Esta reflexión es de lugar en esta época del año cuando se observan la tradicional Estación Litúrgica de la Cuaresma y las múltiples actividades políticas en preparación de elegir nuevas figuras para presidir y administrar los asuntos gubernamentales y cuestiones cívicas.

Vale la pena ofrecer opiniones, observaciones y recomendaciones a todos y mayormente a los religiosos, políticos, Fuerzas Armadas, servidores públicos, comerciantes y demás personas llamadas a ministrar y/o servir al pueblo.

El ser humano es el único animal dotado de conciencia, capacidad mental y sentido natural de percepción para determinar lo que se considera normativa de ética-moral, lo que puede ser bueno o malo, conveniente o inconveniente, agradable o desagradable, justo o injusto, razonable o irrazonable, lógico o descabellado; por tanto, se debe tomar en consideración de estas características que regulan la conducta sensible.

 Hay razones en este momento para recalcar que todos los seres humanos están continuamente confrontados a tentaciones; pero es bueno recomendar el mayor esmero para que cumplan debidamente sus vocaciones, compromisos, deberes morales y responsabilidades.  

Se sobrentiende que todo personaje y servidor social activo está sujeto en sus relaciones y en la ejecución de sus deberes al llamado de ser idóneo en el desempeño de la vocación o actividad de servicios humanos y prestaciones cívicas.

Los fieles esperan consagración de los dirigentes religiosos; estos habrán tenido la intención de enseñar la catequesis, conocimientos bíblicos, sermones de orientación espiritual; pero pecan si no cumplen con las verdades morales predicadas. De igual manera, el pueblo aguarda cumplimiento de las promesas de los políticos que hablan de valores, pero luego fallan en vivir y cumplirlos debidamente. En algunos casos, hay tentaciones de engañar o servirse de la Iglesia o del Partido y eso es desleal y bochornoso. Se espera que los que tengan cargos de compromiso público sirvan con esmerada dedicación y los de actividades comerciales procedan con ecuanimidad en sus negociaciones.

Todos los seres humanos pasan momentos de prueba, más se espera que tengan la capacidad de discernir lo que es moralmente bueno o malo, beneficioso o indigno.  El ejemplo mejor conocido por los creyentes cristianos y otros del mundo occidental es la experiencia de Jesús el Nazareno, quien fue tentado después de una cuarentena en el desierto, luego de su bautismo por Juan el Bautista en el rio Jordán; pero no pecó. (Mateo 4:1; Marcos 1: 9-11 y Lucas 3:21-22).

Los seres humanos confrontaran tentaciones continuamente; por eso hay que estar prevenido para no pecar, pues como ha dicho el clérigo y escritor anglicano, Thomas Fuller (1608-1661): “El que cae en pecado es un ser humano, el que de ello se duele es un santo; el que se vanagloria de haber pecado es un diablo”.

Se reitera que es bueno estar alerta de las tentaciones para no caer en desgracia. Es necesario equiparse de la fortaleza espiritual e inteligencia emocional que Jesús Nazareno ejemplarizó en el desierto de las tentaciones cuando fue puesto a prueba por Satanás.

Animémonos a ser virtuosos, dedicados y constantes en la determinación de sopesar las tentaciones para tomar las necesarias decisiones a fin de mejorar el cumplimiento de la disposición de ministrar y la voluntad de servir con rectitud, transparencia y consagración y así, servir mejor a la Divina Potestad, al prójimo y a uno mismo.