“. . .no sólo hace un PANEO por eventos tan conocidos como el caso. . .”

La palabra del título logró su incorporación en el lexicón mayor de la lengua española en la última edición. En algunos países la voz es desconocida, aunque en varios países de la América Hispana tiene ya historia.

Los primeros indicios de la vitalidad del vocablo en cuestión se presentaron cuando fue expuesto en el Diccionario de americanismos (2010) de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Ya ese diccionario se refirió por sus nombres a los países hispanohablantes que utilizan el paneo en sus hablas y textos.

El diccionario antes mencionado asienta cuatro acepciones diferentes para paneo. Todas ellas tienen relación con la vista o la imagen. Esa uniformidad le confiere sentido a la inclusión que ha hecho el lexicón oficial con respecto a ese “vistazo rápido que se hace sobre algo con una cámara antes de fijar el objetivo”.

Lo que se observa en el uso transcrito en la cita es que no se circunscribe a lo que se hace con la cámara, sino que se utiliza en uno de los sentidos que retuvo el Diccionario de americanismos. Así el paneo termina con el valor de, “visión general, revisión visual”.

En una de sus acepciones americanas, el paneo implica selección, tal cual ocurre en una de las acepciones que existen en inglés. Esto no es asunto que provoque extrañeza, porque hasta la Real Academia reconoce que este sustantivo deriva del inglés panning, que se acepta con el significado en español de “barrido de cámara”.

En resumen, el paneo se reconoce ya en diez países de Hispanoamérica. Con el significado original incluido por las autoridades de la lengua española en nueve países y, con otro diferente, de los nueve originales para las acepciones que retienen la idea proyectada al plano de lo intelectual.
No debe causar extrañeza si más adelante, con el tiempo, algunas de estas acepciones aún no aceptadas oficialmente, se incorporan al diccionario oficial. En República Dominicana es posible que el paneo sea solo conocido por los camarógrafos y personas versadas en esas actividades.

SALTEAR

“. . .el paisaje que las recibió, de arena blanca SALTEADA con pequeñas conchas podría haber sido un paraíso. . .”

No es un hecho nuevo que algunas personas que escriben en publicaciones periódicas se dejen impulsar por los sentimientos cuando escriben, específicamente, por un sentimiento que podría calificarse de poético. Ese estado afectivo que puede embargar al escribiente puede causar que quien escribe se permita algunas licencias que sobrepasan lo estrictamente real.

En otras ocasiones, lo que acontece es que al redactar la persona que escribe resulta acometida (una acepción de saltear), por una palabra que la sorprende, otra acepción; o se deja saltear, le sobrevienen de pronto (otra acepción) por vocablos que no vienen al caso.

Luego de la diversión con respecto del verbo saltear hay que regresar a la seriedad que impone el tipo de estudio que se hace por medio de estos comentarios. Lo que se produjo en realidad fue que el redactor de la reseña en el periódico se dejó sorprender por una voz extraña al español.

En inglés hubiera podido escribirse o decirse que en esa playa había scattered pequeñas conchas marinas. En esa lengua extranjera al español ese verbo que se escribió en pretérito valdría para dar a entender en español, “esparcidas, dispersas”. En el español hablado eso se expresa diciendo que hay pequeñas conchas, “aquí y allá”.

El vocablo que se le escapó fue “salpicado/a”; salpicar, verbo para el cual en una de sus definiciones la Real Academia utiliza el verbo esparcir, “esparcir varias cosas”, así escribe la Real Academia en la tercera acepción para salpicar.

La recomendación que puede hacerse en casos parecidos al estudiado en esta sección es que quien componga las oraciones lo haga con más cuidado y sopese los términos en que apoya sus escritos.

ELECTO

“. . .los dos se enfrentarán este mes en una primaria demócrata, retados por tres novatos de la política en la Florida que nunca han ocupado cargos ELECTOS.

Varios errores en los que incurren algunos redactores dimanan de la rigidez que adoptan al redactar. Si introdujesen algunas variantes en la redacción, evitarían diversos desaciertos.

Durante largo tiempo se ha insistido en que “electo” es el participio irregular del verbo elegir. Se ha repetido que este participio sirve para expresar que se trata de una persona que ha sido elegida para desempeñar una dignidad o cargo, empleo, puesto, pero que todavía no ha tomado posesión de esa posición.

El participio regular del verbo elegir, es elegido. Algo que se pasa por alto es que en el habla culta de Argentina y Uruguay, el participio irregular, electo, conserva en muchos casos su función verbal, esta información la trae el Diccionario de uso del español (2012: 1109).

Consecuente con la mención con respecto de la excepción de uso, en el apartado correspondiente a la palabra electo, en el Diccionario integral del español de la Argentina (2008:645), viene una nota que reza, “Si bien desde el punto de vista normativo se considera incorrecto, se registra con frecuencia su uso como participio irregular: Fue electo presidente de la comisión”.

La forma más expedita para evitar la engorrosa situación con respecto del participio “electo”, en la cita transcrita, era cambiar la redacción y recurrir a otro giro o perífrasis. Por ejemplo, “…que nunca han sido elegidos para cargo alguno”. “Que nunca han participado en elecciones”.

El Diccionario panhispánico de dudas en el párrafo en que se ocupa de electo en sus páginas trae lo siguiente. “Por lo tanto, no debe utilizarse este adjetivo para formar los tiempos compuestos o la pasiva perifrástica de elegir. . .”

La Gramática académica reconoce que en algunas áreas de América, lo que se expuso más arriba, se utiliza el participio irregular “electo” en la formación de la voz pasiva. En esos casos, en la formación pasiva exclusivamente, no se considera impropia la selección de “electo”.