El modelo basado en el automóvil que predomina en las ciudades norteamericanas se reproduce fielmente en los principales asentamientos urbanos de la República Dominicana, comprometiendo el futuro de la movilidad motorizada de nuestra nación a la búsqueda de soluciones alternativas ante los fenómenos que suceden a nivel mundial.

La inestabilidad registrada en los países de oriente junto a la cacareada desaparición del petróleo, agrava la situación por la cual atraviesan las pequeñas economías que dependen del preciado líquido; al contrastar esta realidad con el modelo de desarrollo urbano y las políticas de transporte que se presentan en el área metropolitana de cualquier ciudad dominicana, podemos advertir una grave condenación para las futuras generaciones que habitan en el país. Un modelo orientado al uso del vehículo privado combinado con un explosivo crecimiento periférico desorganizado y con políticas deficitarias entorno a la potenciación del transporte colectivo, son algunas de las razones que evidencian que avanzamos por caminos peligrosos ante los retos que se nos avecinan.

Este escenario contribuye al incremento del parque vehicular, alcanzando en la actualidad unos dos millones setecientos treinta y cinco mil unidades (2,735,000 Uds.), (según datos de la Dirección General de Impuestos Internos); al mismo tiempo provoca una mayor demanda en el consumo de los derivados del petróleo e incrementa los niveles de endeudamiento de la nación repercutiendo en la calidad de vida de todos los dominicanos.

Para revertir esta situación se requiere desarrollar estrategias de planificación urbana orientadas al peatón y al uso del transporte colectivo urbano, potenciando su uso y eficientizando el servicio ofertado de manera que la población sienta confianza y seguridad al momento de usarlo.

Algunas ciudades europeas han optado por la reducción de estacionamientos o instalacion de parquimetros en las zonas de mayor tránsito, lo cual es un beneficio agregado a la oferta del transporte colectivo. En este sentido ciudades como Londres aplican tarifas horarias en estacionamientos públicos o en la vía, que pueden superar los cinco euros; derivando en beneficios económicos para la población y para la municipalidad que lo aplique.

Ahora bien este tipo de estrategias solo pueden desarrollarse si la planificación urbana es articulada a los sistemas de movilidad urbana, de manera que podamos prepararnos para la eventual desaparición del oro negro más codiciado en el mundo… el petróleo.