República Dominicana es predominantemente un territorio de vocación forestal, más del 60% de sus suelos son montañosos.  Desde el primer tercio del siglo pasado hasta 1967, la actividad forestal fue la espina dorsal en la economía de montaña.  Pero a partir del 1967 fue necesario detener las actividades forestales debido al uso desordenado del bosque y al deterioro causado en los ecosistemas de las principales cuencas hidrográficas del país.  Estas restricciones a la actividad forestal se mantuvieron durante 30 años (1967 al 1997).  A pesar de las restricciones, tres sectores siempre tuvieron acceso al recurso bosque.  El político, parte del empresarial y el militar.  Y, ha sido históricamente difícil ajustarlos al cumplimiento de las disposiciones legales vigentes.

Durante tres décadas, no pudimos levantar las estadísticas confiables y sistemáticas en el sector forestal.  Asimismo, durante ese período, se generó una adversidad innecesaria hacia la foresta.  El enfoque restrictivo de las políticas existentes, provocó que el hombre del campo eliminara las plantitas en crecimiento para evitar la regeneración natural del bosque porque luego no lo podría utilizar en su provecho.  Cuando el árbol deja de tener valor económico para el campesino, los incendios forestales se extienden de manera incontrolada y ocurren con mayor frecuencia.  Peor aún, los potenciales inversionistas forestales temen poner su dinero en el establecimiento de plantaciones con fines empresariales.

Dado el oscurantismo que prevalece en el sector forestal, hemos perdido más de una generación para establecer una cultura de aprovechamiento del árbol basado en el concepto de SOSTENIBILIDAD.  La situación es tan dramáticamente negativa que todavía carecemos de la autoridad técnica y deber patriótico, para exigir a los constructores de proyectos hidroeléctricos el plan de reforestación correspondiente, para reducir la erosión de suelos, que incontrovertiblemente disminuirá la “vida” útil de los embalses existentes y por construir (La Presa de Tavera es un ejemplo).  Es decir, que después que cobren la suma invertida, le dejan a “DIOS” que recupere la vegetación, que aplique las prácticas conservacionistas necesarias en las cuencas altas que habrán de surtir los embalses.

En la actualidad, los campesinos, que aún permanecen en sus comunidades, “DEBORAN” día a día la vegetación natural, para extender sus áreas de cultivos.  Dicha práctica es totalmente insostenible no sólo para la cobertura natural sino porque se contaminan las fuentes acuíferas y se destruye la vegetación ribereña.

EL aprovechamiento del bosque mediante planes de manejo, está establecido en la Ley 64-00 sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales.  Si utilizamos el árbol con sentido económico, son muchas las ganancias para todos los actores involucrados y para la sostenibilidad del recurso.  Apoyándonos en este enfoque, obtendríamos múltiples ventajas: 1) combatimos la pobreza rural de las montañas mediante la generación de empleos; 2) dinamizamos las actividades económicas de comunidades donde el manejo del bosque esté permitido por la ley; 3) se reducirían los incendios forestales; 4) se reduciría la agricultura de tumba y quema; 5) se incrementaría la regeneración natural del bosque; 6) se incrementaría la inversión; 7) se reduciría la importación de productos forestales y por consiguiente, ahorramos divisas; 8) se reduce la posibilidad de que lleguen al país plagas, enfermedades o reptiles no deseables; 9) se incrementaría la reforestación natural y artificial, porque si el árbol representa “valor para todos”, es difícil dejarlo perder, sea por cortes innecesarios, pastoreo o incendios; y 10) y mejoramos la calidad de vida al campesino para que no se traslade a la ciudad.

La importación de un pie/tablar de madera (como se expresa la unidad comercial del producto), implica que los empleos requeridos para su producción, se quedan en el país de origen.  Dejando el oscurantismo forestal por una cultura de manejo sostenible de los recursos del bosque, estableceríamos la cultura de su uso beneficioso y no como una actividad ilícita! No solamente debemos saber cosechar productos agrícolas, sino también forestales y agroforestales.