Ese fue el título de un artículo de su columna Microscopio en la Revista Ahora, donde el periodista y militante revolucionario Orlando Martínez Howley selló el enojo de LAS FUERZAS INCONTROLABLES, de la dictadura balaguerista; esas que él venía denunciando con sus nombres y apellidos desde el asesinato del también periodista Gregorio García Castro en 1973.

Pero este artículo titulado ¿Por qué no, doctor Balaguer? era una invitación a Joaquín Balaguer a irse del país para evitar tanto exilio por deportación de dominicanos valiosos, como el que acababan de aplicar de manera grotesca al pintor Silvano Lora.

Sin ser Nostradamus Orlando dijo todo lo que iba a pasar, dio los nombres de sus verdugos Microscopio por Microscopio: Salvador Lluberes Montás, Neit Nivas Seija, Ramón Emilio Jiménez, Enrique Pérez y Pérez, Logroño Contín, Joaquín Balaguer y Víctor Gómez Bargés, quienes constituyeron el banco de pensamiento que culminó en asesinato. Vale decir que los militares de ese grupo fueron alfiles de la CIA y la OEA en los días posteriores a la firma del tratado de desarme de la Revolución de abril de 1965.

Ernesto Cruz Brea, Isidoro Martínez, Joaquín Pou Castro, fueron los únicos sindicados de manera tardía por la injusticia del desgobierno. Después de años de acusar a Juan Bosch, Cheché Luna y Diómedes Mercedes por el crimen de Estado, sin lograr que el partido comunista, al que pertenecía Orlando, hiciera otra cosa que no fuera tratar de fortalecerse en militancia.

Orlando se la jugaba en la defensa de sus compañeros del Partido Comunista, pero muchos compañeros no se atrevieron a dar la cara por Orlando, ni a denunciar la injusticia que se cometía a implicar a los dirigentes del PLD en ese proceso, sino muchos años después. Humanamente se les comprende, el terror que producía ese banco de pensamiento balaguerista, que todavía anda por ahí disfrutando de los recursos robados al pueblo o muriendo cómodamente en sus camas de vejez. Pero políticamente fue bochornoso. En su libro Revelaciones de hace unos años Narciso Isa hace un mea culpa también tardío.

Ya nada devolverá físicamente a Orlando. Pero su Microscopio estará ahí, para observar a los que quieren escribir la historia de que no se quiere ver y contar el cuento sin asumir posición ni responsabilidad. El mismo Orlando escribió la historia para evitar que lleguen los que quieran deformarla.