Nuestro país está expuesto de manera cíclica y permanente a desastres naturales (huracanes, inundaciones, terremotos, y hasta tsunamis), incendios, así como robos, atracos y otras manifestaciones de violencia que provocan daños psicológicos, físicos y a veces hasta la muerte en las víctimas.
Las víctimas podrían encontrarse en cualquier lugar y hemos visto como han sido afectados el personal que labora en distintos centros de trabajo de variados niveles y actividad económica.
Un terremoto, un incendio o un asalto podrían hacer que uno o un grupo de empleados/as de una empresa podrían ser presas de un ataque de pánico ante el peligro real o imaginario que se les presente y ante el cual sientan amenazada su sobrevivencia.
Esa realidad frecuentemente la vemos en los medios de comunicación y nos ha motivado a compartir con nuestros lectores algunas opiniones autorizadas de investigadores del tema y que consideramos oportunas.
La mayoría de las personas expuestas a situaciones peligrosas en la que se ven en riesgo inminente sienten miedo, que podría estar acompañado de ansiedad, confusión mental y acciones hasta irracionales lo cual puede ser considerado como normal, no como pánico.
El pánico es fácilmente contagioso, por lo que un individuo fuera de control podría hacer entrar en pánico a una multitud
Es más, el miedo se considera como bueno, y como herencia genética, ya que pones en condiciones de evaluar el peligro adecuadamente y nos prepara física y mentalmente para la lucha o la huida lo cual garantiza la sobrevivencia de la especie.
Amenazas graves podrían hacer que el miedo se acompañe de náuseas, vómitos, taquicardia, trastornos de la presión sanguínea, temblores, sudoración profusa, diarrea, etc., razón por lo que el miedo debe ser mantenido bajo control, porque de lo contrario si nos desborda nos hace incapaces de reaccionar adecuadamente para garantizar nuestra propia seguridad y la de los demás.
Por lo visto, el pánico no es la regla sino la excepción en caso de desastre o peligro, que nos es tan frecuente como se cree, sino más bien raros.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), junto a otras organizaciones, consideró que el pánico puede presentarse cuando el desastre sorprende a una multitud en un lugar cerrado y está relacionado con la imposibilidad, real o imaginaria, de poder salir de la zona de peligro.
Es decir, el pánico se presenta cuando las personas no ven alternativas de respuestas ante un peligro y se sienten incapaces de enfrentarlo. Además, el pánico es fácilmente contagioso, por lo que un individuo fuera de control podría hacer entrar en pánico a una multitud.
En caso de una persona entrar en pánico debemos procurar su control y aislamiento, ponerlo fuera de peligro con la ayuda de otras personas debido a la fuerza que puede desarrollar un individuo agitado, y quizás violento. Luego de aislado no se dejará solo al individuo, por lo que debe procurarse el cuidado de algunos compañeros de trabajo.
Una persona presa del pánico podría tener obnubilados los sentidos por lo que se recomienda "mirarle fijamente a los ojos y hablarle con voz fuerte y autoritaria" indicándole lo que hay que hacer, y lo hará. Cuando esté bajo control conviene que se integre paulatinamente a las tareas de ayuda, lo que le favorecerá.
Si el pánico es inminente alguien, preferentemente capacitado y entrenado debe tomar inmediatamente el control y liderar todas las acciones para enfrentar la situación de peligro y proteger vidas y bienes.
Los líderes deben direccionar al grupo con comandos fuentes y firmes indicando cómo, cuándo y a dónde dirigirse. Podrá haber un estado de confusión y caos pero los líderes deben insistir en las órdenes que impidan que cunda el pánico y hayan lesionados o víctimas fatales.
Socorrista especializados recomiendan no tratar de impedir el paso a un grupo que ha entrado en pánico porque no logrará detenerlo, sino que por el contrario podría ser aplastado y morir en el intento. Sugieren que lo más correcto es confundirse en el grupo con destacada participación dar las órdenes que orienten el grupo, colocándose en el centro, si el grupo está detenido, o en las primeras filas si está en movimiento, animándolo a seguir la ruta más conveniente.
Cuando ya el peligro a pasado viene la calma, aunque no en todos los individuos al mismo tiempo por lo que siempre se requerirá la asistencia del personal de salud ocupacional de la empresa, psicólogos y psiquiatras para atender a los afectados.
En estos tiempos, para enfrentar los peligros latentes, se hace imprescindible que las empresas tengan un Equipo de Primeros Auxilios integrado por los mismo trabajadores y trabajadoras, debidamente entrenados y equipados; contar con programas de capacitación de que hacer en caso de emergencia para todo el personal; rutas de evacuación señalizadas; simulacros de evacuación del personal y Punto de Reunión en el exterior en caso de desastre.
Todo debe hacerse tomando en cuenta que el fin último del que está vivo, es seguir viviendo.