La eficacia de nuestros políticos se justifica y reconoce por ser expertos en exoneraciones, bachilleres en tráfico de influencias, príncipes del dolo, peritos en comisiones, reyes del soborno, cófrades de la conveniencia y decanos de la intriga.

El Presidente de Gobierno parece vivir en un país diferente al del resto de nosotros, en su mente o en su discurso tiende a sobrevalorar la bonanza de su gestión y los logros que a su juicio consigue. Puede que incluso fantasee con un país utópico en el que las diferencias sociales sean menores, el déficit en la balanza de pagos no exista, el crecimiento económico sea sostenido, la delincuencia se mantenga a raya porque el sistema policial sea efectivo y exento de corrupción, y el judicial, ágil y firme. Efectivamente es su ¨PAÍS MENTAL¨

Ya que la REALIDAD es que somos la vergüenza del mundo en educación y en delincuencia; en corrupción somos protagonistas de escándalos de gran magnitud y así, un largo y desalentador etcétera. Como dominicana me siento indignada y frustrada constatando que somos acreedores de los últimos puestos en educación a nivel mundial; que nuestra corrupción crece desde las autoridades permeando todos los estratos administrativos, y que nuestra imagen en el extranjero no es más que un retrato desteñido y opaco, que se mancha con cada una de las atrocidades de quienes nos gobiernan.

Es verdad que un pueblo inculto es mucho más manipulable, pero aquí el presidente y su gobierno subestiman la capacidad de análisis del dominicano medio. No es necesario ser descendiente directo de Albert Einstein para sentir la dicotomía entre el país que propone Medina y el que sufre la población. Y no es que el nivel cultural medio sea elevado, que no, es que la gente ve lo que ve y siente lo que siente por mucho que el Jefe de Estado trate de convencernos de que vivimos en “el país de las maravillas”. Vamos que nos quiere “vender la burra”, sin darse cuenta de que la burra ya es vieja conocida nuestra. Buen intento, pero no cuela.

Me parece bien, señor presidente que usted pidiera en la campaña el voto para su CONGRESO, pero por lo menos, busque que nos representen personas con dos dedos de frente, con intención política y vocación de servicio, no a vampiros inoperantes que nos sumergen cada día en un país de vacío intelectual, pobre y desesperado.

Señor presidente ¿cómo se siente representando una nación sustentada por el soborno y la corrupción? Un país que ha mostrado públicamente los resultados de ser el más inculto a nivel de educación por las pruebas PISA ¿Cómo se siente usted cuando los politiqueros baratos que están en su gobierno no saben hablar ni actuar porque algunos meten la pata con sus hechos y para intentar justificarse terminan embarrándolo todo, como es el caso del expresidente de la JCE con el fraude electoral, la exmistra de educación en rechazo al “pelo malo”; o de ignorantes que colocan símbolos extranjeros en zonas patrióticas y ni siquiera saben su procedencia, nombre o significado como el alcalde de Santo Domingo que se gastó unos “milloncitos” en ampliar su barbarie.

El lema de nuestra nación parece gritar corrupción, corrupción, corrupción y corrupción por los cuatro costados.

Constatar que los seudo-periodistas se convierten en “muchachitos de mandaos” de los politiqueros que ensucian nuestra patria, me avergüenza como amante de esta profesión.

Lamentablemente, la sombra de Balaguer vive en nuestro gobierno y se ve reflejado en el humillante reparto de funditas que cada año “jondean” al pueblo en la más descarada de las tretas que entonces usó el “Doctor”, a esa masa pobre que confía y vota por la esperanza de un puesto, o que por unos pesos el día de las elecciones, hipoteque su república y su futuro, y luego, si te he visto, no me acuerdo.

Juan Bosch dimitió del PRD para fundar el PLD que hoy se apega más a los ideales del balaguerismo y no al del boschismo. El congreso, según el profesor Juan Bosch lo formarían personas profesionales, educadas y preparadas para dirigir nuestras instituciones sin importar a qué partido político pertenecieran. Ese debería ser su Congreso, señor presidente.

Los ideales de Bosch eran dar prioridad a la educación y a la salud. Eso deberían ser los ideales de su CONGRESO, señor presidente. No defender a los funcionarios corruptos que necesitan tiempo para justificar sus bienes porque no encuentran como plantearlo sin que se les vean “los pantis”.

La prioridad es hacer un verdadero proyecto de nación, sin importar quien ostente el poder en cada momento.

Empecemos con soluciones drásticas, con el símil de la amputación de un miembro gangrenado como mal menor para salvar la vida del “paciente” y no de decir públicamente que en este país no hay corrupción, mientras que salen a la luz mega escándalos como el caso ODEBRECHT y usted asumiendo que somos un pueblo ignorante dice: ¿Cuál corrupción? Seamos más serios señor presidente.

El problema es que no tenemos una oposición con pantalones que enfrente y dé seguimiento a sus movimientos. La credibilidad de la democracia en nuestro país está más que comprometida ya que el unipartidismo ha desequilibrado el sistema. Ha desaparecido una oposición sólida y con posibilidades electorales, lo que ha conducido a que el poder político actual tenga carta blanca para hacer y deshacer a su antojo sin cuestionamientos directos.

Pero está llegando el momento en que la sociedad se levante contra la impunidad, y retome el rumbo para cambiar las aguas sucias del mar en que a lo largo de la historia está sumergida nuestra frágil democracia.