Demandar el cumplimiento de las reglas del juego democrático resulta fácil … siempre que yo esté exonerado de esas mismas obligaciones. Pero en nuestro país los herreros usan cuchillos de palo.

El influyente periódico El Caribe, en su edición del 15 de febrero, destacó una nota que, si no es pura propaganda política, se le acerca demasiado. El título publicado en primera plana dice: EFE: Danilo no ha apoyado al Candidato del PLD en el DN. Ojo: el 16 de febrero se celebrarían las pospuestas elecciones municipales. Resulta que la propaganda política estaba prohibida. ¿Acaso El Caribe declinó, cortésmente, seguir las reglas?

Supongamos que el cable de EFE hubiese dicho: El apoyo de Danilo al candidato del PLD en el DN augura el triunfo de Domingo Contreras ¿Lo hubiera reproducido de la misma manera El Caribe? Como estamos suponiendo, sigamos por el mismo palo: ¿Cuál hubiera sido la reacción de la oposición y de los paladines de la democracia dominicana?

Que el Presidente de la República no puede hacer campaña. Que ese cable de EFE fue pagado con los recursos del Estado. Que El Caribe es un periódico que responde a los intereses de la corporación morada.

Estas son, en efecto, sólo tres de las muchas vocinglerías emitidas por periodistas, Mass medias, ONG y otros actores políticos de agachadas.

Veamos otro ejemplo y perdone usted, amigo lector, que insista. Hasta el día de las primarias del 6 de octubre del 2019, esos quijotes de la democracia dominicana afirmaban con energía que no habría transfuguismo. Estaban seguros de que el Dr. Leonel Fernández iba a derrotar –hacer papillas– a Gonzalo Castillo, el Penco del Presidente Medina. Encerrados en esa percepción vociferaban —Quien sea candidato de un partido, si pierde, no podrá brincar para otra agrupación. La Ley se lo impide.    

Dios! Los hilos invisibles del azar, dando golpecitos al estilo Shakira y aprovechando que ellos escupían para arriba, volteó la tortilla. Entonces la realidad les cayó en la cara. Fernández perdió y Gonzalo ganó. La contrariedad para nada impidió que los ilusos reafirmaran sus objetivos de derrotar la “dictadura”. Tiraron a la basura a la prohibición del transfuguismo, propiciando la violación a la Ley de Partidos Políticos y la Electoral. Con el apoyo de la Embajada –nada personal en contra de la simpática embajadora–, los demócratas santiguaron el asalto al PTD e hicieron del líder Tucano el candidato petedeista a la presidencia.

Al Dr. Leonel Fernández, en consecuencia, se la pusieron a pedir de boca. O, como dicen en Monde Adentro, se la picharon a globito. Le entregaron la Junta Central Electoral; le cedieron el Tribunal Superior Electoral y le adjudicaron una parte de los Tribunales Constitucional y Superior Administrativo. Sólo falta que esos medios masivos, periodistas, líderes de la sociedad civil exijan que le entreguen, en bandeja de plata, el gobierno al Dr. Fernández o a Luis Abinader, sin molestarse en elecciones.

En este berenjenal que de pronto se ha convertido el país político, se vale todo. Artículos periodísticos críticos fueron vetados por esos medios que defienden la libertad de prensa como un derecho fundamental del ciudadano. Y cuando se impidió la continuidad de una campaña sucia en Santiago fue calificada como un acto de “abuso de poder”.

¿Será que algún poder supranacional está gravitando en los sectores liberales o progresista de este país?  Creo que todavía no. Los piquetes de Luis Almagro lo están reservando para otra ocasión.

Si el Presidente Danilo Medina, entretanto,  apoya el candidato de su preferencia, resulta que es  una violación a las leyes. Un acto de corrupción. En cambio, si se niega a apoyarlos, es una injusticia. Un bisbiseo con otro guapo y prestante político de la oposición, cediendo espacio en un quid pro quo, sin importar la suerte de los candidatos de su partido.

El bendecido, según la narrativa que vengo deshilando, es el Dr. Leonel Fernández, y no el Lic. Danilo Medina. Las voces de la calle lo dicen clarito: al que cae en desgracia le toca “palo si boga y palo si no boga”.

En este país, en conclusión, se hace imprescindible iniciar un proceso de diálogo masivo, no sólo un diálogo del “liderazgo nacional”, como los políticos piden, para establecer nuestra propia definición de justicia. Esto así porque, para unos pocos, justicia significa darle a cada quien lo que corresponde según lo acordado. Y la democracia es otra cosa.

En palabra del Señor: “Dadle al César lo que es del César y a Dios lo que es  de Dios”. Y a los que son como yo, como dice el poeta Vladimir Mayakovsky, ¿Qué le queda?

En otro pasaje dice: …“el que vive en el evangelio, que viva del evangelio”.