El pasado martes hizo un año y 2 meses que publiqué el artículo “Esta fractura es diferente”, el primero de varios escritos pronosticando que la divulgación de la enorme estafa de Odebrecht marcó un punto de inflexión que cerraba caminos a la posibilidad de articular otro intento de darle continuidad al agotado y desacreditado modelo de gobierno del PLD.

(Como aquí jugamos tanto a la simulación, y al olvido de conveniencia, es pertinente citar que dos días después de publicarse ese artículo, el 22 de enero de 2017 se dio inicio a las luchas de Marcha Verde contra la impunidad y la corrupción, que lograron  alcanzar el apoyo del 91% de la población).

Ahora que muchos indicadores, generados en el país y en el exterior, confirman mis vaticinios, es oportuno repasar algunos pasajes de un artículo que escribí el 24 de agosto de 2014 en el Hoy. 

En ese momento el presidente Medina tenía una altísima popularidad, y cuajaba ya el proyecto diseñado por Joao Santana -desde antes de ganar las elecciones de 2012- de lanzar el proyecto reeleccionista de 2016 encubriéndolo con las repetidas declaraciones de Medina distanciándose de los males de la reelección.

De ese artículo, publicado bajo el título “No se encarame en ese tren, Presidente”, reproduzco los siguientes párrafos:

“…esa popularidad, Presidente, sirve de acicate al mismo tipo de gente que en sus respectivas coyunturas endiosaron a Santana, a Báez a Lilís, a Trujillo, a Balaguer y a Hipólito para que se subieran al fatídico tren de la reelección y el continuismo.

“Un tren, Presidente, que en su nefasta travesía ha sido responsable de los peores latrocinios, atrasos y tragedias verificados en nuestro país, como lo consignara en 1970, en su tesis doctoral, José Francisco Peña Gómez.

“Recordará usted cómo el continuismo reeleccionista conllevó al fraude a Majluta, en 1986; en 1990 a Juan Bosch le arrebataron el poder con los mil recursos de que se vale un Presidente en campaña. Y en 1994 a Peña le hicieron un fraude tan colosal que desnudado en parte de su magnitud, condujo al recorte del mandato presidencial a solo dos años.

“Es que no hay forma, Presidente, de que hoy, como ayer, un mandatario se lance a retener el poder sin lesionar principios institucionales fundamentales, sin causar traumas en su propio partido, y sin acentuar la degradación de valores que corroe el alma nacional”.

Pienso en que el Presidente ganó las elecciones de 2016 con un 62%, le asignó la JCE, y en un rápido repaso veo hoy entre los escasos e interesados favorecedores a la posibilidad de una repostulación, a Lucía, su hermana, a un viceministro de RR.EE, al encargado de Relaciones Públicas de Punta Catalina, a Fredermiro, el fugaz componedor constitucional…y se acaba la cuenta.

Confirmado que para la posibilidad de una repostulación no hay tutía, corresponde que el presidente Medina use los últimos 2 años de gobierno que le quedan para concentrarse en manejar lo de su entrega del poder el 16 de agosto 2020.

Es lo que más le conviene al país, a la economía nacional, a la democracia y al propio Presidente y su familia.

Y conviene también que para empezar arriar banderas, y enviar claras señales de que se organiza seriamente en ese sentido, corte el Presidente por lo sano la descomunal nublazón propagandística que tanto dinero y tanta desinformación y desorientación y envilecimiento causan.