Porque: ”Nadie puede ser feliz, si no es a la vez, virtuoso”.

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“…A todos los espero, para combatirlos; uno a uno, como caballeros, o a todos juntos, como malandrines” J.B.

Dicen que solo al final se conoce como fue el viaje, algo así como expuso el poeta griego Constantino Cavalis en su clásico Ítaca, recordándonos que lo importante no es el destino, sino el camino. “Cuando te encuentres de camino a Ítaca, desea que sea largo el camino, lleno de aventuras, lleno de conocimientos”. Divago sobre esto, pensando en este gobierno que recién inicia, partiendo de un estercolero inmundo en casi todos los sentidos, embarrado de pies a cabeza por una casta perversa de dinosauros indolentes en su accionar y culpables de innúmeras indelicadezas, dignas de perpetuarse en los mejores lugares de la Nueva Victoria, pero, hay que esperar el paso del tiempo, desandar el camino, rogando a quien sea para que, por encima de los pocos dinosauros que hoy se hacen presente, se pueda cruzar el Rubicón, ya que estos, no pueden causar tantas desgracias como los salientes.

Los escollos a los que nuevas autoridades tendrán que enfrentarse no son fáciles ni pocos y desde ya comienzan a manifestarse de diferentes maneras y formas, pero, ese cruce, que voces agoreras pregonan como imposible de fraguarse, ese paso decisivo, sin vuelta atrás, todo para adecentar esta Nación, es simplemente innegociable, aun y se hayan elaborado compromisos que como todos, pueden y deben ser obviados.

Bastó que el gobierno dispusiera poner la casa en orden, para que, como por arte de magia, se desataran todos los infiernos

Los problemas dejados están tan enraizados, que no hay madeja de hilo con más enredos hurgados desde hace muchos años, negociaciones y elaboraciones de aposentos pensando no en el hoy, sino, el blindaje y la impunidad en el futuro, como sucede hoy en día. Bastó que el gobierno dispusiera poner la casa en orden, para que, como por arte de magia, se desataran todos los infiernos. Pero por encima de toda esta parafernalia para obstaculizar la luz, consideramos que este gobierno podría llegar a ser el mejor que jamás hayamos tenido –algo así como un antes y un después-.

El panorama se ve y siente ser difícil, un camino lleno de espinas pero que, por encima de heredar un desmadre institucional que se acuerde de época alguna; de la Pandemia del Covid-19; del endeudamiento externo-interno-eterno y de las catástrofes naturales, este gobierno ha iniciado bien, sin tener en contra la pandemia de un corrupto, desacreditado y prepotente comité político, engendro de todas las indelicadezas posibles y de un primero y segundo a bordo, peor que todos los demás juntos. Si, comenzó bien, no tanto como pudiera haber sido pero, bien.

Y no nos referimos a perseguir o acosar a nadie, más bien conocemos que los hombres juzgan a los hombres en base al criterio de justicia que cada quien tenga, ya que todas las leyes –principalmente los abogados-, aún y todos lean el mismo texto, la interpretación es a conveniencia, jugando siempre con premisas ciertas y premisas falsas, para llegar a conclusiones que benefician al mejor postor. Lo que sí tenemos que tener en consideración, es que ninguna de ellas será imparcial, porque ese aspecto no existe, debido a que nadie escapa a los sentimientos y es de ahí desde donde parten los juicios de valores que hoy nos agobian.

Pero, independiente de todo esto, por conocido se da, que todos los gobiernos, durante su periodo, hacen cosas buenas y cosas malas como algo intrínseco al propio hombre que va dejando sus huellas para bien o para mal y eso, no está bien, ni está mal, porque mal en realidad, son aquellos gobiernos que pasan sin pena ni gloria, teniendo las herramientas para tal o cual y creemos, que mal haría este gobierno en dejar pasar la oportunidad de dejar su huella positiva en la historia de este país, dejándose atrapar entre las patas salvajes e interesadas de políticos abogados que pretenden interpretar y obstaculizar las leyes con fines hartos conocidos. Con las Auditorías pa’lante, aún y sea Pedro que las haga allá arriba. ¡Sí Señor!