República Dominicana sabe de violencia fascista, siempre disfrazada de “defender” y “salvar” al país. En el Trujillato fueron “La 42”, los “Cocuyos de la Cordillera” y los “Jinetes del Este”. Eran, como la SS nazi, cuerpos ni policiales ni militares que ponían la sociedad a los pies de los tiranos. Bajo Ramfis y Balaguer aparecieron “Los Paleros”, luego la “Banda Colora’”. Siempre fueron “fuerzas incontrolables”, cuyo método combinaba injurias, terrorismo y crimen.
Hoy Los Paleros y sus jefes se siguen disfrazando de “defensores del país”, pero están quedando al desnudo.
Son ellos quienes profanan al Padre de la Patria. Santanismo en frasquito. Aunque ciertos medios lo ignoren, los videos y fotos están. Fueron al Parque Duarte a insultar, difamar, amenazar con sangre y llenaron la estatua del Patricio con letreros chabacanos llenos de odio. En sus carteles los “verdaderos dominicanos” son blancos rubios. Agredieron artistas gritándoles “haitianas” y quisieron golpearlas. Incitan a hermanos a usar las redes sociales como paredón de fusilamiento y de ofensas vergonzosas en contra de quien piense diferente.
Gastan un dineral lanzando partidos y candidaturas, pagan promoción en las redes, organizan marchas con gente llevada y discolights. Piden a la gente donar moneda extranjera dizque para banderitas. Sacan un manifiesto plagado de falsedades que costó millones de pesos. ¿Por dónde el entra el agua al coco?
Mención especial merece el nieto del mayor corrupto y asesino de la historia, al que ya su propia familia está denunciando, y circulan causas judiciales que pesan sobre él y su clan en Estados Unidos.
Lo tragicómico es verlos matándose en twitter. Cada uno reclama ser el pionero o el más aventajado “nacionalista”. Se disputan el título como una inversión, una propiedad, un rango, del cual todos quieren ser único dueño, como pasaje a la presidencia de la República.
¿Alguna vez Duarte, los Trinitarios, Luperón, Manolo, Caamaño, las Mirabal o Juan Bosch difundieron noticias falsas, insultaron, incitaron a los dominicanos a odiarse entre sí y a la histeria criminal, o apoyaron que se violara la Constitución? ¿Alguna vez lucharon por ganar la presidencia como enloquecidos con una piñata?
Este salvajismo palero no es patriotismo ni representa lo dominicano. Detrás del engañoso discurso “nacionalista” hay una astuta operación de poder. Nunca son parte de la solución, pues su negocio es la crisis. Su blanco dizque son los haitianos, pero en verdad vienen por todos nosotros. Su estrategia es fanatizar, polarizar y aplastar a los dominicanos que se interpongan. “Divide y vencerás”. Nos quieren coger como a mango bajito.
Como Santana, Trujillo y Balaguer, están dispuestos a desterrar de nuevo a Duarte y que los dominicanos se maten entre sí. Claro, siempre serán otros, los pobres y la gente común, quienes pongan los muertos, los abusados, el sufrimiento, mientras ellos agitan el teclado y los celulares disfrutando un buen vino. Duarte les puso nombre: “orcopolitas”, seres del infierno.
Los dominicanos de bien tienen un mejor camino: exigir un país con leyes firmes, orden e institucionalidad, sin impunidad para corruptos e incumplidores. Pero para lograrlo hay que separarse del fanatismo y la guerra entre hermanos; ayudar a la solución y no a demagogos que engañan con trucos viejos para sentarse encima nuestro.