Es difícil predecir siquiera remotamente quién será el próximo Presidente o Presidenta de Estados Unidos. Quizás anteriores comentarios sobre las posibilidades de la señora Hillary Clinton conserven cierta vigencia. En otras palabras, si en los próximos meses terminan las investigaciones a que se la ha sometido y se determina que no hay causa alguna para llevarla a los tribunales la exsenadora y exsecretaria de Estado subirá de nuevo en las encuestas. En ese caso derrotarla sería difícil para cualquier candidato, demócrata o republicano, lo mismo en las primarias que en las generales, pero es demasiado temprano todavía. El aspirante del momento sigue siendo Donald Trump.

Las sorpresas a que Trump ha sometido a sus oponentes son extraordinarias. Puede utilizar libremente el lenguaje, hacer críticas muy duras y hasta burlarse y hacer chistes de sus oponentes y continuar subiendo en las encuestas. Entre 16 candidatos, obtener el 32 por ciento de los entrevistados republicanos es sumamente alto, sobre todo cuando políticos de tan larga ejecutoria como el exgobernador Jeb Bush, hijo y hermano de Presidentes de Estados Unidos no supera la barrera del 10 por ciento y obtiene 6, 7 y 9 por ciento de apoyo en esas mismas encuestas. Trump es el candidato republicano que atrae el mayor número de personas a sus reuniones y el que recibe la mayor atención de todas las cadenas de televisión, aún de aquellas que lo critican sistemáticamente.

Es difícil hacer una lista de sorpresas que nos ha dado el empresario billonario, que acaba de tomar control absoluto de su concurso favorito, el de Miss Universo. Para muchos, la mayor de esas sorpresas fue el haber sobrevivido y hasta prosperado con su ataque a los inmigrantes indocumentados y específicamente a los procedentes de México, país que ha sido objeto de sus comentarios, muy negativos, sobre el vecino país. El rudo tratamiento que dedicó al famoso periodista mexicoamericano Jorge Ramos en una de sus conferencias de prensa no disminuyó ni en un punto porcentual el apoyo que siguió recibiendo entre sus correligionarios republicanos. Pero, después de todo, los hispanos y sobre todo los indocumentados no están en su mejor momento en la opinión de un amplio sector nativista y antiinmigrante.

Por otra parte, Trump no ha sido siempre republicano, ni todas sus propuestas son necesariamente conservadoras. Por ejemplo, en cuestión de impuestos y de relaciones con Cuba estas no pueden compararse a las de los más estrictos conservadores del Partido Republicano, a los cuales complace con el tema inmigratorio y su constante oposición a la política exterior del Presidente Obama en el Medio Oriente, sobre todo en el nuevo acuerdo con Irán. Pero va dejando caer ideas que pudieran atraer a algunos demócratas en elecciones generales.

Pues bien, hay otra sorpresa, entre tantas, que merece atención. Donald Trump encabeza la lista de candidatos republicanos entre los votantes evangélicos. Un hombre que sólo asiste esporádicamente a los templos, con varios matrimonios en su historial y una posición que en ocasiones ha favorecido la legalidad del divorcio, además de cierta tolerancia a los matrimonios homosexuales es el nuevo favorito del voto evangélico conservador. No sólo tiene simpatizantes entre católicos y otros creyentes sino que en el último sondeo de CNN logró 32 por ciento de apoyo entre los evangélicos de teología conservadora, seguido del notable médico afrodescendiente Ben Carson que obtuvo el 28 por ciento entre los evangélicos.

Carson es, pues, el segundo en apoyo republicano en casi todas las encuestas que reflejan el voto republicano en general pues obtiene alrededor del 19% contra el 32% de Trump. Pero lograr 28% entre los evangélicos no constituye ni remotamente una sorpresa en el caso de Carson. Se trata de un cirujano dedicado intensamente a su confesión religiosa, la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Cualquier diferencia con otros grupos evangélicos palidece porque se trata de un hombre que cita constantemente la Biblia y vive una vida cristiana que pudiera considerarse ejemplar. Trump ha logrado que se retire de la campaña uno de los favoritos de la derecha religiosa, el ex gobernador de Texas Rick Perry, un devoto metodista tradicional. De 17 el número de aspirantes baja a 16.

La sorpresa, y vuelvo a la palabra del día, la ha dado Trump, nominalmente Presbiteriano y con asistencia irregular a una Iglesia en comunión con los Presbiterianos, la histórica Marble Collegiate Church , congregación de la aristocracia de Nueva York y cuya teología reformada es exactamente la misma que históricamente sostienen los Presbiterianos. Trump afirma leer la Biblia, algo que algunos consideran como no muy probable y sigue mencionando su colección de ejemplares de las Escrituras en diversas versiones. Acaso pudiera considerarse, además de Presbiteriano nominal, como un protestante de iglesias históricas, llamadas mainline en Norteamérica y no un protestante de las iglesias evangélicas conservadoras.

Si usted se sorprende de este apoyo, debe ir preparándose para otras sorpresas. La campaña de Trump, independientemente de si este es nominado o, de si logra derrotar en las elecciones generales a la señora Clinton o a otro aspirante demócrata, ha cambiado el ambiente político norteamericano. Pudiera hasta condenar al Partido Republicano a perder por toda una generación el pequeño sector de hispanos que tradicionalmente lo han apoyado. También pudiera estar destinado a conducir al país a ser regido por una administración que no sería estrictamente republicana ni demócrata.

El candidato incontrolable para la jerarquía partidista pudiera perder apoyo en el futuro. Los republicanos del llamado establishment pudieran quizás resucitar las casi difuntas campañas del ex gobernador Bush y de otros candidatos tradicionales. Pero si la gran sorpresa para algunos es que Trump y Carson son en este momento lo que algunos denominan “punteros”, a pesar de no ser políticos profesionales, para otros la sorpresa mayor es que un candidato como Trump haya llegado a ser, al menos temporalmente, el favorito de la derecha religiosa.