Ya que el escándalo de Odebrecht no alcanza a nuestra justicia, nuestro Consejo Superior del Ministerio Público –el complemento esencial para un Sistema de Justicia que se precie– ha creado su propio escándalo: mostró el refajo, uno muy sucio y poco pulcro, cuando se dispone a renovar a todo el Ministerio Público.
El escándalo de la semana se destapó de la mano de dos reinas, Edith Febles, en el programa de comentario Enfoque Matinal de la Cadena De Noticias (CDN) y asistida por Altagracia Salazar, cuando denunció las “malas artes” con que manejó el Consejo Superior del Ministerio Público para “cuadrar” los candidatos de forma tal que fuesen asignados los convenidos. (A buen entendedor, pocas palabras). El trio de comentaristas represaliados lo completa el comodín de Ricardo Nieves, connotado profesional y mejor amigo.
Las preguntas caen por su propio peso. Estando tan cerca de la hecatombe de México, ¿podemos felicitarnos porque aquí la “mafia” aludida no manda sicarios a matar a periodistas si no a cancelarlos? ¿Es ése un avance suficiente para vanagloriarnos de un gobierno que permite la crítica hasta que le duela, porque quien ose poner el dedo en la llaga sufre el efecto de la connivencia de los dueños de los medios con los ¿dueños? del poder?
Ante estas tentaciones es que el ejemplo de la democracia estadounidense se aclara, que para evitar esa tentación, existen unos medios cuyos dueños se alinean con las causas liberales (The Washington Post) o con las causas conservadoras (FOX NEWS). Aquí los medios comienzan como proyectos empresariales, por eso, los criterios son mercuriales. Si CDN necesita un espacio que compita con la popularidad de una estación de radio, tiene que buscar a dos reinas y un comodín con credibilidad social que hable más alto que la competencia.
Eso sí, sin compromiso con las consecuencias, por lo que no hay compromiso con el patrono y, por ello, se aplican simples reglas del Derecho de Trabajo. Nada de apego a la verdad, ni de libertad de expresión.
Nuestros medios no son ni sombra de los medios liberales fundados por nuestros próceres, comprometidos con los valores de la modernidad, del liberalismo y de la lucha en contra del aristocratismo, como lo ilustra la prensa del siglo XIX de nuestros países. La del siglo XXI solo representa los intereses del mercado, es decir de los beneficios que se reparten a diestra y siniestra, y su secuela de fake news y manipulación de la voluntad y la opinión pública.
¿Pasaría la democracia dominicana la prueba de fuego de una investigación a sus propios estamentos gubernamentales, sea por una justicia independiente (casos brasileño y argentino) o una comisión parlamentaria (caso peruano) o un organismo investigativo (caso estadounidense)? La respuesta la sabemos de antemano, porque nos quemaríamos a la primera, ya que las mismas instancias parecen apostar a pasar el Rubicón sin mojarse un pelo…
. . .
Recientemente, Altagracia Salazar en su experimento de “conversar” con su público a través de las redes sociales, informaba de la salida del trio de Enfoque Matinal, es decir, de las dos reinas y del comodín que nos motivan estas divagaciones.
La versión expresada por Altagracia parece consistente con el estilo “boxístico” puesto de moda en los programas competitivos de la mañana dominicana: disfrazar la verdad con opiniones encontradas entre los contertulios de los programas de opiniones. Una forma “elegante” es invitar al enfrentamiento de ideas, dejando un limbo culpable de que no se consolide la versión de la verdad.
Los jerarcas del canal propusieron añadir otras voces “afines a los intereses gubernamentales” a la formada por nuestras dos reinas y el comodín, diluyendo así el impacto de las denuncias que como la del Consejo Superior del Ministerio Público, pudiéndose argumentar cumplir con la Ley de Prensa al dar cabida a ambas opiniones. La institucionalidad, ¿dónde queda? ¿Habría investigaciones sobre las presentaciones de hechos graves para la manipulación de uno de los estamentos del Estado? No me cabe duda de la connivencia de los dueños del país, de fuera y dentro del gobierno de turno.