§ 1. Antecedentes. En el Vocabulario español-latino (Madrid: RAE, 1989 [1495], de Antonio de Nebrija, figura la palabra “cuero”, pero sin la acepción de prostituta o puta, o los eufemismos de mujer pública o de la mala vida, aunque figuran “ramera” y “rameruela”. Tampoco figura, con la misma acepción peyorativa el vocablo “cuero” en Sebastián de Covarrubias Orozco, Tesoro de la lengua castellana o española (Ed. de Felipe C. B. Maldonado y Manuel Camarero. Madrid, Castalia, Nueva Biblioteca de Erudición y Crítica, 1995 [1611], pp. 379-380. La versión 23.3 en línea del DRAE en su entrada 12 dice que únicamente en Puerto Rico y República Dominicana el vocablo “cuero” significa prostituta, aunque en la entrada 6 especifica que en Ecuador y Venezuela tiene el significado de «mujer que es amante de un hombre», con lo que hay cierto parentesco con la acepción 12 (1).
§ 2. Tampoco encontré en las obras de la picaresca española o en autores del Siglo de Oro ningún rastro documentado del referido vocablo con semejante significado antifemenino. Hurgué en los libros contentivos de los informes y discursos del siglo XVII y XVII sobre la mala vida en nuestra Colonia y no encontré nada: Carlos Esteban Deive. La mala vida. Delincuencia y picaresca en la colonia española de Santo Domingo (Santo Domingo: Fundación Cultural Dominicana, 1988) y Frank Moya Pons: La vida escandalosa en Santo Domingo en los siglos XVII y XVIII (Santiago de los Caballeros: UCMM, 1976). Según el Diccionario de americanismos, en «Ecuador, República Dominicana, Puerto Rico vulgar; Bolivia, despectivo; y Cuba, obsoleto, “cuero” es sinónimo de prostituta, y le añade la acepción de “cuerín”.» (Lima: Asociación de Academias de la Lengua Española, 2010, p. 715, entrada IV.1).
§ 3. En los distintos países de habla española, el vocablo “prostituta” y sus variantes está dicho de manera distinta a estos cuatro países. En el caso de las tres Antillas, se justifica la migración de la palabra “cuero” y la pregunta sería dónde surgió primero y luego estudiar las causas de su migración. Pero en países tan alejados de las Antillas como Ecuador y Bolivia, la semejanza es sorprendente. Como consecuencia de lo apuntado más arriba, hasta que no encuentre el fundamento documental incontrastable, conjeturo y concluyo en que la aparición del vocablo “cuero” como sinónimo de prostituta, puta, ramera, meretriz, mujer pública, mujer de vida alegre y mujer de la mala vida ha debido aparecer primero en nuestro país en el discurso oral y luego en el escrito a mediados o a finales del siglo XIX. Por las razones a continuación se oirá y leerá.
§ 4. El primer intento de diccionario dominicano titulado por su autor, Rafael Brito P., Diccionario de criollismos (San Francisco de Macorís: ABC, 1930), no documenta el vocablo “cuero”, aunque trae, sin embargo, un sinónimo poco usado en la actualidad, pero quizá empleado todavía en algún rincón del Cibao adentro: “gumarra” (p. 90), definido como “mujer de vida alegre”. Un moralismo de la lengua explique quizá la ausencia del vocablo “cuero” en el diccionario de Brito, muy leído y consultado en su tiempo por la intelectualidad dominicana e incluso por traer como apéndice, antes que el diccionario mismo, dos obras escritas en el español cibaeño: “La criolla”, comedia chistosa en tres actos y “Un proceso célebre (justicia ordinaria)”, especie de sainete, de la escritora salcedense Mélida Delgado de Pantaleón, repleto de esos giros criollos. El prólogo de la obra, escrito por un posible pariente de Brito, el profesor, legislador y político trujillista Pablo Pichardo, es un ejemplo de moralismo de la lengua. Igual que el prólogo del autor, que también busca el favor de la recién instalada dictadura de Trujillo: «… al divulgar todos nuestros más típicos criollismos, sirvan estos de correctivo para limpiar de ellos mismos la conversación tanto familiar como popular.» (P. 7). Aunque en abono a Brito hay una reivindicación de lo que los lingüistas llamamos “el uso”, concepto que resuelve, sin moralismo ni estética de la lengua, la comunicación entre un sujeto que emite un discurso y otro que lo recibe: «Es necesario haber convivido entre nuestros campesinos para interpretarlos, porque con sus términos vulgares se saben desempeñar y difícilmente se engañan.» (P. 8).
