Cuando se menciona la frase “padres ausentes” la gran mayoría de personas interpreta que se está refiriendo a aquellos padres que han abandonado a sus hijos físicamente, pero la realidad es que su significado va más allá de un abandono físico, y tiene repercusiones muy fuerte en los niños.
Los padres de la generación actual, en su gran mayoría, recibieron una crianza muy diferente a la de varias generaciones atrás. Si comparamos la familia actual con la de hace algunas décadas, se observará que antes esta era mucho más numerosa que la de hoy en día. Es decir, había más hijos y menos cosas materiales, por lo tanto, los niños crecían compartiendo básicamente todo: ropas, juguetes, libros y, muchas veces, hasta la cama.
Sin embargo, muchos de esos padres de ahora que crecieron compartiéndolo todo, se han convertido en padres permisivos, dadores de todo lo que sus hijos quieren. Esto quizás se deba a que han mejorado su posición económica o a que desconozcan cómo manejar todos los recursos con que cuentan en la actualidad, cómo actuar y desenvolverse con sus hijos, qué tipo de reglas deben ponerles. En situaciones como estas, los niños crecen con la mentalidad de que lo merece todo, sin tener que hacer mucho esfuerzo.
Como producto de lo anterior, ahora es muy común poner aparatos electrónicos en las manos de los niños desde que nacen; es el calmante número uno de esta generación. Luego pasan a instalar esos aparatos en los vehículos, para que en el momento de ir en el auto, el niño vaya entretenido. También se usa, ponerles la televisión o tableta al momento de la comida, muchas veces con la finalidad de que coman porque de lo contrario no lo hacen. Otro nuevo hábito es el uso de los celulares en la mesa en las horas de las comidas. Frente a esta situación el Doctor Jesús Amaya Guerra, especialista en Pedagogía Infantil y Juvenil, en Kinesiología y Disfunción Cerebral, expresa que “las nuevas generaciones dedican tanto tiempo a las redes sociales que pierden la capacidad de relacionarse en vivo “cara a cara”, por ello la importancia de mantener la comunicación con los hijos y saber sus problemas y necesidades.” 1.
Todos esos escenarios son excelentes para la interacción padres-hijos, pero desde el momento en que esos aparatos electrónicos comienzan a ocupan el primer lugar, el diálogo e intercambio con papá o mamá desaparece; es cuando empieza a formarse la figura de “padres ausentes”. Físicamente están presentes, pero sus hijos no lo están notando, porque están ocupados con la película o muñequito, o mandando mensajes de texto. Es esta ausencia la que lleva a los niños a crecer con un vacío, con carencias emocionales y afectivas que llevan a la inestabilidad, a la formación de personalidades desequilibradas, inadaptadas carentes del arraigo familiar y de los valores que dan sentido a la vida. Es decir, se pierde la convivencia y, por tanto, la oportunidad de desarrollar los aspectos que constituyen las piezas claves para formar un ser humano seguro y feliz.