El flamante senador por San Cristóbal, Tomy Galán, acaba de descubrir o tres fórmulas o una de tres fórmulas secretas: la del Agua Tibia o la del Helado en Palito o la del Hilo en Bollito, en razón de que de repente descubre que están siendo depredados los ríos en cinco comunidades de San Cristóbal.
Cónsono con su espaviento digno de mejores causas, ha solicitado que sean canceladas las autoridades de medio ambiente sacristobalenses por haber permitido lo mismo que él ha permitido frente a sus narices: la depredación de ríos y arroyos. Es una lástima que las autoridades de medio ambiente no puedan cancelar a un senador tan indiferente a su provincia que es ahora cuando descubre que ya están jodidos a los ríos de allí.
¿Para qué están los senadores? ¿Dónde estaba él? ¿Qué va a hacer? Se pondrá en pantaloncitos cortos cada domingo para operativos de siembra, se hará retratar sonriente y luego se irá a su finca a “depredar” alguna cajita de Whiskys derivada del barrilito? ¿Hacia dónde nos llevarán estos caminos?
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El flamante nuevo arzobispo metropolitano de Santo Domingo, Francisco Ozoria Acosta, con un dejo de bondad extrema, acaba de perder las perspectivas al poner la mesa patas arriba: ha visitado el Penal de la Victoria y se ha condolido de los delincuentes que siembran el terror amparados por un código penal que los privilegia en detrimento de las víctimas.
Sería interesante que monseñor Osoria se enterara de que las víctimas de la delincuencia, los muertos, los heridos, los huérfanos, las viudas, las madres desconsoladas, etc., son varias veces superiores en número a los delincuentes.
No somos quiénes para trazarle pautas a una figura de su dimensión, pero estamos en el deber de observarle que lo mucho o lo poco hasta Dios lo ve, y que primero está Dios y después su santo.
En el penal de La Victoria hay demasiados dolientes de la delincuencia criminal, casi a nivel de saturación. Allí usted se encuentra una retajila de cristianos, de católicos, de alfabetizadores, de abogados gratuitos, todo un engranaje que posibilita que se sientan lo mejor posible hasta que vuelvan a la calle a lo mismo.
¿Qué tal si monseñor Osoria crea un padrinazgo de las viudas, huérfanos y otros familiares de los que fueron desgraciados por la delincuencia.