§ 5. Por extraño que parezca, es Pedro Henríquez Ureña (PHU, de ahora en adelante) el primero que documenta la existencia del vocablo “cuero” por primera vez en nuestra cultura en un estudio lexicográfico sobre nuestro español dominicano, si no yerro. La palabra “cuero” figura en “El español en Santo Domingo” (Buenos Aires: Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana, 1940) y en la segunda edición facsimilar publicada en Santo Domingo (Taller, 1975, pp. 172 y 217). Lo que sorprende es que a una distancia de diez años (que es un abrir y cerrar de ojos en materia de evolución lingüística) el vocablo “cuero” no figure en Brito, y sí en PHU, quien, al llegar al país en 1931 a colaborar con Trujillo como Superintendente de Enseñanza, realizó varios viajes por el país con el objetivo de recabar datos acerca de la situación del español dominicano. He aquí la explicación que ofrece PHU al dar a la luz su obra: «Escribí el presente trabajo durante los años 1935 y 1936; después le he hecho adiciones y retoques. El anejo que lo acompaña, La cultura y las letras coloniales en Santo Domingo, está publicado desde 1936 (…) Mi tesis principal es que al español de Santo Domingo lo caracteriza su aire antiguo, que en ocasiones llega al arcaísmo. Para demostrarlo he reunido ejemplos –muy fáciles de encontrar– de palabras, giros, frases proverbiales y refranes.» (P. 7).
§ 6. ¿Qué aporta PHU sobre cómo y cuándo surgió el vocablo “cuero” para sustituir al estándar prostituta y a la palabra común puta? En el capítulo XIII titulado Morfología, apartado 86 sobre “significados nuevos, que existen en gran parte de la zona del Caribe”, incluye a “cuero” dentro del traslado de significación, pero en la obra en su conjunto no trabaja el autor la filología u origen histórico del vocablo. Esta es la primera aparición: «El aumentativo, una forma masculina puede servir para aplicarse al sexo femenino: un mujerón (o una mujerona), un putón (o una putona). Otra palabra de forma masculina puede servir para designar mujer: un cuero o una cuero ‘una mujer pública’.» (Cap. XIII, citado, p. 172). Esta es la segunda aparición: «cuero ‘prostituta’: «… un ‘cuero’ o ‘una cuero’; en México, cuero se emplea como adjetivo o como sustantivo y significa meramente ‘hermosa’, pero se considera expresión de mal tono.» (P. 217). Dígalo si no él, que vivió de 1906 a 1926 en Veracruz y en la capital mexicana, con el intervalo (1914-21) de Nueva York, Chicago, París, Madrid y Minnesota, en cuya universidad se doctoró.
§ 7. El hallazgo del vocablo “cuero” por parte de PHU se sitúa entre 1931-33, si no antes, durante su viaje de 1911 a su país. Su redacción es de 1935 y 1936. Con todo el material oral y escrito que se llevó de Santo Domingo compuso su libro de 1940 a su regreso a Buenos Aires en 1933, luego de una breve estancia en París para visitar a su padre y hermanos, no sin antes haber renunciado, en alta mar, al puesto de Superintendente de Enseñanza y se exilió de nuevo en Buenos Aires, para no morir de asfixia moral, como Hostos. Dicho de otro modo: Brito no integró ese traslado de significación de la palabra “cuero” a su diccionario quizá por prurito moral, pero cuando PHU lo observa en la conversación, sobre todo de los hombres y discretamente usado por las mujeres para censurar la práctica de los esposos y los hijos de visitar prostíbulos, ya dicho vocablo era de uso generalizado en el registro oral, no así en el escrito, fuera periodístico o literario.
¿Cuál es el estatuto actual del vocablo “cuero”, en Ecuador, Puerto Rico, Bolivia, República Dominicana y Cuba y, en el caso de esta antilla mayor, qué palabras desplazaron el uso obsoleto del referido término?
(1) REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23ª ed., [versión 23.3 en línea. ] <https: //del.rae.es> [24 de mayo de 2020]