Ha llamado mi atención un reportaje reciente sobre el estado de abandono en que se encuentra hoy el monumento a la batalla de Palo Hincado,  erigido en la provincia de El Seybo en recordación de aquel acontecimiento histórico ocurrido el 7 de noviembre del año 1808.

Pero mucho más que la impresión negativa por el deterioro y desatención  del monumento en sí mismo, me sorprendió el desconocimiento de la historia nacional y la confusión de ideas que se difunden a través de los medios de comunicación en torno a hechos, situaciones y acontecimientos.

En el reportaje que comentamos se ofrecía erróneamente el dato de que la batalla de Palo Hincado fue un enfrentamiento  entre  "dominicanos" y tropas del ejército francés. Pero resulta que el gentilicio "dominicano" solo existió a partir de la fundación de la República Dominicana,  el 27 de Febrero del año 1844.

Fueron los  criollos hispánicos de la antigua colonia española de Santo Domingo quienes decidieron enfrentar la ocupación militar francesa en la parte oriental de la isla, siete años después de que los franceses fueran echados a sangre y fuego de la parte occidental, bajo la furia implacable de la más brutal  revolución  antiesclavista y anticolonialista  protagonizada  por el pueblo haitiano.

Los combatientes criollos de Palo Hincado no eran todavía dominicanos.  El gran mérito de esta epopeya  histórica singular,  no es en sí mismo la gloria de una victoria militar de los criollos hispánicos contra las tropas francesas del gran ejército napoleónico. Conviene recordar  el hecho de que la llamada guerra de la reconquista en Santo Domingo, que sirvió de marco a la batalla de Palo Hincado, se daba al mismo tiempo en que por toda América hispana los criollos iniciaban las guerras coloniales de emancipación, que verían parir durante los siguientes doce años una oleada de repúblicas independientes, desde la tierra del fuego hasta el rio bravo.

La batalla de los criollos de Santo Domingo en Palo Hincado solo sirvió para ver izarse sobre los llanos de El Seybo la bandera de la metrópolis española, misma que costaría luego sangre y fuego destronar de los cielos de la patria, cuando la República de Duarte sucumbiera por traición de malos dominicanos.

Podría decirse entonces que la batalla de Palo Hincado y la guerra de la reconquista de 1808 deberían verse como el primer balbuceo de dominicanidad; un punto remoto de partida hacia la construcción de la identidad  nacional, entroncando históricamente con las guerras de liberación nacional y las epopeyas bolivarianas latinoamericanistas.

Reivindico así mi tesis de que la celebración del bicentenario de Duarte en el año 2013, debiera ser también el punto de partida hacia la celebración del bicentenario de la Republica en el año 2044.

La guerra de la reconquista (1808) fue tan solo el vientre histórico  en donde se gestó el embrión de la República (1813), pasando luego por la criatura frágil e indefensa de la Independencia Efímera (1821) y la adolescencia febril de La Trinitaria (1838), hasta la República libre, independiente y soberana de 1844.

Preparémonos pues a celebrar, con honor y dignidad, el bicentenario del natalicio de Juan Pablo Duarte y avancemos con fe y optimismo hacia el bicentenario de la República Duartiana.

Ya lo dijimos antes y lo repetimos ahora, si  Duarte y los trinitarios se atrevieron  a soñar una República independiente y soberana cuando aquello era solo una quimera, entonces, ¿qué no podríamos soñar nosotros y hacerlo realidad con nuestros hijos y nietos, para celebrar la gran fiesta patriótica del BICENTENARIO DE LA REPUBLICA?