Cuando la política ha dejado de ser lo que tradicionalmente era, o entendíamos que era, entonces hay que volver a preguntarse qué es la política e intentar responder a través de los fenómenos. Por tanto, para responder hoy en Haití, ¿qué es la política?, hay que hacerlo a través del comportamiento de sus instituciones, de su cultura política y de sus necesidades como sociedad.
Como toda sociedad post colonial, Haití aún padece las consecuencias de surgir con instituciones excluyentes, y con la desconfianza socavando toda posibilidad construir un proyecto de nación.
Su población, que históricamente ha sido rural, en lo más de los casos ha estado desvinculada de sus instituciones. Cuestiones vitales para la reproducción de la sociedad se han resuelto a partir de la creatividad y la organización informal, donde el voudú más que como religión, como forma de organización ha sido un instrumento de organización social y política.
A través del voudú una parte importante de la sociedad haitiana se ha respondido, ¿quién tiene el poder y cuanto poder se tiene? ¿Cuáles son los mecanismos utilizados para decidir en la comunidad? Es así que este país ha vivido con una organización no provista por las instituciones formales.
Por tanto, el lenguaje formal de las instituciones no tiene la capacidad de conectarse con las necesidades de la población. Las instituciones nunca han estado en la vida cotidiana de los haitianos y haitianas.
Lo que sí ha estado en la vida de la mayoría de los haitianos y haitianas, son unas prácticas culturales, donde la música ha sido un bálsamo apaciguador de los dolores provocados por las élites, que instrumentalizando las instituciones, han ejercido el poder de espaldas a la población.
Es así que Michel Martelly, surge de las mejores experiencias de la sociedad haitiana, la música y con ésta la alegría, mientras que Mirlande Manigat es una intelectual vinculada al mundo que ha sido incapaz de dar respuestas y esperanzas a los hombres y mujeres de Haití.
La política debe proveer a las sociedades orden y por tanto seguridad. Hasta ahora las instituciones tradicionales han sido incapaces de defender el futuro de Haití. Quizás, alguien que ha estado construyendo alegrías en medio del dolor tenga otras formas de hacer política y producir respuestas que desde el litoral dominicano no se conocen.