A pesar del crecimiento económico registrado durante los últimos años en la Republica Dominicana, colocándose en algunas ocasiones entre los mejores de la región latinoamericana (7.1% – 2014), los datos presentados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su Panorama Social de América Latina 2014, presenta al país con uno de los mayores porcentajes de pobreza (40.7%) e indigencia (20.2%) de toda America Latina.

Estos datos unidos al desafío externado por el economista jefe del Banco Mundial, ante el contexto de bajo crecimiento por el cual navega Latinoamérica en estos momentos, evidencian la necesidad de que la Republica Dominicana formule políticas públicas que contribuyan a reducir los niveles de desigualdad en una región con expectativas de tener menos recursos durante los próximos dos años, lo cual supone un desafío al garantizar la efectiva re-distribución del crecimiento económico esperado y al mismo tiempo contribuir en la disminución de los niveles de pobreza, con un mayor porcentaje en las  zonas rurales (51%) comparado con las zonas urbanas (32%) según los datos de la CEPAL.

Estos datos porcentuales solo evidencia las precariedades existentes en las zonas más alejadas de las urbes dominicanas, ya que la ausencia de oportunidades en las comunidades más alejadas de presiona la migración, abandonando el hábitat de origen e instalando sus esperanzas por una mejora calidad de vida en las zonas metropolitanas. Este éxodo masivo incide en el aumento de la población urbana, localizándose en las zonas más vulnerables o en la periferia, la cual presenta los indicadores socioeconómicos más bajos de toda la zona metropolitana, evidenciando una vez más la gran cantidad de población en pobreza que reside en estos territorios. Esta situación pueden confirmarse a través del estudio presentado por CEPAL, el cual señala que “en las ciudades grandes de América Latina se está reduciendo el ritmo del crecimiento demográfico, pero en todas persiste el aumento de la población. La periferia de estas ciudades continúa siendo la zona con mayor ritmo de crecimiento y tiene los indicadores socioeconómicos más bajos, pero en su interior se registra una creciente diversidad socioeconómica”.

Es tarea del Estado impulsar un proceso para ordenar el territorio, de acuerdo a las potencialidades y limitaciones de las distintas comunidades, en atención a la capacidad de sus gobiernos y/o administraciones y tomando en cuenta las expectativas y aspiraciones de la población. El proceso de ordenamiento del territorio que ha primado en la Republica Dominicana a través de los años, no ha beneficiado las grandes mayorías en su afán por elevar los niveles de habitabilidad básica, más bien se ha deteriorado la calidad de vida de estos sectores, la discrecionalidad ha primado en la toma de decisiones y la desigualdad continua en aumento, concentrando en pequeños territorios los beneficios de una economía en continuo crecimiento.

Para ordenar el territorio se requiere definir instrumentos de planificación y gestión participativa que organicen el uso del suelo y la ocupación del territorio, que sirva de orientación para el diseño de las políticas sectoriales y que contribuya en catalizar los esfuerzos del sector privado hacia los segmentos de la población con mayor necesidad. Solo así se ordena el territorio de una nación que busca mejorar sustancialmente la calidad de vida de toda la población.