El domingo se celebró en el país la Caravana del Orgullo, actividad promovida por activistas LGBT. Se realiza en el marco de una estrategia para la comprensión ciudadana de que la identidad de género y la orientación sexual no tienen que vivirse a escondidas. Y no tienen que ser situaciones de dolor y sufrimiento, sino desde la aceptación de las diferencias.
La comprensión de que la definición de “normalidad heterosexual” ha sido óbice para justificar no cumplir el mandato de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de nuestra Constitución, de reconocernos iguales y libres en dignidad y derechos. Con toda su significación sobre el respeto a las diferencias, tolerancia y una construcción humana que no se base en la explotación, sino en la colaboración.
Mi apoyo hacia el reconocimiento de derechos a personas Lesbianas, Gay, Bisexuales y Transexuales, no es reciente; pero, hasta hace muy poco siempre mantuve un perfil bajo en todo lo que se refiere a cualquier tipo de manifestaciones; mi trabajo a favor de los derechos estaba enmarcado en otros escenarios menos públicos. Este domingo asistí por primera vez a la Caravana, y en ese marco escribí el siguiente post para mi estado de facebook:
“Tengo un hijo y un sobrino que decidieron vivir su orientación sexual de cara al sol y desde la alegría. A mi hijo le resultó fácil, su mamá y su papá lo educaron para que no hubiese trauma. Para mi sobrino fue aprendizaje y aceptación. Y actuó muy valiente, desde la absoluta convicción de no querer vivir escondiéndose.
Hay muchas personas que "justificándose" en las religiones condenan y censuran las identidades sexuales no heterosexuales. Incluso, las personas heterosexuales en la mayoría de las ocasiones, partimos de pensarnos las que "estamos bien" y todo lo demás es aberración, no normal.
Muchas valoraciones en negativo, porque partimos (muchas veces sin saberlo) de prejuicios basados en la lógica de la culpa, del sexo como camino a la reproducción y de la negación del placer, que es lo que "en teoría" sustentan las religiones, sin cuestionarnos la incoherencia y lo absurdo de esos presupuestos, y vamos por la vida creyéndonos que ser heteros, nos da superioridad moral y normalidad. Desde el convencimiento de que es "el comportamiento razonable".
Mi hijo y mi sobrino no son activistas, no militan en ninguna organización, pero son defensores de sus derechos y viven su vida desde el saberse valiosos, humanos, íntegros, éticos, incapaces de dañar de forma intencionada a NADIE, que es muchísimo más de lo que se puede decir de cualquier persona hetero que sea homofóbica o misógina.
Defendería el derecho de LGBT, aún no existieran mi sobrino y mi hijo, pero en nombre de todo lo que quiero para ellos, asumo esta causa como mi causa. Orgullo Gay, porque decirlo así, es una forma de manifestar que no mas closet, no más traumas, no más vidas paralelas, A VIVIR CON ALEGRIA Y A VIVIR NUESTRA SEXUALIDAD DESDE EL RESPETO, EL CONSENTIMIENTO Y EL RECONOCIMIENTO. ¡Si soy adulta y estoy de acuerdo nadie más debe intervenir!!!”
La mayoría de las personas que están en mi facebook son amigas/os y familiares, posiblemente por eso mi post no generó ningún mensaje de odio; por el contrario, fue muy bien recibido y comentado desde la aceptación y el amor. Así quisiera que fuese siempre con todas las personas que tienen una orientación no heterosexual y una identidad fuera del binomio hombre/mujer.
Cuando la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos” no establece condicionantes. Es cierto que el Contrato Social expresado en un Estado de Derecho ha dicho que ningún derecho es absoluto; pero las excepciones se fundamentan en el supuesto de que reconocer mis derechos, siempre va a implicar respetar los derechos de los demás. En consecuencia, cuando usted viola el derecho de alguien, se hace responsable y debe pagar las consecuencias del hecho.
¿En qué cabeza cabe que la identidad de género y la orientación sexual, asuntos relacionados con la personalidad o con las relaciones interpersonales entre personas adultas, debe ser motivo de discriminación? Hago la pregunta a sabiendas que esto históricamente ha sido tema de grandes conflictos y tabúes, las personas no heterosexuales, han sido catalogadas de enfermos/as mentales y todavía hay países donde está penado por ley; a pesar de toda la evidencia fáctica que nos dice, de que lo único que debe importar si hablamos de seres humanos, es su condición de humanidad.
La Constitución dominicana, en el artículo 38, establece que el fundamento del Estado es el respeto a la dignidad de la persona, que su organización debe realizarse para que cumpla su función de proteger real y efectivamente los derechos fundamentales. Que el respeto y protección a esta dignidad es una responsabilidad esencial de los poderes públicos. En el artículo 39, establece que nacemos libres e iguales ante la ley, en consecuencia debemos recibir la misma protección y trato de las instituciones, autoridades y demás personas. Por lo que no puede haber ninguna discriminación.
Estudiar la Constitución y su doctrina, reflexionar sobre el Estado Social y Democrático de Derechos, obliga a mirar la circularidad del mundo. Es tan triste que se conozcan estos recursos y sigamos tomando decisiones basados en dogmas religiosos. Solo eso explica que el matrimonio civil esté permitido solamente para parejas heterosexuales, a las personas homo ni siquiera se le reconoce la unión marital de hecho, lo que hace que no tengan derecho de pensión, afiliación al seguro de salud, derechos patrimoniales, etc. Se sigue obligando a que haya tantos individuos que, por miedo a ser discriminados o excluidos, sientan que deben vivir a escondidas. Que en el siglo XXI la orientación sexual siga siendo una situación que cause dolor y división en las familias, me parece un absurdo y mucha torpeza. Es como si no nos diéramos cuenta que son nuestra familia, hijos, hijas, hermanos, hermanas, sobrinos, sobrinas, nuestros amigos, nuestras amigas. Se llega más lejos, en ocasiones es la propia persona que en su deseo de negarse actúa desde el desprecio a sí mismo y si está en espacios de poder es el más inclemente, en una reacción desde el miedo. ¡Cuánto dolor evitable!
Si nos parece necesario sacarlo del ámbito de derechos y mirarlo desde el dogma; recordemos que la filosofía del cristianismo, creada alrededor de ese Ser milenario llamado Jesús, ese que dividió la historia del mundo occidental en antes y después de él, expresa un mandamiento muy claro, “Amarnos”, cuanta contundencia a favor del amor. ¿Cómo es posible que se convierta en lo que las iglesias lo han convertido? El amor no es exclusión, no es crear instituciones para hacer uso y abuso del poder jerarquizado. El amor es reconocimiento, es un sentimiento vivo que desea todo lo bueno, es compasión, respeto, solidaridad, libertad, reconocimiento de la legitimidad de la otra persona en mi propia legitimidad.
Hagamos un ejercicio de honestidad y humildad y aceptemos las diferentes expresiones del ser humano.