De la abundancia del corazón habla la boca. Esta cita de la biblia se adapta perfectamente a este momento, en que todos nosotros, los que hemos recibido esta honrosa distinción, al igual que nuestros familiares y amigos, estamos henchidos de gratitud. Señor presidente, ¡Gracias! Y no podría ser esta oportunidad mejor, ya que en los últimos meses en que la pandemia nos ha afectado, y aprovecho para recordar en este momento a todos los fallecidos, entre ellos ¡amigos nuestros! En este largo tiempo que llevamos de pandemia, la actitud, el sacrificio y la nobleza de nuestros médicos y personal paramédico se ha hecho muy presente.
Nos sentimos honrados de representar a nuestros colegas, y al recibir esta condecoración que llevaremos con orgullo, sentimos que lo hacemos en el nombre de todos ellos. La medicina esta en la historia de todos nosotros. Alrededor de este Palacio Nacional están las calles doctor Delgado y Doctor Baez. Pedro Delgado fue médico de los ejércitos en nuestras guerras de independencia, director del Hospital Militar y presidente del Juro Médico. El doctor Ramón Baez fue presidente de la República y rector de la Universidad de Santo Domingo.
La profesión médica es compleja, implica compromiso, implica pasión, implica compasión y empatía. He tenido el privilegio de trabajar con médicos como Abel González, Nossim Hazoury o Nicolás Pichardo. En mi especialidad, la oftalmología, figuras como Eduardo Valdez Guerrero, Luis Alvarez Pereyra o Arnaldo Espaillat Cabral han sido referentes importantes. Mariano Lebrón Saviñón y Rafael Kasse Acta me iniciaron en el camino de la historia de la medicina dominicana, a ellos recuerdo y agradezco en estos momentos, pues como decía mi madre: hay que llenarse siempre el pecho de gratitud.
Representar en estas palabras a este grupo de colegas al momento de recibir esta condecoración es de particular relevancia. Compartir con el doctor Hernández García, médico de larga trayectoria en la ciudad de La Vega, con la doctora Ligia Fernández viuda Reid, pediatra de generaciones en la ciudad de Santo Domingo, recuerdo de niño haber estado en su consultorio, con el doctor Saviñón Tirado, cuyos trabajos en psiquiatría son referentes importantes a lo largo de nuestra historia, es de por sí un reconocimiento. La impronta del doctor Bernardo Defilló en la medicina dominicana tiene particular relevancia en los reglamentos de nuestro sistema de seguridad social, y es que fue superintendente de salud y riesgos laborales. Mi profesor William Jana, sin duda uno de los mejores clínicos que conozco, ha hecho importantes contribuciones en el hospital Gautier y como director del IDSS. Sobre el doctor Fernando Sánchez Martinez, a quien me une una profunda amistad, es de resaltar su labor permanente en post de una mejor salud mental en nuestro país asi como con la historia de nuestra medicina.
Sobran pues los motivos para agradecer y sentirnos felices y optimistas. Reconocimientos como el de hoy mantienen viva la esperanza. Utilizo para terminar las palabras de Pablo Neruda citando al poeta Rimbaud: solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia, dignidad y agrego salud, para todos los hombres.
Muchas gracias!