La extremadamente contagiosa pandemia de coronavirus (COVID-19) podrá aterrorizarnos, imponer cambios en nuestra forma de vida, hacer recesar la economía y los empleos, castigarnos con un alejamiento social inhumano, enfermarnos y dañar nuestros pulmones hasta causarnos la muerte, pero no logrará, bajo ninguna circunstancia, cambiar la decisión inquebrantable del pueblo de expulsar del Palacio Nacional y del Congreso de la República al Partido de la Liberación Dominicana.
El candidato del partido de gobierno, Gonzalo Castillo, ha reflejado, con su desesperado y visible interés de capitalizar la pandemia, que no le preocupa en lo más mínimo el sufrimiento del pueblo.
Sin lugar a dudas, Gonzalo Castillo y su partido han visto en la crisis desatada por la COVID-19, una oportunidad para conquistar un apoyo que ya los electores le negaron en las elecciones municipales del pasado 16 de marzo, razón por la cual su mentor y guía, el presidente Danilo Medina, le dio todas las facilidades para que se promoviera como el gran benefactor de los pobres.
Nada puede justificar y nadie puede negar, razonablemente, el comportamiento electorero del gobierno, en medio de una pandemia que nos ha colocado, tristemente, a la cabeza de los países que han promediado más muertos en América Latina, para favorecer, inútilmente, a su candidato, en perjuicio del principal candidato opositor, Luis Abinader, a quien le ha puesto todos los obstáculo para impedirle ser parte de la solución de los graves problemas que afectan al pueblo dominicano.
En ese sentido, la última decisión arbitraria del gobierno en contra de Luis Abinader fue la de prohibirle la entrega directa a las entidades sanitarias de 40 mil kits de pruebas rápidas, cuya carencia, por parte del gobierno, constituye una de las principales dificultades que sufren los sospechosos de estar infectados del virus.
A pesar de haber sido ignorado por el gobierno, el candidato del Partido Revolucionario Moderno, además de las referidas pruebas, mascarillas y guantes, ha continuado aportando a la solución de los problemas, con propuestas muy bien fundamentadas y recursos humanos altamente calificados, los cuales ha puesto a disposición del presidente Medina.
Innegablemente, Luis Abinader, ha actuado con mucha responsabilidad y madurez durante la grave crisis que ha venido afectando a la nación. Esto ha servido para que la ciudadanía pueda apreciar las magnificas condiciones que lo adornan para suceder al presidente, Danilo Medina, a partir del 16 de agosto del presente año.
Buenos comportamientos de la oposición, como el observado por el candidato, Luis Abinader, han sido reconocidos como fundamentales para la calidad de una democracia por el reconocido politólogo italiano, Gianfranco Pasquino, quien sostiene en su obra, La oposición, lo siguiente: “…Siendo así las cosas, se puede afirmar que la calidad de una democracia no depende solo de la virtud de su gobierno o de la interacción del gobierno con la oposición, sino, de modo muy especial, de la capacidad de esta última”.
Finalmente, es justo destacar que la oposición propositiva y firme de Luis Abinader, le ha ayudado a ganarse la confianza de todos los sectores sensatos de la sociedad y del cuerpo electoral, el cual lo escogerá como presidente, para levantar al país de la ruina económica e institucional en la que se encuentra.