De quienes lean estas letras, espero reflexiones sinceras. Hace muchos años, quienes conocen y saben lo importante que es la planificación, han venido clamando por un régimen de políticas aplicables para el ordenamiento territorial, el urbano y el rural, el nacional… Todo, completamente.

Quien esto escribe ha sido, sin ser experto en el tema, uno de los solicitantes. Nuestra formación académica, universitaria, así nos indujo a pensar: No hay posibilidad de desarrollo (no de crecimientos físicos), sin los necesarios instrumentos de planificación previa, de indagatorias sobre el terreno, que nos permita determinar cuáles herramientas necesitamos que puedan ser aplicadas para sacar el mayor provecho posible de las potencialidades de los reales y ciertos recursos para desarrollo que cada nación (país) tiene por naturaleza, y gracias a los artificios de la industria que en sus diversas variables aporta al crecimiento, al desarrollo y al progreso de cualquier nación o país. Pero si en RD tuviéramos ese documento (para el Ordenamiento Territorial) para qué serviría.

Para que los propios gobernantes lo violen. Solo servirían para eso. Recuérdese la genialidad del contextualizador al decidir donde iría el aeropuerto de El Higüero. “Es ahí que va, porque lo digo yo” (así se expresó). Ahora se le ha metido entre las cejas, al presidente Medina Sánchez abrir la carretera Cibao-Sur (o a la inversa). La Academia de Ciencias y otras instancias científicas, ecologistas, profesionales, han advertido que la cordillera central es un sistema orográfico de utilidad principalísima dentro del conjunto regional del Caribe insular. Es más, en buena traducción humana, la cordillera queda en RD pero no nos pertenece, le pertenece a la región del Caribe. Pero aquí estamos empeñados en destruir los parques nacionales de la cordillera central.

Los gobiernos del PLD han resultado en prolongada estadías recaudadoras por vía de las obras físicas en ciudades y campos, al extremo de haber realizado un vasto programa de construcciones, necesarias muchas, para impulsar desarrollos improbables como el del turismo, por ejemplo, que no solo se retroalimenta con buenas y raudas carreteras, sino, principalmente, al rendir un buen servicio en lugares bien cuidados. Ninguna de las dos cosas (buen servicio ni lugares bien cuidados), somos capaces de garantizarlos en RD. Las carreterizaciones han sido el estandarte de “progreso” de los gobiernos peledeistas.

La capital dominicana sufre de arteriosclerosis múltiple afectada por el desmembramiento urbano de su centro convertido en vía de sube y baja, con supuestos rápidos desplazamientos (pero se entaponan ahora los elevados) lo que hizo que sencillamente se trasladaran los tapones a otras esquinas alejadas del centro. El aumento de la circulación por estas vías, inducida por la novedad de los pasos a desnivel, túneles y elevados, agregó demanda de usos no estipulada porque tampoco hubo planificación previa. Y tanto la 27 de febrero como la Kennedy, han resultado dos vías lentas en las horas pico y de allí la arteriosclerosis múltiple al obstruirse las vías que impiden el tránsito vehicular con fluidez.  Y la pregunta es ¿Si hubiera un documento, sesudo y bien planificado, que ordenara territorialmente el Distrito Nacional, el Ayuntamiento hubiera impedido la construcción de estas trampas, de estas emboscadas urbanas? Por supuesto que no, porque el proyecto economicista está primero que el urbano y de nada sirven los documentos si no habrá quien los aplique “contra viento y marea”.

Hay otro ejemplo. La prensa del domingo 26 (Día de Duarte) informó, escuetamente, que se habían seleccionado los terrenos para hacer un botánico en Santiago de los Caballeros. La decisión es del mismísimo Presidente Medina Sánchez y ha encargado a los incumbentes respectivos de los organismos correspondientes para que lo hagan realidad. En Santiago tienen un Plan Estratégico 2020 y se supone que entre otras tantas cosas, esto es uno de los aspectos a considerar. Pero sin consultar dicho Plan Estratégico, el presidente y sus funcionarios han puesto manos a la obra y lo más hermoso es el detalle de lo informado:

“…el lunes el equipo de diseño se reunirá para elaborar un boceto del proyecto y a partir de ahí determinar su costo…”

El Botánico va en 900 tareas situadas en las inmediaciones del parque de Jacagua… Mientras tanto apareció el dinero para cubrir las becas en Francia y España a los hijos de los funcionarios. Y hasta para pagar los solares donde harán las escuelas de las diez mil aulas (me recuerda el colegio Maharishi). Pero no aparecen los dineros que se necesitan para terminar el muelle de Samaná (y ya los cruceros anunciaron que no regresan). Si existiera el Plan, o como se llame, de Ordenamiento Territorial, ¿Quién o quiénes lo cumplirían, aplicándolo, respetándolo, divulgándolo, valorándolo…?

¿Necesitaríamos a un Enrico Tedeschi? (Roma, 1910 – Buenos Aires, 1978) Arquitecto italiano que emigró a Argentina en 1948 y en 1959, obtuvo por Concurso Público (no por designación política) la Dirección de la Oficina de Planeamiento Urbano de la Ciudad de Mendoza (hasta 1961, el año en que aquí eliminaron físicamente al dictador)… Allí creó el Código de Edificación para la ciudad, que limitaba el desarrollo de las construcciones en altura y obligaba a retiros para que no se afectaran las copas de los árboles de las calles, código que fue tomado como modelo en la mayoría de los municipios de la provincia.

Dejó a la posteridad un libro que fue texto obligatorio en todas las escuelas de arquitectura por lo menos de habla castellana (Teorías de la Arquitectura, de 1962). Qué pelafustan de los que han pasado por Planeamiento Urbano del ADN habrá siquiera conocido este libro (creo que hay por lo menos uno) que basa su trascendencia en las necesidades sistémicas de todo proceso urbano.