Hasta ahora he dedicado esta columna a brindar a mis lectores las herramientas analíticas necesarias para desmontar y entender la avalancha de mentiras que los arropan a diario y las diversas trampas que les tiende una clase política compuesta por rufianes y zahorria. Así será hoy también, pero me embarga además la compasión y me mueveel deseo de regalarles a los implicados (presentes y futuros) en los cables secretos de Wikileaks una serie de estrategias para afrontar la desagradable situación de levantarse una mañana luego de apacibles sueños y verse convertido en una cucaracha gigante… Sobre todo porque para nosotros, los espectadores de esta lamentable zarzuela protagonizada por malandrines que el azar y la oportunidad han enaltecido y glorificado, es una escena vergonzosa cuando esa cucaracha gigante, en el mejor de los casos, se pone a hacer un bailecito retórico para escabullirse de la red y, en el peor de los casos, la cucaracha se pone a llorar y a darse golpes de pecho.

Mi contribución tomará la forma de una clave de lectura de útil y fácil consulta para incluso los más recalcitrantes y reacios entre mis lectores. A veces lo más obvio no es lo primero en verse, de manera que iremos de lo más evidente (“lo que se cae de la mata”), hasta lo menos. Si estás implicado en los Wikileaks, o crees que lo estarás pronto, esta lista también te resultará de utilidad, pues podrás seleccionar las estrategias más inteligentes para tratar de salirte del atolladero.

1. Los cables de la Embajada “eran” secretos.

Todo el mundo está hablando como si hubiera olvidado este pequeño detallito. O quizá lo están obviando adrede. Vale la pena repetirlo: los cables secretos filtrados por Wikileaks sonSECRETOS… O bien lo eran. En ningún momento sus autores los redactaron para darlos a la luz pública, publicarlos en un periódico, en un libro,o usarlos como deposición en un tribunal de justicia. No son acusaciones judiciales, libelos o infundios por la sencilla razón de que no cumplen con el requisito esencial de ser PÚBLICOS. Su naturaleza, hasta que Assange los da a conocer, era de estricta confidencialidad. Son (o eran) documentos “que no existen” y, como tales, nunca fueron creados para que tuvieran consecuencias. Con ellos no se pretendía dañar la reputación de nadie de cara al pueblo dominicano, pues su circulación estaba constreñida a los ojos de muy pocos “UpperLevelOfficials” de la Secretaría de Estado de los Estados Unidos.

Por esta razón, reaccionar a las imputaciones de los cables diciendo que son “mentiras”, “falacias”, “infamias” o “calumnias”, es de una imbecilidad sin parangón que revela: a) no haber sopesado la respuesta con suficiente calma y, b) posible culpabilidad. Es prácticamente imposible solidarizarnos con los implicados en los cables si esa va a ser su respuesta y la razón es simple:si los gringos están mintiendo, ¿a quién le mienten y con qué objeto? No al pueblo dominicano, lo cual pudiera versecomo injurioso si, en efecto, la información fuera falsa.Pero, ¿qué sentido tiene “difamar” a alguien en un mensajeinaccesible? Ninguno. Resulta, pues, que para creer en la inocencia de los implicados en los cables habría que concluir que los americanos se están mintiendo a sí mismosacerca de temas que no revisten importancia directa para Estados Unidos y que no generarán ninguna consecuencia para los imputados, gracias a la naturaleza secreta de la comunicación… Si alguno de mis lectores se siente capaz de explicarme por qué los americanos harían algo así, mi correo electrónico está en la parte de arriba de esta página.

La maravilla de los Wikileaks es precisamente esa: nos ha permitido acceder a una comunicación secreta entre funcionarios cuya labor es recolectar y suministrar a Washington la inteligencia más certera acerca del funcionamiento del país que los acoge. En otras palabras, que si me obligaran a apostar, yo apostaría a que los cables dicen la verdad “tothebest of theirknowledge”. En todo caso, la mejor respuesta de un implicado en el cable sería declarar que los norteamericanos obtuvieron inteligencia falsa (lo cual tira al medio a los que proporcionaron las falsedades y concentra la culpa en la indignidad del caliesaje), o errónea… Y aun así, yo apostaría a que los americanos hicieron bien su trabajo.

