No existe ninguna justificación ni lógica de que cada cuatro años el Estado tenga que invertir miles de millones de pesos de los contribuyentes en construir, remodelar y reequipar los hospitales, para sólo utilizarlos a plena capacidad durante cuatro horas, (supuestamente de 8 a 12 del mediodía, de lunes a viernes).

Luego de esa corta jornada “full”, los centros públicos de salud quedan en manos de ayudantes y practicantes quienes hacen lo que pueden, mientras los especialistas tienen que vivir del pluriempleo, ya sea en consultorios privados o con otro empleo del Estado. Esta anormalidad explica, en parte, la alta tasa de mortalidad prevalente.

Los centros públicos solo ofrecen servicios especializados durante 20 horas (12%), de un total de 168 que tiene la semana, elevando considerablemente el riesgo de la población más pobre y vulnerable. Esta situación es absurda, irracional e inexplicable, ya que los quebrantos y complicaciones de salud se presentan en cualquier momento.

Mejorar  la salud pública implica mucho más que “cemento y varilla”. Requiere extender el horario de servicio y cambiar la forma de asignación de los recursos y de contratación del personal

Se trata de un sistema diseñado a espalda de las necesidades reales de la población de bajos ingresos. La gente no es tonta, por eso lo valora muy poco y sólo acude por necesidad extrema. La persistencia en un horario limitado y en la irracionalidad en la asignación de los recursos y en la contratación del personal, terminan opacando el impacto que se pretende con las inversiones en la infraestructura. La salud es mucho más que varilla y cemento.

En cambio, en las clínicas y centros privados la jornada semanal casi triplica a la pública, incluyendo los sábados hasta el mediodía. La principal explicación reside en que tanto los ingresos como los honorarios dependen de la cantidad de pacientes atendidos. La demanda es tal, que ya son muchos los médicos que reciben más de un millón de pesos mensual.

Único país donde el servicio público es mutilado

He asesorado a siete países de América Latina y he tenido cientos de reuniones e intercambios con consultores, directores y médicos de toda la Región, y en ninguna parte existe un horario tan reducido. Sólo aquí nos damos el lujo de sub utilizar una inversión tan costosa en infraestructura, a pesar de las necesidades de la población.

Durante las discusiones con la entonces Asociación Médica Dominicana (AMD) sus dirigentes se quejaban del stress que genera el pluriempleo del personal de salud, cada vez más agudizado por un tránsito insoportable. Por eso la Ley 87-01 contempló la jornada completa y los incentivos al personal, como parte de la transformación del IDSS y SESPAS, a fin de mejorar la atención,  competir con el sector privado y elevar el ingreso del personal.

Las autoridades nacionales han acertado al impulsar la “tanda extendida” en parte de las escuelas del país. De hecho, los hospitales de auto gestión operan a plena capacidad durante 8 horas y media jornada los sábados, lo que ha fortalecido su imagen y aceptación. De modo que no se trata de nada exotérico ni inalcanzable.

Las autoridades deberían aprovechar las negociaciones con los gremios del sector salud para llegar a un acuerdo que extienda los servicios e introduzca nuevas modalidades de contratación de acuerdo al artículo 173 de la Ley 87-01.

Un pacto social de esta naturaleza, duplicaría el impacto social de la inversión, elevaría la eficiencia y la calidad, garantizaría la gobernabilidad, eliminando los paros y huelgas, y generaría un sentido de identificación y responsabilidad institucional que cambiaría para siempre la imagen de ineficiencia crónica de los centros públicos de salud.  No más de lo mismo ¡!. ADS/135/05/05/2016.