Es bastante frustrante el que solo se quiera hablar de la epidemia de violencia armada cuando sucede un hecho que alcanza grandes dimensiones en la prensa nacional, o, mejor dicho, cuando le pega a la clase media. La realidad es que la violencia producto del uso de armas de fuego es pan nuestro de cada día, en especial la que proviene de los propios agentes del orden bajo los eufemísticos “intercambios de disparos”.

Campaña de IANSA.org
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Hace más de una década que, junto a otros compañeros, vengo insistiendo en la necesidad apremiante de controlar las armas, las legales y las ilegales, porque son el factor determinante cuando se habla de muertes violentas en el país y porque se han convertido en el instrumento por excelencia en la solución de conflictos cotidianos, en símbolo definitorio de la masculinidad. No son inventos míos, los datos estadísticos[1] (que, no obstante, creo son manipulados) así lo continúan reflejando en nuestras narices:

  1. A pesar de que la tasa global de muertes violentas por cada 100 mil hab. ha disminuido (misteriosamente) en los últimos 5 años, el porcentaje de muertes por armas de fuego se ha mantenido igual del 2007 a la fecha: más del 65% de todas las muertes no naturales se producen con armas.
  2. Los heridos por armas de fuego son también un número alarmante: cerca de 5,000 personas todos los años. Imaginemos el costo que esto implica para el sistema de salud pública, de por sí precario.
  3. Contrario a lo que cree la mayoría (que la gran parte de muertes violentas es por delincuencia), las riñas constituyen el principal móvil (29.8%).
  4. Un 43% de todos los feminicidios ocurridos a nivel nacional fue con armas de fuego, el instrumento más utilizado. Con esto se cae el mito de que las armas en los hogares brindan mayor seguridad (o, por lo menos, no a nosotras las mujeres).
  5. En el Distrito Nacional, el 23% de los homicidios fue para despojar a la persona de su arma. Es decir, las armas de fuego que se portan legalmente pueden pasar de forma rápida a la ilegalidad. Si al momento de un atraco se tiene un arma de fuego las probabilidades de morir aumentan considerablemente porque el atracador entiende que su riesgo es mayor. Lógico.
  6. Hay un total estimado de 600,000 armas (legales e ilegales) en manos de civiles. Ocupamos el puesto no. 85 de 178 países respecto de posesión de armas de fuego en población civil. En 14 años (2000 a 2014) se multiplicó por 8 la cantidad de armas registradas en Interior y Policía: 2014 (220,553), 2013 (213,000), 2012 (298,432), 2011 (206,707),  2010 (198,426), 2005 (178,193), 2000 (30,516).

¿Nos seguimos haciendo los locos? Ok, pero que se sepa que aquí nadie está a salvo, incluyendo quienes viven en su burbuja y se costean su propia “seguridad”.

[1] Fuentes: Procuraduría General de la República; Fiscalía del Distrito Nacional; Gunpolicy Project.