii] Se puede leer el poema completo en http://ea.com.py/v2/mi-yo-es-un-yopara-poema-de-cristino-bogado/