Una de las herramientas de control social utilizada por la antigua republica romana fue la política del Pan y el Circo, medio idóneo que llegó a ser, ya para la época imperial, la estrategia predilecta de Roma para mantener en calma los ánimos del pueblo. Repartir comida de manera gratuita constituyó para la antigua Roma una medida prosaica pero efectiva, al propio tiempo que se esmeraba en entretener constantemente a la gleba con presentaciones teatrales y peleas de gladiadores. Naturalmente, la positiva respuesta del pueblo frente a señaladas estrategias evidenciaba lo que Aristóteles, en su famosa obra “La Política”, había sentenciado al declarar que los gobernantes procuraban despreocuparse de la educación del pueblo, pues de esa manera podían controlarlos más fácilmente.
Era evidente que el pueblo romano no estaba en condiciones de reconocer el deplorable estado en el que se encontraba, de reflexionar acerca de su condición postrera ni mucho menos de advertir que otra forma de vida era posible; pues su condición social era muy pobre y sobre todo carente de orientación, puesto que todo norte, o todo intento de mejora yacía sesgado por la política de Pan y Circo de las instituciones romanas.
¿Guarda alguna similitud aquella realidad con la nuestra? ¿Puede el clientelismo ser considerado como la política moderna del Pan y el Circo? ¿La repartición de fundas o cajas de comida es acaso la misma acción ejecutada por los romanos con su política de Pan, y los programas “basura” que tanto abundan en los medios ser la misma política de Circo usada por los romanos?
Si las respuestas son positivas, debemos concluir que en la Republica Dominicana se está viviendo una realidad social primitiva, digna de la antigüedad, amparada bajo el mismo esquema social, pero con medios y técnicas distintas.