La vida del historiador Euclides Gutiérrez Félix ha sido extraña, típica y contradictora. Se le ve como arrogante. Recibió el apodo de “El Sangrú” (odioso), pero cuando se le trata a fondo, cara a cara, es agradable y conversador.

En el ambiente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) siempre se le ha considerado como bebedor, parrandero y mujeriego en su juventud.

Era el único dirigente cercano al profesor Juan Bosch al que el fundador del PLD toleraba que bebiera y llevara una vida parrandera. “Juan Bosch sabe que yo me bebo mi romo”, solía decir Gutiérrez Félix.

Irónicamente, de pertenecer al círculo más íntimo y familiar del sanguinario dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina pasó a formar parte del movimiento de los ideales más nobles, el 14 de Junio.

Al ver a Euclides, Abbes dijo, de mala forma: “¿Y éste, qué hace aquí?”.  La hermana enfrentó al esbirro y le advirtió: “¡Cuidado, si le hace algo a mi hermano, te enveneno como un perro!…”

Posteriormente, fue ministro del gobierno en armas de Francisco Alberto Caamaño Deño, líder de la Revolución de Abril. Después  se enroló en el entorno más íntimo de Bosch, paradigma de la honestidad.

Gutiérrez Félix explicó a varios periodistas en una tertulia que conoció a Trujillo, más o menos, a los 11 años, en la casa de una tía suya, donde vivía.

Cuenta que estaba jugando y a la llegada del dictador dijo: “¡Oh, miren a Trujillo!”.  El niño se acercó. Trujillo le puso la mano en la cabeza y le preguntó que cómo estaba.

Cuando el dictador se marchaba del lugar, le regaló una papeleta de 20 dólares. Esa era la moneda que circulaba en el país desde la invasión norteamericana hasta 1947.

La relación afectiva se mantuvo. Euclides, 24 años,  graduado de abogado, fue citado por el dictador al Palacio Nacional.

Allí Trujillo le regaló dos papeletas de 500 dólares. Para esta época el dictador convirtió a Gutiérrez Félix en uno de los diputados más jóvenes de la historia dominicana.

Narra que una vez, acompañado de una hermana suya, estaba en el antedespacho del dictador, cuando llegó el esbirro y torturador implacable, Johnny Abbes, jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM).

Al ver a Euclides, Abbes dijo, de mala forma: “¿Y éste, qué hace aquí?”.  La hermana enfrentó al esbirro y le advirtió: “¡Cuidado, si le hace algo a mi hermano, te enveneno como un perro!…”.

La hermana de Euclides tenía amistad con Abbes, al punto que éste acostumbraba hasta comer en su casa.

Sobre los cuestionamientos al origen de su fortuna, dice que no tiene un solo peso que no pueda justificar su procedencia. Además, de que su familia siempre fue adinerada.

Añade que  como abogado, está ganando dinero “desde muchacho”. Por ejemplo, revela que en 1973 fue el abogado de la ex superestrella de las Grandes Ligas,  César Cedeño, y que le cobró en dólares.

De forma “accidental” Cedeño mató de un tiro a su novia en un motel de la capital. Tras una extraña negociación, el pelotero fue liberado, con la condición de que no regresara más al país.

Cedeño fue declarado culpable de homicidio involuntario y multado con 100 pesos por matar a  Altagracia (Malena) de la Cruz.

Igualmente, Gutiérrez Félix fue el abogado de la antigua Compañía Dominicana de Teléfonos (Codetel), en todas las demandas que ésta enfrentó.