Si me preguntaran cuál fue la imagen más representativa del 2012 en República Dominicana, tendría la tentación de señalar la hermosa y esperanzadora secuencia, de un joven caminando con una bandera, sobre las murallas anexas a La Puerta del Conde, con la multitud aglomerada en el Parque Independencia, en protesta contra la reforma tributaria y contra otros abusos y despropósitos del gobierno. Y sin lugar a dudas que esto representaría, muy enaltecedoramente, lo más alentador del embarrado panorama nacional.
Pero hay otra imagen, servida por Nuria Piera en su programa, que contrasta con esa y que no estoy segura de si habla más de nosotros como sociedad, que la primera; pero sí que lo hace en una dramática dirección opuesta. Y es desgarradora. Y da pavor. Y vergüenza.
Ni el saqueo sistemático que sufre el país por parte de sus autoridades, describe con más detalles el desastre en que nos encontramos, que esas imágenes tan desprovistas de consecuencias y tan apresuradamente olvidadas, si no es que aplaudidas.
Se trata de las contenidas en el vídeo, donde aparece un teniente de la policía asesinando a un fugitivo desarmado, en San Francisco de Macorís.
Acorralada la víctima, sin tener esta para dónde huir, ni con qué agredir a alguien, ve cómo el oficial se le acerca, con seguridad y determinación, le apunta -el fugitivo se encoge instintivamente- y el policía hala el gatillo, pero el arma -tal vez conmovida, ante la frialdad de su portador y para darle a éste una oportunidad de reconsiderar su crimen- se encasquilla.
El teniente de la policía, auxiliar de la justicia y agente del orden, disparó otra vez y en esa segunda ocasión no volvió a encasquillare el arma. El policía asesino se habría conmocionado más para escupir o estornudar.
El oficial que protagonizó este hecho es un asesino. Los superiores de ese oficial, que aprueban y alientan esos hechos -y muchos de los cuales se han formado en la misma escuela y comparten "valores"- son igualmente responsables del crimen y además tienen su propia cosecha de asesinatos.
Los legisladores que felicitan, apoyan y auspician estas acciones -que pasan por encima de las leyes, a cuya confección ellos presuntamente se dedican- son, de la misma forma, responsables de esas atrocidades.
La iglesia -y los jerarcas- que aplauden las ejecuciones extra judiciales de delincuentes desarrapados -protegiendo bajo los faldones cardenalicios a los delincuentes de cuello blanco y a los pederastas impunes- tienen una ración fundamental de culpa.
El Presidente de un país que tolera una situación como esa, también es un cómplice. O un incompetente. O un irresponsable. O un inconsciente. O todas las anteriores. Y no sirve.
Las dos imágenes, la del joven que protesta en reclamo de una mejor sociedad y de un gobierno eficiente, que cumpla leyes justas y la del policía asesinando deportivamente a un preso indefenso, representan las opciones de rumbo que tenemos y que tan claramente pudieron identificarse durante el año recién finalizado.
Por un lado, el 2012 fue un año catastrófico para República Dominicana, si lo medimos por los picos alcanzados en la corrupción, el clientelismo, la impunidad y el retroceso en los derechos humanos, civiles y políticos y por la violencia que se ha expandido, como código legitimado para la convivencia social, desde el ámbito más amplio, en la relación gobierno-ciudadanía, hasta el mas particular, que incluye familiares, vecinos y conciudadanos.
Por otro lado, fue un año muy fértil, productivo y esperanzador, si lo consideramos por el despertar y la inmovilización cívica, registrados a partir del anuncio de la nueva reforma tributaria.
En la primera apreciación, sería hasta alentador utilizar el término “episodios”, para referirse a muchas de las imposiciones y agresiones ejecutadas y planificadas para unaimplementación inmediata o próxima, desde el gobierno.
Pero no se trata de “episodios”, sino de procesos concatenados, coherentes y definidos y programados por el Comité Político del Partido de Liberación Dominicana -con Leonel Fernández al frente- los beneficiados por la clase de relaciones económicas por las que éstos propugnan y los sectores más conservadores de la sociedad dominicana, que se caracterizan por sus agresiones al ejercicio democrático y al saboteo de la participación potable de todos los actores afectados por iniciativas diseñadas e impuestas por el gobierno y los sectores poderosos.
El año fue catastrófico, en la que medida en que los sectores de poder se impusieron arbitraria y dictatorialmente sobre el país, en unos casos hostigando y persiguiendo y en otros simplemente ignorando a la gente que se movilizó en demanda de que el gobierno funcione dentro de ciertos parámetros de prudencia, adherido a alguna institucionalidad y cumpliendo sus funciones de garante de los derechos e integridad de partes oprimidas, discriminadas, desposeídas y agredidas.
Por suerte y contrario a lo que muchos dirigentes del PLD se creen, tampoco se pueden considerar como “episodios” aislados la confrontatividad y resistencia que ha tenido el gobierno, por parte de amplios grupos sociales, hastiados de las deficiencias gubernamentales, de los excesos de los funcionarios, de la inoperancia de las instituciones públicas y del sistema vigente de exclusión, abuso y marginalidad.
Poco a poco, se han articulado, algunas respuestas desde la ciudadanía común, contra el primitivismo gubernamental que tan provechoso resulta para algunos.
Afianzar una actitud de resistencia, confrontar lo que es injusto, desobedecer disposiciones tiránicas y hacerse oír ante el gobierno: esos son algunos de los puntos en la agenda para el 2013, que será un año muy animado.
La gente que se sabe afectada, o que se siente compromisaria con el destino de su país, tiene el derecho y la obligación de defenderse y defender a su patria.