Al igual que para la celebración de Navidad, la familia también se reunió para recibir el año nuevo y también en esta ocasión el impertinente sobrino no dejó de hacerme preguntas difíciles.

Me recordó que según la comisión que encabezó  Monseñor Agripino Núñez Collado, el gobierno no debería de aceptar los gastos adicionales que exige el consorcio que encabeza Odebrecht para terminar las plantas de carbón de Catalina la Grande y que subirían el costo de la obra sustancialmente. Pero también me recordó que el gobierno había anunciado que había decidido  ir a un arbitraje internacional por esa reclamación, algo que tardaría años en resolverse. Su pregunta fue que si el gobierno solo pagaría lo acordado originalmente y esperaría lo del laudo arbitral para entonces, según la decisión, pagar o no los gastos extras. Opiné que eso dilataría la obra que ya estaba muy avanzada y que el gobierno quería terminar en el 2019, es decir antes de las elecciones. Expliqué que el gobierno emitiría bonos soberanos adicionales, recursos que entregaría al consorcio para que no se parase la obra, sujeto a que si gana el laudo arbitral, el consorcio devolvería la plata. Cité que algo parecido había ocurrido con la construcción de la ampliación del Canal de Panamá. Sería un fracaso político para el presidente Medina y por eso trataría de disfrazar el pago del costo adicional, pero sería mayor fracaso el detener la obra.

Insinué que el gobierno tendría que hacer un concurso para seleccionar la empresa extranjera que administrará técnicamente esas plantas y le recordé que recientemente se pasó una ley que permite vender las acciones de Catalina al sector privado, pero eso va tan lento que ni siquiera el ministerio de Hacienda ha constituido la compañía que inicialmente será dueña de las plantas. Opiné que el sector privado no se interesaría en invertir en el capital de las plantas hasta que estas no solo estén operando, sino que se sepan las condiciones bajo las cuales vendería su energía a las distribuidoras.

A mi sobrino le dije que dudaba que el pacto eléctrico enfrentaría los problemas básicos de ese sector, como que una tercera parte de la electricidad no es cobrada por las distribuidoras, las cuales, al igual que la CDEEE son administradas por políticos y con criterios políticos.

Cuando, entre lerenes y panes de fruta le comenté que todavía era muy temprano para saber si el precio de venta de la luz (hoy día subsidiada por el Estado) se reduciría con el uso del carbón, se sintió muy sorprendido y apenado y me cambió el tema, preguntándome por Trump.

Al igual que Trujillo, consideré que era un megalómano que ponía su nombre a torres, hoteles, líneas aéreas y universidades y que el liderazgo internacional estaba explotando ese tendón de Aquiles suyo. Por algo Netanyahu, en agradecimiento por lo de la embajada en Jerusalén, había puesto “Trump” a una estación de tren de esa ciudad, gesto que creía copiarían jefes de Estado africanos. Por otro lado, con su proyecto de sustituir la migración a través de la unificación familiar, o migración en cadena, por un sistema de puntaje según el nivel de educación y entrenamiento, hará muchos daños materiales a nuestra economía, al reducirse en mucho la migración dominicana legal y también emocional, al separar familias.

Trump, en su reforma tributaria, incluyó una amnistía fiscal para que empresarios norteamericanos retornen sus capitales a Estados Unidos lo que perjudica la inversión americana en nuestros países y también le pronostiqué que Danilo Medina promovería también una amnistía este año, para recaudar más, adelantándole lamentablemente que las amnistías premian a los que no han cumplido con la ley.

Para ya salir del sobrino le traté el tema de la convención del PLD, no sin antes mencionar que en México el PRI durante muchos años y todavía hoy día decide quién es el candidato presidencial con el “dedazo” del presidente. Nuestro PLD ha adoptado el modelo del PRI, incluyendo la corrupción, pero no el “sufragio efectivo, no reelección” el grito de la revolución mexicana, ni el “dedazo” presidencial. El sobrino entonces gritó: “¡Ay Jalisco no te rajes!”.