Creo que Luis Abinader tiene tanto el deseo como el conocimiento y la determinación para hacer un buen gobierno, que ya no es nuevo. 7 meses es el 15% del período gubernamental, suficiente para haber engrasado los motores y puesto a correr la máquina.
Los motores están encendidos; pero el tiempo de calibración de las válvulas ya pasó. El carro está corriendo, sin embargo cuidado con estar aun deslumbrados por la belleza y potencia del automóvil.
No cuestiono que se anuncien las políticas públicas, programas y proyectos que hacen el cambio, como de hecho se viene realizando. Tampoco pongo en dudas que hay muchos problemas que enfrentar. La pandemia de la covid-19, por ejemplo, ha sido un duro golpe para las finanzas del Estado y ha limitado las disponibilidades de recursos para el emprendimiento y desarrollo de muchos planes.
Quien gobierna no improvisa. De hecho, todas las contingencias naturales, económicas y de salubridad se contemplan en un programa de gobierno. Obviamente, por su magnitud, el coronavirus desbordó la capacidad del gobierno. Pero no es una excusa para no prever y hacer las reservas mínimas para poder enfrentar situaciones y acontecimientos ocurrentes en el futuro.
Aun cuando la tecnología permite su conocimiento previo, siempre ocurrirán fenómenos que influyen en el clima y causan muchos daños, como las precipitaciones excesivas de lluvia, hondas tropicales, tornados, sequías, tormentas, huracanes y ciclones.
Pese a los avances de la ciencia, nunca dejará de haber, en mayor o menor grado y tiempo, bacterias, virus, gérmenes, infecciones, enfermedades, epidemias, pestes, endemias y pandemias.
Un buen gobierno lo prevé, lo encara y busca soluciones. Este gobierno lo está haciendo; pero ello no justifica el que ya los medios de comunicación los vemos preñados de anuncios del Gobierno. Muchos inútiles y de pura propaganda. Los que sean para que la población conozca de los programas educativos, de vacunación, fechas, lugares, destinatarios y sensibilización de la gente son necesarios. Pero, de ahí a emplear los escasos recursos del Estado para mantener una buena percepción del gobierno en la cabeza de la gente es una imperdonable e irresponsable botadera de dinero.
El presidente Abinader debe cortar de cuajo, con la firmeza que le caracteriza, esta pandemia comunicativa que, lejos de los beneficios que procura, irrita.