En la actualidad, muchos padres trabajan fuera del hogar, llegan a la casa tarde y cansados. No siempre, la pareja invierte el mismo tiempo fuera. Generalmente, las madres tienen mayores oportunidades de relacionarse con sus hijos.
Los hijos estarán al cuidado de una encargada del servicio doméstico o de una nana, si pertenecen a las clases media y alta. En la clase menos favorecida, muchos niños son dejados solos o a cargo de un hermano con más edad, pero que también es menor. En otros casos, les piden a los vecinos que les “echen el ojo”. Los dos últimos grupos se encuentran en un estado de vulnerabilidad por la ausencia de sus padres o cuidadores adultos, cuyas condiciones económicas les arrebatan esas funciones y la de protectores.
Ante el llamado a permanecer en el hogar con el fin de evitar el contagio de COVID-19, muchas personas han reaccionado con manifestaciones intensas de ansiedad, depresión, dificultad para dormir, inquietud y estrés severo por el temor a contagiarse y porque tienen que abandonar sus rutinas laborales, profesionales y sociales.
Otros, dejan de ganar el sustento diario y les angustia no tener cómo cubrir las necesidades más básicas de la familia, situación que los expone a un doble esfuerzo de supervivencia.
Hablemos del tiempo de convivencia familiar. El aumento en las horas de interacción podría generar tensión entre hermanos, padres e hijos y la pareja.
Si las tensiones sobrepasan la capacidad de dar respuestas, el ambiente podría tornarse hostil y agresivo. Las preocupaciones, la impotencia y las frustraciones pueden propiciar a un incremento de los conflictos acumulados y el surgimiento de otros nuevos.
¿Qué les sugiero? Darle prioridad a mantener la calma, aceptar que es un tiempo de crisis y que hay afrontarlo con nuevas alternativas, planificar su día en casa, sacar tiempo para jugar con los hijos, integrarse a las tareas del hogar e incluirlos como colaboradores. Cuando los hijos duerman, compartir con su pareja. Además, evitar pensamientos catastróficos, activar el sentido del humor y reír junto a su familia. Son buenas alternativas que favorecen la salud emocional de todos.