2. El melodrama lo único que logra es arrebatarles la poca dignidad y credibilidad que les queda… que no es mucha.

El melodrama, la referencia al honor, a la honra, a la respetabilidad y los códigos de conducta masculinos del Siglo de Oro español no encuentra eco entre la gente precisamente porque la mayoría de nosotros tiene más razones para creer en la eficiencia y desapego de los espías estadounidensesque en la integridad de los funcionarios públicos locales. Y nadie podría tildar nuestra posición de irracional o infundada. Rasgarse las vestiduras lo único que logra es exacerbar el repudio de la gente que ya de por sí no puede más de la vergüenza ajena.

3. Siempre hay un 0.00000000000001% de probabilidad…juega ese número bajo tu propio riesgo.

Por supuesto, siempre queda la posibilidad de que los Americanos hayan empacado todos esos cables con especies difamatorias con el objetivo de dañar públicamente la reputación de figuras prominentes de la política dominicanainspirados por elodio irredento del staff de la Embajada de los Estados Unidos, y confiando en la profecía(que habrían descifrado en las Centurias de Nostradamus) de que en el futuro JulianAssange los obtendría a hurtacordely los donaría a dos medios de comunicación masivos de República Dominicana… ¿Por qué no? Todo es posible.

4. Ojo al desmentir una acusación de soborno.

Es posible que en los cables que están por ser publicados en los próximos días traigan consigo nuevas acusaciones de soborno. Si es así, replicar que la cantidad ofrecida y supuestamente aceptada es demasiado insignificante para comprometer la honra es una respuesta zafia y poco inteligente. Decir que jamás harían algo por la friolera de cuarenta mil dólares es prácticamente lo mismo que decir que quizá lo harían por cincuenta mil. O por cien. Lo mejor es decir que no lo harían por todo el dinero del mundo… aunque sea mentira.

5. Ponte “alante”.

No hay que ser bocón ni sabroso. Todas las personalidades políticas del país deben hacer un examen de consciencia antes de ponerse a festejar los cables de Wikileaks. Hoy dañan a un rival político, pero mañana puede ser tu trasero el que quede en la hornilla. Lo mejor es “ponerse alante”, como lo han hecho Jaime David Fernández y Lord Voldemort… quiero decir, el Cardenal. Descalificar de antemano lo que haya dicho o haya dejado de decir la Embajada de los Estados Unidos funciona hasta cierto punto. Si acabas por estar implicado, tendrás que afrontar la ignominia y la vergüenza que acarrea el hecho de que tu pueblo se entere de que eres un vil malandrín (si es que no lo sabía ya), pero te ahorras el ridículo de tener que despotricar contraun medio que primero celebraste y ensalzaste. Este consejo le llega demasiado tarde el ex presidente Hipólito Mejía.

6. Válete del silogismo y tápate con otros compañeros de infortunio.

No estarás solo por mucho tiempo. Preveo ya una cofradía de los implicados en losWikileaks. Como es de esperarse, todos los implicados y mencionados en los cables negarán la veracidad del contenido de su cable (ignorando el punto número 1), pero especialmente la del contenido de otros cables protagonizados por otros funcionarios, a la espera de que si todos se unen y todos lo niegan surgirá el consenso de que ninguno de los cables tiene validez. La lógica va más o menos así: “Si el cable en el que salgo yo decía una vil falsedad, entonces muy probablemente el cable en el que tú sales también dice una”. Y así deben confiar que el otro implicado reciproque la atención. La estrategia no es mala y ya está saliendo a la palestra, como habrán podido darse cuenta los fieles lectores de Acento.com.

Esto es todo por ahora, mis pacientes lectores. Seguramente, otros puntos irán surgiendo a medida que los cables filtrados sigan desenmascarando a los destructores de la sociedad dominicana… Si no es que aparezco yo también en uno de esos cables, en cuyo caso, serán puras mentiras.